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OPINIÓN | 'Pesimismo y capitalismo', por Enric González

¿Distancia social o física?

En este momento de conmoción social mundial, de un inmenso sufrimiento, en el que los proyectos de nuestras vidas se han visto truncados, y estando inmersos en trifulcas partidistas que generan un enfrentamiento absurdo e irracional, plantear un tema de lenguaje nos puede resultar algo superficial. Pero, creo que el lenguaje nos puede ayudar a reflexionar y en este momento la reflexión, la escucha mutua, sin prejuicios es necesaria porque nos puede ayudar en nuestras relaciones personales y sociales ante el tsunami social que estamos viviendo.

Creo que más que distancia social habría que utilizar el término de distancia física porque la distancia social se da entre los enriquecidos y empobrecidos, entre el norte y el sur, entre los explotadores y los explotados, entre los opresores y los oprimidos, entre los que acaparan y los desposeidos.

Se nos indica que tengamos una distancia entre nosotros de un metro y medio, además de usar mascarilla, guantes o untarse gel, pero es una distancia física basada en la consideración del otro y no ser un  puente de contagio. De este modo, lo que buscamos es proteger a los más vulnerables: sobre todo, a los mayores, los sanitarios y todas las personas que tienen que trabajar para que la sociedad no se pare más de lo que se ha parado.

La distancia física es acercamiento social, es mostrar respeto por la otra persona, por proteger a la persona que te cuida o que te atiende, es decir, es un gesto que indica que me importa la otra persona, que me pongo en su lugar ya que esta misma persona puede a su vez transmitir esta maldita enfermedad a sus padres o madres o abuelos y abuelas. Todo esto no es distancia social, todo lo contrario, es cercanía personal y social, aunque estemos a un metro y medio. Es respetar la vida de los demás.

La distancia social la podemos entender e interiorizar como que la otra persona es una amenaza, alguien de quien me tengo que alejar porque es un peligro para mí y para los míos. Esta distancia social también la podemos entender en un sentido individualista del sálvese quien pueda, de aumentar mi indiferencia ante los demás, ante el sufrimiento de los demás y mucho me temo que esto va a aumentar considerablemente ante las graves consecuencias sociales y económicas que vamos a vivir y que se van a traducir en paro, en mayor precariedad, en pérdida de la vivienda: en definitiva, en pobreza y exclusión social. Esa distancia social también la podemos entender como que las conductas irresponsables no tienen importancia y no tengo que sacrificarme ni aceptar las frustraciones.

Estamos lejos de África, Latinoamérica o Asia. Hay muchos kilómetros de separación, hay muchísima distancia, pero, podemos estar cerca desde la justicia, la solidaridad, la fraternidad. ¿Alguien entendería que se sacará una vacuna contra el coronavirus y no se la hiciéramos llegar a los más empobrecidos? El otro día me decía un amigo, con mucha razón, que creía que la posible vacuna la van a extender por intereses económicos porque si no se pone en jaque la globalización, el turismo o incluso el saqueo de estos países. Este amigo me hacía una pregunta: ¿por qué no se ha erradicado el hambre, la sed, enfermedades curables cuando es muy factible y estamos hablando de cantidades y recursos muy asumibles?

La distancia física debe conllevar cercanía social porque podemos saludar, sonreír, mandar besos con las manos, podemos hablar, respetar las indicaciones sanitarias, aunque cada uno tengamos nuestras opiniones y nuestras frustraciones porque queremos volar para volver a estar con la gente que queremos sin problemas. La distancia física conlleva cercanía social porque protege a la gente, sobre todo, a los más vulnerables, a los que nos cuidan y a los que dinamizan la sociedad. La distancia física debe conllevar cercanía social desde la solidaridad, la justicia, el bien común y la dignidad humana. Otra apreciación importante, el bien común es el bien de cada persona. Si dejamos a alguien fuera sería el bien de la mayoría, no sería el bien común, y no quiero decir nada si solo se beneficia a una minoría en perjuicio de una mayoría.

¡Ojalá la distancia física desaparezca con el tiempo y nos podamos abrazar! Que la distancia social, la mal llamada distancia social, se traduzca en cercanía social, en acompañamiento, en caminar juntos y juntas, en que  la otra persona no sea una amenaza ni un enemigo, sino alguien importante y único. Somos las personas que caminamos por esta única humanidad, no hay otra, que vivimos, convivimos y compartimos y que deberíamos compartirla desde la solidaridad y la fraternidad, reconociendo el carácter destructivo de la codicia y la avaricia.

Cuando desaparezca la distancia física y nos podamos abrazar: ¿desaparecerá la distancia social o se mantendrá o será mayor?

En este momento de conmoción social mundial, de un inmenso sufrimiento, en el que los proyectos de nuestras vidas se han visto truncados, y estando inmersos en trifulcas partidistas que generan un enfrentamiento absurdo e irracional, plantear un tema de lenguaje nos puede resultar algo superficial. Pero, creo que el lenguaje nos puede ayudar a reflexionar y en este momento la reflexión, la escucha mutua, sin prejuicios es necesaria porque nos puede ayudar en nuestras relaciones personales y sociales ante el tsunami social que estamos viviendo.

Creo que más que distancia social habría que utilizar el término de distancia física porque la distancia social se da entre los enriquecidos y empobrecidos, entre el norte y el sur, entre los explotadores y los explotados, entre los opresores y los oprimidos, entre los que acaparan y los desposeidos.