Nos estamos empezando a acostumbrar al caos, a la ausencia absoluta de proyecto, al abandono institucional. En la Región de Murcia hace casi dos años que el Gobierno pugna únicamente por mantenerse en el gobierno. Se despellejan entre sí, en un macabro juego de tronos en el que únicamente importa no perder el sillón, aunque para eso tengan que vender su alma al diablo. Cada día una reyerta nueva, un nuevo escándalo. Y cada día aumenta la vergüenza ajena del millón y medio de habitantes de la Región a los que mantienen entretenidos con sus disputas, pero en la más absoluta miseria y abandono. No puedo evitar el bochorno que me produce este esperpento, no soy capaz de entender hasta qué punto se puede perder el norte de esa manera y tener la cara tan dura para reírse sin pudor de aquellos a los que dicen deberse.
Se han vacunado antes que nuestros abuelos y dependientes. No hay mayor ejercicio de ruindad, no hay hecho más despreciable. Pero, además, ahora, ¡precisamente ahora! cuando todos luchamos por salir cuanto antes y de la mejor forma posible de esta situación, anteponen a lo demás una modificación de la Ley que permitirá a López Miras seguir presentándose sin cortapisas como candidato a la presidencia. Esa y no otra es la urgencia en San Esteban, su prioridad más absoluta. Y no se les cae la cara de vergüenza.
Pero hay más. Estamos en marzo y sin presupuestos. Tres meses perdidos para la Región, porque lo primero es lo primero, sus guerras de poder. Una vez reciba cada líder de la coalición lo que exige, llegará el turno de la ciudadanía. Esperemos que al menos llegue entonces. Pero llegará tarde. La cuestión es si también llegará mal.
Desde noviembre lleva Diego Conesa con la mano tendida para negociar unas cuentas centradas en las necesidades reales de la Región, en el fortalecimiento de los servicios públicos básicos, en el refuerzo de la igualdad entre hombres y mujeres y en la sostenibilidad de nuestra tierra. Pero eso es mucho pedir para ellos. Les renta más conseguir el voto de Vox o de los tres diputados de extrema derecha expulsados por su partido. Ellos solo le exigen una cosa: que instalen la censura en nuestras escuelas. Y en eso parece que coinciden.
La nostalgia del oscurantismo preconstitucional mueve a los ultras a acabar con la convivencia pacífica de estos más de cuarenta años de paz y democracia. Y no hay mejor forma de hacerlo que empezar por la educación de nuestros menores. Instalando vetos en las aulas, con el pretexto de la libertad, buscan precisamente acabar con ella, porque no hay libertad sin conocimiento. El saber nos hace libres y eso precisamente es lo que pretenden combatir.
Les molesta que nuestros menores conozcan la diversidad y la respeten. Les molesta que nos rijamos por las normas constitucionales que todos, menos ellos, nos marcamos tras una larga dictadura. Les enfada vivir en un país en el que los hombres y mujeres sean iguales, que no se criminalice a las personas en función de su identidad sexual o de género y, sobre todo, que las oportunidades de futuro sean las mismas para los hijos de los “señoritos” que para los de quienes trabajan para ellos. No soportan que se les hayan acabado los privilegios, llevan cuatro décadas echando chispas por ello. Pero ahora están en las instituciones y han encontrado quienes les den calor y cobijo. Y ese el problema, que en la Región de Murcia el Partido Popular ha abandonado un centrismo que, honestamente, creo que nunca existió, para abrazarse sin remordimiento a los extremistas. Ellos les dan sus votos para continuar dirigiendo su cortijo y López Miras les contenta comprando sus postulados y discursos.
Ya el pasado año fuimos la única comunidad autónoma en instalar el veto parental en nuestras aulas, hasta que la justicia lo detuvo. Fuimos la vergüenza nacional y el laboratorio de las perversas pretensiones de la extrema derecha y lo fuimos con el beneplácito y la condescendencia de quienes dicen gobernar de acuerdo a las normas. Quedaron retratados, pero no fue suficiente. Nunca es suficiente para ellos.
De nuevo pretenden repetir la jugada, pese a estar más que demostrado que con ello vulnerarán la Ley y violarán los derechos de nuestros niños y jóvenes. Derecho fundamental a recibir una Educación plena e integral. Derecho a saber y a ser libres. Derechos, al fin y al cabo, que todo gobierno debe defender con uñas y dientes y no socavar con total indignidad, como es el caso.
Lo harán o no, pero tendrán que hacerlo con la cara descubierta, porque desde el PSOE no vamos a consentir más atropellos. Esta semana el pleno de la Asamblea, todos sus diputados y diputadas, tendrán que pronunciarse a favor del derecho o de la censura educativa. Será la oportunidad para que todos pongamos las cartas boca arriba y decidamos ante los ojos atentos de la ciudadanía de qué lado estamos. Sin paliativos, o estamos con el consenso social o con quienes quieren reventarlo.
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