Imaginemos por un momento un partido de baloncesto de la final de la Copa del Rey en el que dos jugadores de un equipo dejan de participar, no defienden, no piden el balón y se borran de las transiciones defensa ataque. Cabe suponer que el equipo que está jugando con cinco jugadores aprovecha la ventaja numérica y consigue un resultado escandaloso, normal dado que juegan tres contra cinco.
Según los últimos sondeos electorales la abstención en la Región de Murcia para las próximas elecciones regionales se estima con una horquilla entre el 38% y 40%, al igual que en el partido de baloncesto el resultado viene condicionado por la participación. La pregunta del millón es: ¿a quién le interesa una participación tan baja? Quiero suponer que a nadie. Resulta muy preocupante que nuestro estado de derecho y su Carta Magna proclamen la soberanía en el pueblo mientras este presenta una alta tasa de absentismo en sus funciones.
Echando la vista atrás, en nuestra joven democracia, hemos sido participes de facto cuanto la política conjugaba una serie de principios fundamentales con derechos de los ciudadanos, cuando los políticos eran admirados más allá de su ideología por la oratoria y cultura. Camilo José Cela, Adolfo Suárez, Felipe González o Manuel Fraga reunían a grupos de universitarios junto al televisor ensimismados intentando desgranar cada intervención. La política tenía valor y el político reconocimiento. En la actualidad, todo se resume a un meme, 280 caracteres o Tik Tok. No es necesario demostrar el conocimiento, la visión o la misión, simplemente posicionarse con solo un golpe, duro y efectivo.
Es aquí donde tomamos la primera pequeña dosis de burundanga y es que, según Wikipedia, en dosis bajas se utiliza para el tratamiento de mareos. Para que la burundanga haga el efecto de anular la voluntad no es suficiente una cantidad baja, se necesita una dosis un poco mayor y, para ello, volvamos a nuestro partido de baloncesto. Ahora, supongamos que la hinchada pierde su objetividad y empieza a abuchear a los tres jugadores que, a pesar de jugar en minoría, lo están intentando, con lo que tenemos dos jugadores que no juegan y tres desmoralizados.
El resultado de perder la objetividad y alinearse en una posición nos conduce a interpretaciones partidistas, medias verdades o medias mentiras y modificar la conducta del jugador-votante. He aquí donde se debe discernir entre la opinión y la información, bien subrayado y que quede claro. Defender la libertad de expresión y eliminar la línea editorial o la publicidad política pagada. En palabras de Joseph Pulitzer: “Una prensa cínica, mercenaria y demagógica, producirá un pueblo cínico, mercenario y demagógico”.
Parece que la dosis ya empieza a hacer efecto, solo nos quedan unas gotas para controlar al individuo. Para ello volvamos la vista al banquillo de nuestro partido y veamos lo que tenemos. A primera vista, cuatro de los jugadores más jóvenes y con talento no han venido, disponemos de dos jugadores con experiencia que tienen la mirada perdida para otro lado como si el partido no fuera con ellos. Créanme cuando les cuento que para conseguir elaborar listas en los 45 municipios que conforman la Región, hasta los grandes partidos han tenido serios problemas. La denostada política ha conseguido crear un miedo escénico a ¿qué pensarán de mí?
Me viene a la cabeza lo que hace unos meses me contaba un amigo, “Pablo, hace unos años estaba orgulloso de trabajar en un banco, allá dónde iba decía que era empleado de la entidad tal, hoy cuando me preguntan digo que soy administrativo de una empresa”. La burundanga ha terminado de hacer efecto y ha conseguido anular nuestra voluntad.
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