Falta menos de un mes para las ansiadas elecciones generales en España, y estamos inmersos en una situación muy difícil tanto dentro de nuestras fronteras como fuera. Dentro, el paro y el trabajo basura, la corrupción y el amiguismo en políticos y en todos los sectores sociales -aquí en este país de charanga y pandereta, si no tienes padrino no te bautizas- la justicia politizada, la sanidad hecha añicos y la educación abandonada por derribo. Fuera, la guerra y los muertos de otros y los nuestros, el sufrimiento de miles de refugiados. Y digo fuera por decir algo, porque realmente es un problema de todos, absolutamente de todos.
¿Cuándo nos vamos a dar cuenta que los problemas de un país, son los problemas de todos? ¿Acaso pensamos que podemos negociar con un país dominado por un dictador que tiene a su población minada, y nosotros irnos de rositas? La situación de África, Oriente Próximo o los países árabes afecta a todos, y no sólo porque vivamos en un mundo globalizado, sino también porque todos, absolutamente todos somos en mayor o menor medida responsables.
Les vendemos armas, les compramos petróleo, y nos interesa si podemos sacar algún provecho de ellos, pero si con esas armas matan a sus ciudadanos, no nos importa, y si sus pueblos pasan hambre, a nosotros nos da igual. Ya ayudaremos a una ONG para limpiar nuestras conciencias. Ahora, la cosa cambia si la muerte y sus conflictos llegan a nuestros países. Esto ya si nos afecta y hemos de hacer algo. Y no pensamos otra cosa que hacer lo mismo, matar, y matar civiles, las victimas de siempre.
La violencia solo genera más violencia –es que no lo tenemos claro-. Hemos de reflexionar sobre nuestros actos y sobre el mundo que queremos. Yo quiero un mundo en el que los conflictos se solucionen con palabras, y si éstas no me sirven, con justicia, y si tengo que matar en defensa propia lo haría, pero siempre seria mi última opción.
Quiero un mundo con políticos con las manos limpias de dinero sucio y de sangre, políticos con sentido común y que trabajen por vocación de ayudar al ciudadano, de mejorar un poco el país en el que vivimos. Asi quiero a los políticos de mi país, de la Unión Europea, y del mundo.
Todos sabemos que las utopias son utopías, pero siempre tenemos que intentar hacerlo mejor, poner nuestro granito de arena para que el cambio se produzca. No podemos pasarnos la vida quejándonos sin hacer nada para que la situación cambie. Hemos de ponernos manos a la obra, remangarnos y comenzar a construir un mundo mejor entre todos. Abandonemos el maldito ego que nos asfixia, porque el ser lo que soy y el que puedo llegar a ser, solo es posible frente al otro. Y si el otro no está bien, nosotros tampoco lo estaremos.
Reflexionemos y pongámonos manos a la obra, porque si no lo hacemos nosotros no lo hará nadie.
Falta menos de un mes para las ansiadas elecciones generales en España, y estamos inmersos en una situación muy difícil tanto dentro de nuestras fronteras como fuera. Dentro, el paro y el trabajo basura, la corrupción y el amiguismo en políticos y en todos los sectores sociales -aquí en este país de charanga y pandereta, si no tienes padrino no te bautizas- la justicia politizada, la sanidad hecha añicos y la educación abandonada por derribo. Fuera, la guerra y los muertos de otros y los nuestros, el sufrimiento de miles de refugiados. Y digo fuera por decir algo, porque realmente es un problema de todos, absolutamente de todos.
¿Cuándo nos vamos a dar cuenta que los problemas de un país, son los problemas de todos? ¿Acaso pensamos que podemos negociar con un país dominado por un dictador que tiene a su población minada, y nosotros irnos de rositas? La situación de África, Oriente Próximo o los países árabes afecta a todos, y no sólo porque vivamos en un mundo globalizado, sino también porque todos, absolutamente todos somos en mayor o menor medida responsables.