La obtención, por parte de Ana Obregón, a los 68 años, de una niña por gestación subrogada ha polarizado nuestro país en una discusión sobre la adecuación o no de esta práctica. Creo que se trata de un asunto complejo que el acaloramiento de los ánimos aparenta simplificar en dos posturas enfrentadas. Un escenario habitual, que me atrae para tratar de desenredar algunas de las cuestiones implicadas en el embrollo.
En primer lugar, la gestación subrogada invoca el concepto de 'madre', término bajo el que se incluyen funciones heterogéneas como la aportación del óvulo, el sostén en el útero durante unos nueve meses y la crianza. Estas funciones no siempre van juntas, pero se invocan a la vez con un solo significante y su desagregación puede generar la incomodidad asociada a tener que romper esquemas. Mucho más común que la gestación subrogada es la adopción y continúa chocando con un cierto tabú que en algunos casos lleva a la ocultación, con los problemas que eso ocasiona.
Puedo estar sesgado por mi trabajo como psiquiatra infantil, pero en asuntos de organización familiar considero prioritario el interés del menor. La ley sigue ese mismo principio cuando surgen conflictos en torno a divorcios. Me parece esencial la consideración de si el niño es tratado como sujeto, buscándose su beneficio, o como objeto, como una mercancía utilizada para satisfacer las necesidades de otro. Esta cuestión es en ocasiones difícil de dilucidar, no tratándose necesariamente de una dicotomía, y resulta hasta cierto punto independiente del escenario (gestación subrogada, adopción, divorcio, etc). Sin embargo, creo que no debe ser desatendida.
Se ha dicho que es inadecuado tener un hijo a una edad avanzada (más allá de la edad fértil), por el riesgo de orfandad precoz o de que el deterioro de la ancianidad impida el ejercicio de una función maternal suficientemente buena. Se ha contraargumentado que hay varones que tienen hijos en la vejez por 'vía natural', rechazando el planteamiento anterior como sexista. Creo que las dos situaciones no son comparables. Las actuaciones ordinarias requieren justificaciones ordinarias, mientras que las extraordinarias requieren justificaciones extraordinarias. Para mí el problema aquí es si es esperable un bienestar razonable en el niño que se va a desarrollar. En esta valoración influye la edad, pero también otras cuestiones como la economía, el apoyo social, la sensatez y la capacidad de amar (que no son universales) y otros factores difíciles de cuantificar. En cualquier caso, en el tema de la edad no aprecio diferencias significativas entre una gestación subrogada y una adopción.
Creo que la cuestión central en el conflicto acerca de la gestación subrogada es la amenaza de la explotación reproductiva. Estamos acostumbrados a que un ser humano explote la capacidad laboral de otro, pervirtiendo un trabajo que debería conducir al desarrollo del sujeto y transformándolo en una 'maldición bíblica'. Los esfuerzos para evitar esto tienen un éxito limitado (aunque meritorio) y esta limitación nos advierte del peligro de abrir otros terrenos de explotación (sexual, reproductiva, transplante de órganos, etc).
La libertad es un valor importante en nuestra cultura. Hay quien defiende la libertad de una mujer para albergar en su útero a un niño que luego va a entregar a otra persona. El terreno laboral ilustra claramente cómo el argumento de la libertad se puede usar para justificar la explotación cuando las desigualdades son marcadas. En general, no se defiende el derecho a ser libre para trabajar por debajo del salario mínimo o sin unas medidas razonables de seguridad. Sólo cuando se tienen satisfechas unas condiciones básicas de seguridad y bienestar puede uno ser libre para decidir. Muchos trabajadores, y muchas potenciales 'madres de alquiler' no se encuentran en esa situación.
Se ha propuesto la regulación de la gestación subrogada para evitar la explotación. Tenemos regulación laboral. Tenemos regulación para evitar que bancos, grandes empresas y oligopolios abusen de su situación de superioridad y maltraten a los ciudadanos. Los hechos nos muestran la insuficiencia de las regulaciones. En algunos terrenos es preferible no dejar salir al genio de la botella. Una vez que sale es muy difícil volver a encerrarlo.
Otro argumento que se está esgrimiendo es que la prohibición de la gestación subrogada sólo afecta a los pobres porque los ricos pueden permitirse utilizarla en el extranjero. Éste me parece un argumento espurio. No vamos a legalizar la explotación sexual infantil porque algunos puedan permitirse realizarla en el extranjero. La ley tiene sus limitaciones y la territorialidad es una de ellas, pero eso no es razón abolir la ley y vivir en la jungla.
El último elemento que quiero considerar es la cuestión emocional. ¿Qué vínculos se establecen entre una madre de alquiler y su feto? ¿Qué efectos tiene su separación? Éste es otro elemento a tener en cuenta, que se puede investigar, pero para el que yo no tengo respuesta.
En conclusión, creo que la cuestión de la gestación subrogada es compleja y que hay que pensarla con detenimiento, evitando la polarización. En particular, me preocupa el peligro de la explotación reproductiva, que veo difícil de evitar si se abriesen las compuertas.
La obtención, por parte de Ana Obregón, a los 68 años, de una niña por gestación subrogada ha polarizado nuestro país en una discusión sobre la adecuación o no de esta práctica. Creo que se trata de un asunto complejo que el acaloramiento de los ánimos aparenta simplificar en dos posturas enfrentadas. Un escenario habitual, que me atrae para tratar de desenredar algunas de las cuestiones implicadas en el embrollo.
En primer lugar, la gestación subrogada invoca el concepto de 'madre', término bajo el que se incluyen funciones heterogéneas como la aportación del óvulo, el sostén en el útero durante unos nueve meses y la crianza. Estas funciones no siempre van juntas, pero se invocan a la vez con un solo significante y su desagregación puede generar la incomodidad asociada a tener que romper esquemas. Mucho más común que la gestación subrogada es la adopción y continúa chocando con un cierto tabú que en algunos casos lleva a la ocultación, con los problemas que eso ocasiona.