El exfutbolista y presentador deportivo de la BBC Gary Lineker ha sido “cancelado” por la empresa pública de comunicación británica y, tal como están las cosas en el momento de escribir este artículo, ya no presentará su programa 'Match of the day'. Distintos personajes públicos han mostrado su apoyo al comunicador, abriéndose un debate sobre la libertad de expresión.
El origen de la sanción a Lineker fue el malestar de la BBC con una comunicación de aquél en su cuenta de Twitter, en la que criticaba la política restrictiva del Reino Unido en cuanto a la acogida de refugiados, llegando a compararla con la Alemania nazi.
La determinación de qué ideas puede expresar alguien como Lineker en la BBC, y cuáles son inapropiadas, es una cuestión compleja. Por una parte, entendemos la libertad de expresión como un derecho humano fundamental, recogido en el artículo 19 de la Declaración Universal de Derechos Humanos. Aún resuena la expresión atribuida a Voltaire, apócrifamente al parecer, “no estoy de acuerdo con lo que dice, pero defenderé con mi vida su derecho a decirlo” mitificando la libertad de expresión como uno de los referentes de nuestra cultura.
Por otra parte, no creo que sea apropiado que un individuo secuestre un medio de comunicación y lo convierta en su plataforma privada para promover su causa particular. En cualquier estructura, esto no se aplica sólo a los programas deportivos de televisión, cada uno tiene una función y debe centrarse en ella. El ejercicio de una función tiene una cierta holgura, y siempre he sido partidario de hacer amplias estas holguras para promover la libertad y la construcción subjetiva de los individuos, en vez de cosificarlos como autómatas, pero todo tiene un límite. Además, la BBC, como cualquier otro medio de comunicación, tiene una línea editorial que debe ser respetada por sus trabajadores, lo que supone una restricción a su libertad de expresión en ese medio.
La BBC se ha caracterizado por una línea editorial bastante abierta. Más allá de su orientación liberal, ha sido la política de ese conjunto de cadenas la búsqueda del diálogo entre las dos caras de la moneda en cualquier cuestión. Esto les ha valido críticas en casos en los que determinadas cuestiones han parecido simples y las dos caras de un asunto se podían equiparar de forma bastante aproximada al bien y el mal. Por otra parte, hay temas que no se representan bien abordando solamente dos visiones alternativas, al ser complejos y requerir más enfoques para su comprensión. En cualquier caso, a pesar de sus limitaciones, la BBC ha buscado tradicionalmente la apertura al diálogo y a la diversidad de enfoques, lo que choca con la actitud restrictiva que muestra en el caso de Lineker.
Más allá de la compleja cuestión que supone el uso de un medio de comunicación público como la BBC (o de una corporación privada), lo que más sorprende del caso de Gary Lineker es que su comunicación polémica no la realizó en dicho medio, sino en su cuenta privada de Twitter. Esto cambia el foco de la cuestión a un asunto diferente, que me parece bastante más simple.
Entiendo que Lineker puede decir lo que quiera en su cuenta privada de Twitter amparándose en la libertad de expresión que, como he dicho antes, es un derecho humano fundamental. Las únicas restricciones legítimas que reconozco a esta expresión particular son las que marque la ley, variable según épocas y lugares, y que atienden a cuestiones como el honor de los demás en caso de injurias, la promoción de delitos u odio, o el peligro de desinformación de la población en temas sensibles, como la salud pública, cuando se comuniquen hechos falsos (lo que no es aplicable a cuestiones de opinión).
La reputación de la BBC se puede ver salpicada por las opiniones de sus trabajadores, igual que alguien desinformado podría atribuir mis ideas al Servicio Murciano de Salud en el que trabajo. También mi reputación puede verse afectada por lo que hagan o digan mis vecinos y existen “rankings” de valoración de vecindarios, países y culturas. Por ello, entre otras causas, los tiranos siempre han tratado de controlar las ideas que se expresan y ajustarlas al canon de turno. Las sociedades, por su parte, siempre han presionado a sus miembros para que se conformen al “status quo”.
Si bien una cierta presión social constituye un impulso saludable hacia un comportamiento ético, a partir de cierto grado de coerción esto resulta ilegítimo, y creo que éste es un fenómeno que va en aumento en nuestro entorno. Me parece grave, dado que afecta a derechos fundamentales. Cuando esto lo hace un empleador, resulta más grave todavía. Me duele que esto lo haga la BBC, que ha constituido un faro de libertad durante tanto tiempo.
Con posterioridad a la redacción de este artículo la BBC restituyó a Gary Lineker como presentador de 'Match of the day'. Rectificar es de sabios.