Los viejos fantasmas resucitan. Los proyectos faraónicos de macropuertos en El Gorguel y Escombreras vuelven, a pesar de que tenemos una amplia historia de las consecuencias e impactos negativos de macroproyectos, el último, la desaladora de Escombreras. Terminaremos, como siempre, pagando estos desaguisados la ciudadanía murciana. Uno tiene la sospecha de que se busca agitar el fantasma del puerto en El Gorguel para escándalo de la sociedad civil, las asociaciones sociales, ecologistas e investigadores y científicos y para que resalte la alternativa de la ampliación de Escombreras, como mal menor, y la ciudadanía acepte pulpo como animal de compañía. A la vuelta de vacaciones veremos la ofensiva mediático-institucional de agitación y propaganda sobre estos proyectos y su necesidad poco menos que imprescindible y vital para el desarrollo económico murciano.
El proyecto de ampliación de la dársena de Escombreras, denominado Barlomar, ha salido a consulta pública, comenzando así los tramites ambientales que llegarán hasta 2024. Este proyecto consta de una nueva terminal con capacidad para un millón de contenedores y un muelle para atraque para trabajos de mantenimiento de plataformas petrolíferas. Tiene una inversión de 800 millones de euros públicos y privados con un plazo de ejecución de seis años.
La Autoridad Portuaria de Cartagena (APC) encargó al Instituto Español de Oceanografía (IEO, CSIC) un estudio científico para analizar la conservación de los ecosistemas marinos del litoral cartagenero y los efectos que tendrían sobre ellos la construcción de un nuevo puerto en El Gorguel y la ampliación de la dársena de contenedores de Escombreras. El informe ha contemplado seis áreas de investigación: hidrografía, geociencias marinas, contaminación, praderas de Posidonia oceánica y las comunidades de macroalgas de la franja litoral, cartografía y valoración ecológica de las comunidades bentónicas de los fondos marinos y la actividad pesquera.
Se han identificado alteraciones del fondo marino relacionadas con la actividad humana histórica y actual, como los depósitos de estériles mineros en la bahía de Portmán y El Gorguel. En la zona de El Gorguel las praderas de Posidonia oceanica y comunidades litorales del alga parda Cystoseira amentacea tienen un óptimo estado de conservación, un síntoma del buen estado ecológico de la zona y de recuperación del ecosistema marino. Estos fondos fueron completamente recubiertos por los residuos vertidos desde las instalaciones mineras de Portmán hace unas décadas
En la zona de Escombreras y Cartagena las comunidades biológicas marinas de sus fondos se encuentran sensiblemente alteradas y a pesar de los elevados niveles de presión antropogénica frente a la dársena, los indicadores analizados reseñan que los fondos entre 30 y 50 metros mantienen un buen valor ecológico. Sin embargo un elemento negativo es el mal estado de las comunidades de algas litorales en la franja costera incluyendo la ausencia total de la pradera de Posidonia oceanica.
Se han analizado las concentraciones de una amplia variedad de metales en el sedimento, de origen diverso: actividades urbanas, industriales y tráfico marítimo, y la actividad minera histórica en la Sierra Minera y Bahía de Portmán. En los fondos de El Gorguel y frente Escombreras, los sedimentos han mostrado concentraciones particularmente elevadas de metales pesados potencialmente tóxicos para los organismos marinos, como arsénico, plomo y zinc que están por encima de los valores permitidos en las directrices para dragado y redistribución de sedimentos marinos.
Pero las reflexiones finales del informe no son nada favorables a las pretensiones de la Autoridad Portuaria de Cartagena. Las conclusiones del estudio apuntan a que la construcción del puerto de El Gorguel podría suponer volver a remover estos metales pesados y favorecer la acumulación en los organismos marinos o su redistribución a otras zonas por las corrientes marinas. El estudio concluye que la construcción de un puerto en El Gorguel implicaría la degradación ambiental del ecosistema marino de esta zona costera y paralizaría su proceso de recuperación tras el cese de los vertidos de residuos mineros en Potmán.
La construcción de dicho puerto podría suponer una amenaza del estado de conservación del ecosistema marino costero de la zona de Calblanque, que es una de las zonas marinas mejor conservadas y con mayor biodiversidad del litoral de nuestra región. El aumento del tráfico marítimo en la zona, será un elemento fundamental de introducción y dispersión de especies invasoras con un incremento del potencial riesgo de esta amenaza biológica sobre los ecosistemas marinos. Sería difícilmente compatible la ampliación de la dársena de Escombrera con la declaración de la reserva marina de cabo Tiñoso.
Los viejos fantasmas resucitan. Los proyectos faraónicos de macropuertos en El Gorguel y Escombreras vuelven, a pesar de que tenemos una amplia historia de las consecuencias e impactos negativos de macroproyectos, el último, la desaladora de Escombreras. Terminaremos, como siempre, pagando estos desaguisados la ciudadanía murciana. Uno tiene la sospecha de que se busca agitar el fantasma del puerto en El Gorguel para escándalo de la sociedad civil, las asociaciones sociales, ecologistas e investigadores y científicos y para que resalte la alternativa de la ampliación de Escombreras, como mal menor, y la ciudadanía acepte pulpo como animal de compañía. A la vuelta de vacaciones veremos la ofensiva mediático-institucional de agitación y propaganda sobre estos proyectos y su necesidad poco menos que imprescindible y vital para el desarrollo económico murciano.
El proyecto de ampliación de la dársena de Escombreras, denominado Barlomar, ha salido a consulta pública, comenzando así los tramites ambientales que llegarán hasta 2024. Este proyecto consta de una nueva terminal con capacidad para un millón de contenedores y un muelle para atraque para trabajos de mantenimiento de plataformas petrolíferas. Tiene una inversión de 800 millones de euros públicos y privados con un plazo de ejecución de seis años.