Apenas se le conoce a nivel nacional a esta médico que se ha convertido en un referente, no solo por sus intervenciones frente a la gestión de la crisis del Gobierno Ayuso y sus consejeros, sino principalmente por su defensa de la sanidad pública.
Lamentablemente esta semana pasada, algunos medios de comunicación estatales, si optaron por ponerla en el centro del escenario político nacional, no por sus intervenciones parlamentarias llenas de emotividad y datos, de cifras y quejas, de verdades y no de mentiras, sino por un gesto, que si no fuera por la sonrisa socarrona que la delata, muchos pensarían que estaba apuntando con una pistola imaginaria a un miembro del gobierno regional.
Una lástima que para una vez que los medios nacionales deciden poner el foco en una mujer que lleva años luchando porque la sanidad pública no siga desmantelándose, ni deteriorándose, pero sobre todo, que no se sigan riendo de los miles de profesionales que la conforman, que sea por un simple gesto lo que le haya llevado al filo de la noticia.
No importa que la gestión de Ayuso y su equipo esté llena, no solo de gestos, sino de hechos, que están poniendo en peligro la salud de los madrileños y madrileñas, o que desde los asientos de los diputados y diputadas que sostienen a un gobierno, a veces fallido, a veces grotesco, pero siempre esperpéntico, se llenen de gestos igual de desafortunados que el que ella hizo. Lo importante es poner el foco una vez más en el dedo que apunta a la luna. Es lo que tiene la política cuando quienes la componen tienen tantas limitaciones, estimada diputada.
Por eso, quiero aprovechar este pequeño altavoz que tengo en un rincón del sureste español, Murcia, que al igual que ocurre en la Asamblea de Madrid, el gobierno está compuesto por una coalición de PP y Ciudadanos con el apoyo inestimable de VOX, tres partidos que no se esconden, y eso es de agradecer, en apostar por desmantelar, en este caso la sanidad pública, y traspasar la gestión sanitaria a los medios privados, dejando la sanidad pública para los ciudadanos de segunda y tercera categoría, y que por desgracia, muchos profesionales sanitarios públicos ven con buenos ojos, para darte las gracias por tu empeño, tu tesón, tu esfuerzo, tus análisis y tus datos, gracias por poner a más de uno frente al espejo de la realidad.
Y gracias por no tirar la toalla, por seguir nadando contracorriente, por no bajar la mirada, por seguir apostando por perder tu tiempo en convencer al que no quiere oír, por sacar los colores a los que sus egos e intereses te menosprecian, y solo ven en ti una piedra en el zapato.
Gracias por traer a este rincón de España un soplo de aire fresco, una bocanada de realidad, una ventana a la esperanza de que no todo está perdido, una ola de ilusión. Saber que uno no está solo en medio de la marea perfecta, de este tsunami de intereses y privatizaciones, que hay alguien tan loco o más que uno, y que no deambulamos un puñado de ilusos por el desierto solos y a veces frustrados, siempre es de agradecer, y si nadie quiere ese gesto con tu dedo índice y tu sonrisa burlona, yo me lo quedo.
Sin nada más que decirte, ánimo y como dice el dicho popular que atribuyen erróneamente al Quijote: ‘ladran, luego cabalgamos’.
Apenas se le conoce a nivel nacional a esta médico que se ha convertido en un referente, no solo por sus intervenciones frente a la gestión de la crisis del Gobierno Ayuso y sus consejeros, sino principalmente por su defensa de la sanidad pública.
Lamentablemente esta semana pasada, algunos medios de comunicación estatales, si optaron por ponerla en el centro del escenario político nacional, no por sus intervenciones parlamentarias llenas de emotividad y datos, de cifras y quejas, de verdades y no de mentiras, sino por un gesto, que si no fuera por la sonrisa socarrona que la delata, muchos pensarían que estaba apuntando con una pistola imaginaria a un miembro del gobierno regional.