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Dimite uno o ninguno

Mientras los Ciudadanos supuestamente regeneradores deciden si gobiernan con los corruptos populares apoyándose en los neofranquistas, y los socialistas oyen como sus anhelados socios de gobierno les piden lo imposible, lo único claro en los primeros días postelectorales es que aquí dimite uno.. o ninguno. Es decir, nadie.

Ese uno, el único que ha sido valiente y consecuente con los resultados, ha sido Sergio Ramos, que ya es exconcejal de Cambiemos Murcia. La reacción de su jefe regional, Álvarez-Castellanos, a la dimisión ha sido extraña: “Precipitada”, opinó que fue la renuncia del ya exportavoz de la coalición municipalista, cuya vertiente regional no ha podido ni siquiera beneficiarse de la rebaja al 3% de los votos para entrar en la Asamblea.

No augura nada prometedor. Porque eso y no otra cosa sería que quienes han tenido resultados espectacularmente decepcionantes los asuman directamente y, por lo menos, se planteen su renuncia y la refundación, si pueden, de sus movimientos polítcos. El caso del consistorio capitalino es espectacular porque el hundimiento incluye también a la candidatura oficial de Podemos, sustitutoria de aquella otra fruto del sectarismo local que impidió hace cuatro años que una lista unitaria de izquierda se convirtiera en fuerza influyente.

Se ha repetido la división y parece que los que tendrán sillón poco más podrán hacer que cantar saetas a la puerta de San Lorenzo en Jueves Santo, incorporando así otra tradición popular al acervo común de la izquierda que propugna un estado laico y aconfesional. Y luego subir de rodillas al santuario del monte y rezar por un milagro.

Porque poco más parece que se les va a ocurrir en la calle Cartagena para reconstruir lo destruido, dada la reacción del baranda regional, Óscar Urralburu. Aunque haya reconocido que “el resultado es muy malo” ––a pesar del buen trabajo parlamentario––, ni se plantea dejar la primera línea en vista del éxito de la gestión suya y de su equipo. Y propone la apertura de “un tiempo de seria y pausada reflexión”.

Así que parece que la de Sergio Ramos va a ser la única actitud coherente con los resultados obtenidos, de momento. Ha caído en el olvido, al parecer, que la dimisión no se debe aplicar solo en casos de corrupción y judiciales en general. Es chocante cómo los dirigentes de Podemos en la Región, a los que se atribuye un alineamiento claro con el “errejonismo”, han aplicado, sin embargo y al pie de la letra, las recetas de Pablo Iglesias y su círculo que han llevado al partido al desastre nacional.

Curioso, porque también sus designios lo llevaron al éxito. ¿Qué ha pasado, entonces? Algo, lo que sea, que merece bastante más que “un tiempo de seria y pausada reflexión” tanto a nivel local como en el estatal Unidos Podemos. Fracasados unos, lógico parece que se aparten y vengan otros.

Por lo demás, recomiendo la lectura del “Hasta luego, Pablo”, subtitulado “Once ensayos críticos sobre Podemos”, publicado en Los Libros de la Catarata en 2015 y que fue coordinado por el profesor de Políticas de la Autónoma de Madrid Carlos Taibo. Quizá sirva para entender cómo aquellos polvos trajeron estos lodos.

También se puede estudiar un poco de historia reciente y cómo Andrés Manuel López Obrador (AMLO), que ahora es presidente de México, abandonó su anquilosado Partido de la Revolución Democrática después de que le robaran dos elecciones presidenciales (2006 y 2012), visitó los casi 2.500 municipios mexicanos para presentar su nueva formación Movimiento de Regeneración Nacional (MORENA) y ganó las presidenciales con abrumadora mayoría ––que le sigue apoyando–– en 2018. Salvando las distancias, un ejemplo. Pedro Sánchez hizo algo similar. Vale.

Mientras los Ciudadanos supuestamente regeneradores deciden si gobiernan con los corruptos populares apoyándose en los neofranquistas, y los socialistas oyen como sus anhelados socios de gobierno les piden lo imposible, lo único claro en los primeros días postelectorales es que aquí dimite uno.. o ninguno. Es decir, nadie.