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El despilfarro del AVE

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El informe de la Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal (AIReF) nos ha descrito lo que ya habían advertido otras fundaciones y grupos de trabajo: una inversión desmesurada en los proyectos de la red AVE que no han tenido en cuenta criterios de movilidad y cuyos beneficios sociales no compensan el coste de construcción de la alta velocidad. El estado español, un país de tamaño medio en la UE, ha invertido más de 55.888 millones de euros en esta red, de los que un 25% ha sido financiación europea.

La red AVE tiene más kilómetros que las redes de alta velocidad de Francia y Alemania juntas y es la segunda más extensa del mundo detrás de China. Sin embargo, los usuarios/as españoles del AVE son los que menos distancia recorren en comparación; 15.059 millones de kilómetros en 2016. También, el bajo nivel de utilización de estas infraestructuras es un elemento fundamental de su mínima rentabilidad. La red tiene más de 3.000 km y según el Administrador de Infraestructuras, Adif, en 2016, tenía menos de 15 viajeros por kilómetro, a mucha distancia de Francia y Alemania. La red AVE de nuestro país tiene el menor uso intensivo de la misma y los corredores ya proyectados han sobrestimado la demanda de pasajeros.

Como contraposición, La inversión total en infraestructuras de las redes de cercanías, han sido 3.680 millones de euros, 131 millones/año, una cifra que contrasta con los 55.888 millones de euros invertidos en las llamadas líneas de alta velocidad, con 1.550 millones de media anual. Es decir, se invirtió en el AVE el 93,8 por ciento del total y solamente en las redes de cercanías el 6,2 por ciento. Así, de una manera paradójica, las cercanías son los servicios de ferrocarril más usados por la población y los que más necesitan una modernización de la red y trenes de una manera urgente.

La Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal explica que España ha construido una infraestructura AVE más extensa que otros países de su entorno, sin tener en cuenta criterios de movilidad sostenible. Señala que los beneficios sociales no compensan los costes fijos de la construcción y no hay seguridad en escenarios futuros sujetos a incertidumbre y en los que el coste de oportunidad de los fondos públicos es elevado. Además, este modo de inversión ha contribuido a un aumento de las disparidades territoriales.

Este despilfarro se traduce en una rentabilidad socioeconómica que oscila entre “nula y mínima” en todos los corredores AVE, muy lejos de los mínimos aceptables en la UE. Como elementos paliativos, la AIReF propone la reevaluación de todos los proyectos pendientes, y el fomento de los corredores que ya se han construido

AIReF concluye que la inversión en los servicios de cercanías ha sido insuficiente y propone, además, que dichos servicios se integren, tanto en la gestión como en la planificación en los consorcios o autoridades metropolitanas de transporte, redefiniendo la financiación del transporte público en los referidos ámbitos territoriales, junto a crear un mecanismo con criterios de asignación equitativos para el conjunto de las aglomeraciones urbanas españolas.

Es necesaria la conservación, mantenimiento y renovación del material fijo y móvil en numerosas líneas ferroviarias de tráfico mixto, que es el apto a la vez para personas y mercancías, La antigüedad de estas líneas es muy cara de revertir e incrementará aún más las ineficiencias que se arrastran al no poder unir entre sí, mediante la debida intermodalidad, las infraestructuras de interés logístico de las plataformas intermodales ferroviarias para mercancías, en las proximidades de las ciudades, en los nodos de transporte y en los puertos. 

La situación de las infraestructuras de transporte y las nuevas demandas en el campo de la movilidad nos exigen plantear un nuevo enfoque en la política de infraestructuras. Las inversiones en un sistema ferroviario sostenible no se han podido desarrollar ya que la parte del león del gasto en ferrocarril se la ha llevado el AVE, un transporte caro, social y ambientalmente insostenible. Una parte significativa de nuestros políticos han mantenido y mantienen una visión a corto plazo en la planificación de las infraestructuras ferroviarias sin considerar sus impactos sociales y ambientales: AVE para todos

El informe de la Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal (AIReF) nos ha descrito lo que ya habían advertido otras fundaciones y grupos de trabajo: una inversión desmesurada en los proyectos de la red AVE que no han tenido en cuenta criterios de movilidad y cuyos beneficios sociales no compensan el coste de construcción de la alta velocidad. El estado español, un país de tamaño medio en la UE, ha invertido más de 55.888 millones de euros en esta red, de los que un 25% ha sido financiación europea.

La red AVE tiene más kilómetros que las redes de alta velocidad de Francia y Alemania juntas y es la segunda más extensa del mundo detrás de China. Sin embargo, los usuarios/as españoles del AVE son los que menos distancia recorren en comparación; 15.059 millones de kilómetros en 2016. También, el bajo nivel de utilización de estas infraestructuras es un elemento fundamental de su mínima rentabilidad. La red tiene más de 3.000 km y según el Administrador de Infraestructuras, Adif, en 2016, tenía menos de 15 viajeros por kilómetro, a mucha distancia de Francia y Alemania. La red AVE de nuestro país tiene el menor uso intensivo de la misma y los corredores ya proyectados han sobrestimado la demanda de pasajeros.