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Ceutí, Grupo Puja y Cultura: #QueNoTeLoCuenten

22 de julio de 2021 06:01 h

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Hubo un tiempo en que Ceutí fue nuestra Florencia: un proyecto cultural único en la Región, donde las artes escénicas y plásticas, la música o el arte urbano cabía en sus pequeñas plazas, calles estrechas y centros culturales. Por extraño que suene, Ceutí ubicó a la Región de Murcia dentro y fuera de España.

Graffitis y alguna escultura icónica es todo lo que queda de esta capitalidad cultural, de este emporio artístico de la Vega Media venido a menos. Entre los recuerdos de lo que fue y se extinguió se erige, contra todo pronóstico, un nuevo santuario para los amantes de las artes: la carpa de Grupo Puja. Un espacio escénico autogestionado que se inaugura con el estreno del último espectáculo de la compañía de teatro aéreo. Gema Segura y Luciano Trevignani dan forma a una larga investigación en torno al genio renacentista, Leonardo da Vinci. En concreto, a su obsesión por la geometría y su deseo de hacer volar al ser humano.

En 2006, Trevignani -procedente de Argentina- aterrizó en España con su carpa. En el Ceutí de entonces encontró lo que el arquitecto Michael Reynolds llama, “enclaves de libertad”. Lugar de ensayo durante mucho tiempo y también hogar, en medio del amplio parking de La Conservera, se encuentra la estructura metálica circular con aire circense recientemente homologada. Un espacio vivo, inesperado, ubicado a escasos metros de uno de los cadáveres culturales que gestiona el ICA (Instituto de Industrias Culturales y las Artes), dependiente de la Consejería de Cultura. Toda una paradoja.

En lo que llevamos de siglo, la política cultural regional ha pasado por un periodo de altas inversiones -generalmente vinculadas a grandes proyectos, voluminosos espacios y rutilantes nombres de ámbito nacional e internacional-, una crisis y la actual política de convocatorias -centrada, al fin, en el tejido artístico local- con presupuestos reducidos a su mínima expresión y pronóstico reservado. La primera etapa fracasó estrepitosamente dejando recuerdos imborrables y lamentables como la propia Conservera cerrada a cal y canto por no pagar ni el mantenimiento de las instalaciones, megainfraestructuras con fines culturales a medio hacer a lo largo y ancho de la Región y espacios escénicos en activo, como el Centro Párraga, en caída libre presupuestaria. La política de subvenciones y ayudas al sector tiene a los profesionales más desenvueltos saltando de convocatoria en convocatoria tratando de cuadrar los números de futuras producciones o proyectos.

Los pequeños detalles son vitales, se suele decir, pequeñas cosas hacen que sucedan cosas grandes. La historia de Grupo Puja y el ICA está llena de desencuentros. Un corte de suministro eléctrico semanas antes de un estreno. La cancelación del preestreno de 'Quixote' en La Conservera por un evento de última hora organizado por Coca-Cola. Y, sobre todo, una gran dificultad de entendimiento entre empresa e institución. Si pasados los años, una pequeña compañía de teatro -sin ninguna subvención ni resolución favorable de convocatoria alguna- renace y homologa (6.000 euros sólo el proyecto técnico) un nuevo espacio escénico en un contexto socioeconómico durísimo, ¿qué cabe esperar de la institución cultural más allá de la gestión de convocatorias?

Años de lucha a contracorriente cansan. El amor al trabajo, la vocación, no te salva. Segura y Trevignani, artífices de Grupo de Puja, acostumbrados a recibir aplausos por medio mundo, consideran que el gran formato, en artes escénicas, ha muerto. Aseguran no tener garantías para sobrevivir de su oficio. Sus espectáculos aéreos a 40 metros de altura y música en directo -entre 10 y 15 personas en gira- se suspendieron por el cierre de fronteras y cancelación masiva de muchos festivales. En año y medio, un bolo, el próximo mes de agosto en Rumanía. En estos momentos, no descartan la taquilla inversa, la “gorra digna”, esto es: la voluntad.

En la Puerta del Sol, días atrás, la policía pidió los papeles a la leyenda viva del hiperrealismo, Antonio López, mientras pintaba unos de sus interminables cuadros. “Puede ser Van Gogh”, soltó el policía a una persona contrariada por la actuación. Hace dos años la policía municipal de Ceutí se presentó en la carpa y advirtió que tenían una semana para desmontar y desalojar el parking. Esto, después de 15 años de convivencia. Este fin de semana, sobran los motivos para celebrar un nuevo renacimiento con el homenaje al arte y los artistas de Grupo Puja en su última obra de teatro aéreo, 'La mía fábrica'.

Hubo un tiempo en que Ceutí fue nuestra Florencia: un proyecto cultural único en la Región, donde las artes escénicas y plásticas, la música o el arte urbano cabía en sus pequeñas plazas, calles estrechas y centros culturales. Por extraño que suene, Ceutí ubicó a la Región de Murcia dentro y fuera de España.

Graffitis y alguna escultura icónica es todo lo que queda de esta capitalidad cultural, de este emporio artístico de la Vega Media venido a menos. Entre los recuerdos de lo que fue y se extinguió se erige, contra todo pronóstico, un nuevo santuario para los amantes de las artes: la carpa de Grupo Puja. Un espacio escénico autogestionado que se inaugura con el estreno del último espectáculo de la compañía de teatro aéreo. Gema Segura y Luciano Trevignani dan forma a una larga investigación en torno al genio renacentista, Leonardo da Vinci. En concreto, a su obsesión por la geometría y su deseo de hacer volar al ser humano.