…Escrito en una máquina de echar la buenaventura:
El problema de los hombres son los hombres;
El problema de las mujeres, los hombres.
Erica Jong
-El universo se muere, explicaba un artículo, hace unas semanas –esta noche, Lady Chorima me atiende desde un escritorio virtual con las banderas de la Europa de los 28-. Yo pensaba: y en España, antes de la guerra de Ucrania, hablando sólo de defraudadores y de corruptelas políticas.
-Los titulares han cambiado de posición en la página, nuestra actualidad política es la de siempre… ¿Ese vaso de agua es real?
Yo había escogido para la ocasión el fondo del Atomium y, para acompañar la charla, una taza de chocolate. Está claro que las dos queríamos hablar de lo que se está cocinando en Bruselas.
-Es agua, sí –me dice ella-. Esta semana no he tenido tiempo para pasarme por el Systembolaget. Este mundo es una eme gigante, Lola… Ahora entiendo por qué los aborígenes australianos se alcoholizan. Es la única forma de soportar la existencia junto a los blancos. Ayer estuve de comida con varias colegas, era la primera vez que nos veíamos fuera del trabajo, ¿sabes de qué hablamos? De la mierda.
-Un tema goloso –apunto.
-Empezamos a propósito de los usos médicos, seguimos (obvio) con el incivismo de la gente. Qué te voy a contar, ¿no? Y de repente me acordé de la teoría de los inodoros de Erica Jong.
-Por cierto, ¿qué va a pasar con Suecia? –pregunto-. ¿Se va a meter en la OTAN?
-Ni idea. Mis compañeras comentaban que no tenía ningún sentido, que la OTAN es una institución anacrónica que debería haber desaparecido en cuanto se disolvió el Pacto de Varsovia. A ver qué hace el gobierno... ¿Te acuerdas de la teoría de los inodoros? –insiste ella.
-No.
Fue ella quien me leyó El Miedo a Volar cuando vivíamos en Madrid, entre asambleas de barrio y concentraciones en la Puerta del Sol.
-Pues te la voy a recordar, que he sacado el libro de la biblioteca –dice mostrándomelo-. La cosa es así: la protagonista, una neoyorkina de origen judío, que ha vivido muchos años en Heidelberg, regresa a Europa para asistir a un congreso sobre psicoanálisis en Viena. Está de los nervios porque, además del pánico a volar, tiene miedo de la patria de Hitler y se pasa buena parte del viaje despotricando contra los alemanes (mete a austríacos y alemanes en el mismo saco). Atiende, que esto es mierda de la buena –advierte con sonrisa pícara-, tendría que ser de lectura obligatoria antes de cada sesión de la Eurocámara, para bajarlos a la realidad. La introducción es una declaración de intenciones: “Miré un cartel de anuncios que decía SEI GUT ZU DEINEM MAGEN (pórtate bien con tu estómago), y odié a los alemanes por pensar siempre con sus malditos estómagos, su Gesundheit, como si hubieran inventado la salud, la higiene y la hipocondría. Les odié por su fanática obsesión por la ilusión de limpieza. Ilusión, cuidado, porque en realidad los alemanes no son limpios…” Y continúa así: “Limitaos a entrar en algún lavabo alemán y encontraréis una instalación distinta a la de cualquier otro lugar del mundo. Tiene una pequeña y preciosa plataforma de porcelana por la que debe caer la mierda, y así uno puede inspeccionarla antes de que desaparezca en el abismo acuoso… No falta el asqueroso trapo de una toalla pública, colgando encima de un minúsculo lavabo que sólo tiene un grifo de agua fría… Pensé mucho acerca de lavabos cuando viví en Europa. (Esto da la idea de lo mucho que Alemania me enloqueció.)”
-Los baños rusos son como los alemanes –comento yo-. Tienen la misma plataforma. A mí también me llamó la atención.
-¡No me digas! -me dice ella abriendo mucho los ojos.
- Yo pensaba que era para evitar salpicaduras...
-¡Eso explica muchas cosas!
Lady Chorima hace una pausa para beber y antes de continuar, comenta.
-La teoría de los inodoros empieza con Inglaterra: “El papel higiénico británico. Un sistema de vida. Acolchado. Se niega a empapar, reblandecerse o doblarse (hoja superior rígida). A menudo propiedad del gobierno. En la más definitiva asistencia social, incluso el papel higiénico está impreso con propaganda.”
-El Brexit estaba anunciado –bromeo yo.
-Espera, que no ha acabado: “El lavabo británico como último refugio del colonialismo. El agua precipitándose como las cataratas Victoria y tú eres el explorador. La aspersión en la cara. Por un breve momento, (mientras tiras de la cadena), Britannia vuelve a dominar sobre las olas. El tirador de la cadena es elegante. Una cuerda de campana en una mansión señorial (abierta al público, por unos peniques, los domingos)”.
-¡Tremenda!
-Vamos con los alemanes –anuncia Chori-. “Los lavabos alemanes observan distinciones de clase. En los vagones de tercera, tosco papel de embalaje. En primera clase: papel blanco. Llamado Spezial Krepp. No precisa traducción”.
-Sí que la precisa –interrumpo-, ¿qué es Spezial Krepp?
-Y Krepp es crepe, panqueque.
-¡Ah!
-“Sin embargo, el lavabo alemán es único…”, bueno –se interrumpe-, ya sabemos que no, puesto que el ruso también, “por su pequeño escenario (único en el mundo) en el que cae la mierda. Esto te permite mirar largamente, escoger entre candidatos políticos y pensar en lo que le vas a contar a tu analista. También bueno para mineros que intenten robar brillantes tragándoselos. En verdad los lavabos alemanes son la clave de los horrores del Tercer Reich. La gente que puede construir lavabos de este tipo es capaz de todo.”
Chori hace una pausa para consultarme con la mirada. Yo me limito a asentir con la cabeza mientras dejo enfriar el chocolate en la taza.
-Vamos con los italianos: “En ocasiones puedes leer trozos del Corriere della Sera antes de limpiarte el culo con las noticias. Pero, en general, los lavabos funcionan con rapidez y la mierda desaparece mucho antes de que puedas ponerte en pie y darte la vuelta para admirarla. De ahí el arte italiano. Los alemanes” (y los rusos) “tienen su propia mierda para admirar. Al no tenerla, los italianos hacen esculturas y pinturas.”
-Genial –le digo, muerta de risa.
-Vamos con los franceses, aquí iré directamente al grano: “Naranjos plantados en Versalles para cubrir el olor de los pozos muertos… No puedo comprender la filosofía y la literatura francesas a la vista del enfoque francés de la merde…” Y para concluir, veamos cómo se lo montan los japoneses… “El agacharse como factor básico de la vida en Oriente. La taza al nivel del suelo. Detrás, unos adornos de flores. Tiene algo que ver con el Zen.”
-¿Eso es todo?
-Sí, esta teoría es sólo un esbozo. Habría que completarla y ampliarla.
-Qué pena que no analizara los españoles…
-Los españoles son como los italianos. Meridionales.