Región de Murcia Opinión y blogs

Sobre este blog

El evitable ocaso de Ciudadanos

31 de diciembre de 2021 06:02 h

0

El pasado lunes 13 de diciembre fui testigo como oyente de uno de los hechos más extraños ocurridos últimamente en política. Francisco Igea fue entrevistado en el programa de Alsina como vicepresidente de Castilla y León y habló principalmente de las medidas sanitarias que se debían adoptar en su Comunidad para combatir la sexta ola, y de pasada a pregunta del periodista explicó que era imposible que Mañueco disolviera las Cortes y celebrara elecciones. Diez minutos más tarde Alsina leyó un tuit de Mañueco en el que anuncia precisamente lo negado por Igea. Alsina volvió a entrevistar a Igea, el cual no pudo ocultar su sorpresa y su cabreo por la humillación sufrida por parte de los que hasta ese momento habían sido sus socios de gobierno.

Como todo en la vida, este episodio no puede entenderse sin los antecedentes. Hay dos momentos claves en esta historia. El primero el momento en que Albert Rivera y su camarilla se niegan a gobernar con Pedro Sánchez, reconocen al PP como socio preferente y en su peor momento, le entregan el gobierno de cuatro comunidades autónomas. Y el segundo momento es el de los famosos “idus de marzo murcianos ” y la doble moción de censura que se planteó en la Región.

Sin entrar a fondo en lo que pasó en Murcia, lo cual merecería una serie de Netflix, un error claro que se cometió desde la dirección de Cs era no valorar el modo en que el PP iba a reaccionar frente a este doble ataque. Era previsible que el PP, con las encuestas a favor, convocara elecciones para sacar a Ciudadanos de los gobiernos regionales, y esto se tenía que haber tenido en cuenta por el equipo de Inés. La que primero actúo fue la incontrolable Ayuso al romper la coalición con graves acusaciones contra Ciudadanos. Lo que llamó la atención en esos días es que desde Ciudadanos, tanto en Andalucía como en Castilla y León se mostrase públicamente su apoyo al PP, incluso en esta Comunidad votando en contra de una moción de censura planteada por el PSOE.

Desde lo de Murcia, es lógico que el PP desconfíe de Ciudadanos y actúe en su propio interés, debilitándolo e incluso humillándolo en público. Parece ser que desde Génova se ha diseñado un escenario de elecciones autonómicas a lo largo de 2022, primero en Castilla y León y después en Andalucía, para generar un ambiente de optimismo e intentar allanar el camino de Casado a Moncloa.

Ahora bien, en esta situación, ¿Qué debe hacer Ciudadanos ? Pues bien, caben dos opciones, la “opción Arrimadas” o la “opción Igea”. La primera consiste en seguir humillados e intentar apaciguar al PP para que les dejen gobernar con ellos el máximo tiempo posible. En una entrevista reciente en Onda Cero los periodistas le preguntaban a Inés sorprendidos por el motivo por el cual el partido naranja no reaccionaba ante el ataque del PP. Ella decía que responder sería una “actuación testosterónica” y que iría en contra del interés de los ciudadanos, lo cual no tiene mucho sentido, ya que hay municipios en los  que ya gobiernan con el PSOE, como puede ser el caso de Lorca y de Murcia, sin que el interés de los vecinos haya sido menoscabado. Esta respuesta esconde otros motivos menos confesables, como es el de tener la esperanza de que en la siguiente legislatura el PP les premie con algún puesto, y/o porque es consciente que el partido ahora no controla a sus cargos electos y que es posible que no atiendan a sus órdenes.

Más razonable parece “la opción Igea”. Este político, al que no tengo el placer de conocer personalmente, es médico de profesión, persona respetada en su Comunidad Autónoma, y ha demostrado públicamente tener gran valía humana e intelectual. Pues bien, Igea ha llegado a decir que no pactaría con Mañueco en ningún caso, y le ha faltado añadir que ni harto de vino. Esta actitud es la única posible para Ciudadanos en este momento, le haría al  PP perder ciudades importantes como Madrid y Zaragoza, y sería un aviso serio de que a Ciudadanos hay que tratarlo con respeto. Usando un símil futbolero, sería como cuando nuestro equipo va perdiendo en la primera parte por tres goles, y en el descanso somos conscientes de que o se cambia de actitud, de estrategia, y de algún jugador, o el partido inexorablemente se va a perder. Pues lo mismo pasa con Ciudadanos, o cambia de estrategia ante el PP y le planta cara o va directamente a la irrelevancia y después a la desaparición. Además el argumento sería muy fácil de explicar, no se puede gobernar en ayuntamientos importantes con un partido que ha dicho públicamente que actuamos con deslealtad.

A Ciudadanos le puede pasar lo mismo que le ocurrió a Chamberlain cuando fue a negociar con Hitler antes de invadir Polonia, intentó aplacar a la bestia, y sucedió lo que magistralmente definió Churchill, “ Os dieron a elegir entre el deshonor y la guerra… elegisteis el deshonor, y ahora tendréis la guerra”. Aclaro para los ofendiditos que es un ejemplo, en ningún caso quiero asemejar a Casado con Hitler y al PP con el partido nazi.

Si Ciudadanos eligiera “la opción Igea”, los dirigentes de este partido recuperarían la dignidad perdida, los afiliados y los simpatizantes la ilusión, y quizás, volverían a centrarse y presentarse al electorado como un partido liberal, de centro y capaz de pactar a derecha e izquierda, discurso con el cual convencieron a muchos españoles hace no mucho tiempo.

El pasado lunes 13 de diciembre fui testigo como oyente de uno de los hechos más extraños ocurridos últimamente en política. Francisco Igea fue entrevistado en el programa de Alsina como vicepresidente de Castilla y León y habló principalmente de las medidas sanitarias que se debían adoptar en su Comunidad para combatir la sexta ola, y de pasada a pregunta del periodista explicó que era imposible que Mañueco disolviera las Cortes y celebrara elecciones. Diez minutos más tarde Alsina leyó un tuit de Mañueco en el que anuncia precisamente lo negado por Igea. Alsina volvió a entrevistar a Igea, el cual no pudo ocultar su sorpresa y su cabreo por la humillación sufrida por parte de los que hasta ese momento habían sido sus socios de gobierno.

Como todo en la vida, este episodio no puede entenderse sin los antecedentes. Hay dos momentos claves en esta historia. El primero el momento en que Albert Rivera y su camarilla se niegan a gobernar con Pedro Sánchez, reconocen al PP como socio preferente y en su peor momento, le entregan el gobierno de cuatro comunidades autónomas. Y el segundo momento es el de los famosos “idus de marzo murcianos ” y la doble moción de censura que se planteó en la Región.