Caso de Beniaján, Murcia: la Guardia Civil interviene tras la denuncia de una violación múltiple, pero queremos resaltar que la agredida dice que tardó varios días en atreverse a denunciar. Sobre esto queremos pararnos a reflexionar.
Esta mujer había ido con unos conocidos a un lugar apartado y en un momento dado perdió el conocimiento porque había tomado bebidas con alcohol y al parecer “sus Prenda” le dieron otras sustancias bajo engaño. Cuando vuelve en sí se da cuenta que la estaban violando, insiste en que la dejen y al final pudo escapar.
Va a un hospital, pero no va acto seguido a denunciar los hechos. Dice ella misma que no se atreve.
Nos preguntamos el porqué de ese miedo que sigue a la agresión y tenemos la respuesta: por la cultura patriarcal instalada en nuestra sociedad. Una cultura que le pregunta a la agredida por qué se va a un sitio alejado a beber con hombres. Que, entonces, la culpa la tiene ella.
Y ella, y todas las mujeres lo sabemos, tenemos interiorizado que no podemos hacer lo mismo que hacen los hombres, la tan manida frase: “¡A ver dónde vas y con quién; luego no te quejes!”. Y sabe que si denuncia le echarán la culpa a ella, la culpa social de la que hablamos y puede que no crean su relato, incluso que la acusen de denuncia falsa y encima `la justicia´ acabe culpabilizándola a ella, la víctima.
¿Qué pruebas tiene? Y si las tuviera, ¿cómo jueces y juezas patriarcales, sin formación en perspectiva de género, machistas y de ideología retrógrada, las interpretarán? Se pregunta, que si le dicen `los expertos (y expertas) en violaciones´ que su violación no es violación; cómo se sentirá al recordar el juicio y la famosa sentencia de `La Manada´. `Su Manada´ la ha acosado, humillado y agredido y angustiada se va a su casa y se calla.
Aunque algo está cambiando, esta cultura patriarcal empieza a resquebrajarse. El feminismo desde hace décadas en pie de guerra lucha por algo tan obvio como que las mujeres tenemos los mismos derechos que los hombres en todos los ámbitos y estamos saliendo a la calle a gritarlo. Y ella ha oído esos gritos y se da cuenta que no está sola, que otras mujeres (y algunos hombres) la acompañan, el feminismo la acompaña. ¡La calle y la noche también son nuestras!
Y se anima, se empodera y tras cuatro días de sufrimiento ya se atreve. Lo cuenta, lo denuncia, tiene el parte médico. Su calvario no terminará ahí, lo sabe, luego vendrán nuevos interrogatorios, la sentencia, pero a lo que no está dispuesta es a que su caso quede invisible, su episodio de horror tiene que servir para que otras mujeres no tengan que sufrir lo mismo que ella. ¡Ninguna agresión sin respuesta!
Pero aunque el feminismo va afianzándose en la sociedad, se abre paso lentamente, no es mayoritario, domina el patriarcado. Ayer declararon los tres detenidos, nos llega la noticia de que en sus alegaciones han dicho que ella es prostituta. ¡La guinda patriarcal que faltaba! No podía faltar esta alusión. No sabemos si lo que querían decir en su defensa es que si esa mujer se había ido con ellos había tenido un comportamiento de puta o si dijeron que su profesión es el trabajo sexual, y eso ¿qué eximente puede ser? Toda mujer es libre de elegir con quién se va, cuándo y para qué. Pero lo que no elige es la violación, sea monja, profesora, trabajadora sexual, dependienta de comercio o cualquier otra profesión.
Hoy sabemos que tras las declaraciones en el juzgado, `los Prenda´ están en libertad con el cargo de abuso sexual (Sanfermín sentó cátedra).
Tras este episodio, se han producido, en poco intervalo de tiempo, otros dos de violación, uno en El Palmar y otro en Torre-Pacheco. ¿Cuántos más tenemos que seguir soportando, en Murcia y a lo largo y ancho de todo el Estado?
Las mujeres queremos soluciones ya. Los partidos políticos firmaron un Pacto de Estado contra la Violencia de Género, ¿de qué ha servido?, no vemos ningún indicio de cambio. Parece que no hay presupuesto para llevarlo a cabo, entonces, ¿para que se firma? Habría que firmarlo cuando se asegure el presupuesto necesario para que sea efectivo, si no es papel mojado. ¿A quién pretenden engañar?