Hace ya algún tiempo que me hago algunas preguntas: ¿Cómo es posible que gente buena de toda la vida acaben apoyando políticas del odio contra colectivos concretos? ¿Cómo es posible que un trabajador o trabajadora rechace y odie a personas que han logrado mejorar sus condiciones laborales y, en cambio, apoyen a personas que quieren empeorar sus condiciones laborales? ¿Cómo es posible que personas con una visión bonica de la vida, algunos con estudios universitarios, puedan negar el cambio climático o la violencia machista? Estas preguntas y otras rondan mis pensamientos y mis sentimientos y reconozco que provocan mucho desasosiego interior y mucha preocupación, pasando, en infinidad de veces, a la tristeza, sobre todo, cuando percibes claramente que hay gente conocida que siempre te ha saludado amablemente y ahora o no saludan o un saludo muy distante y seco. Una pena. Formas parte de su rechazo y de su odio.
Dando vueltas, he encontrado una posible explicación, habrán muchas más, y es que para generar y fabricar odio es necesario primero construir miedo y ya sabemos que el miedo es la mejor arma de control, dominación y manipulación. El miedo se basa en esta estrategia en que creas y sientas que un colectivo es una amenaza para tu bienestar y tu seguridad. Una vez conseguido esto, el odio cae como fruta madura. Ese miedo se crea construyendo enemigos e identificando a un colectivo con la maldad intrínseca.
Establecen algunas estrategias para conseguir ese miedo como antesala del odio. No hay que perder nunca de vista que estos sectores disponen de grandes capitales y, por tanto, de grandes recursos y de medios, incluidos medios de comunicación tradicionales y redes sociales.
Estas estrategias se vertebran en dos pilares: Uno es diferenciar los hechos de los relatos, donde al final lo fundamental es el relato que nada tiene que ver con los hechos, y aquí entra los bulos, las noticias falsas, las mentiras, el engaño y la manipulación. El otro es articular todo un discurso de la identidad, la seguridad y el señalamiento de un enemigo, que es el causante de todos tus males. Combinando estos dos pilares se consigue que interioricemos el miedo y de ese miedo demos un salto al odio, para satisfacción de los que elaboran esta estrategia, que sonlos adinerados y los grupos de poder para que puedan controlar y dominar a toda la sociedad y neutralizar y arrinconar a aquellos que quieren una sociedad socialmente inclusiva en todos los ámbitos. Se trata que los ricos puedan hacer lo que quieran para acaparar todas las riquezas, destruyendo vidas, familias y la naturaleza, y el resto de la población esté sometida a su voluntad mostrando una total servidumbre.
Vamos a reflejar ejemplos de esta realidad, que considero que está más candente en el momento actual.
Hay un hecho incuestionable como es la violencia machista, donde hay, desde que se empezó a cuantificar, más de mil cien mujeres asesinadas por su pareja y ex pareja. Hay hombres que consideran que su pareja les pertenece, es suya o para nadie más. Es una realidad terrible. El relato de sectores de la ultraderecha es afirmar que hay muchas denuncias falsas, cuando los datos indican solo un 0,007%, según datos del Consejo General del Poder Judicial. En ese relato machista, afirman que una mujer denuncia sin más a su pareja y éste es encarcelado sin ninguna prueba que acredite ladenuncia. El hecho es que la mujer cuando denuncia tiene que acreditarlo y entre esa acreditación está el informe forense. Tristemente, recientemente una mujer denunció a su expareja de acoso y dos guardias civiles no dieron importancia y esa mujer fue asesinada. Estos son los hechos, pero, lo que predomina es el relato machista en sectores muy importante de la sociedad. En este sentido, vemos como, desde ese relato machista, se acusa al feminismo de querer la superioridad de la mujer, cuando los hechos indican que el feminismo es un movimiento histórico que lucha contra la discriminación de la mujer y pretenden la igualdad plena entre hombres y mujeres, los mismos derechos y las mismas obligaciones.
También lo vemos en el rechazo a personas refugiadas e inmigrantes. Los datos indican que aportan un tanto por ciento importante al PIB, que mantienen sectores como la agricultura, la hostelería y los cuidados de nuestros mayores. Esos son los datos, el relato es que cobran una ayuda cuando vienen y no hacen nada. En este sentido, se alimenta el miedo identificándolos con la delincuencia como colectivo y ahí entramos en el racismo y la xenofobia. Aquí juega un papel importante las noticias falsas. Además, cuando una persona de una nacionalidad determinada realiza una acción heroica, salvando una vida, lo ocultan; en cambio, cuando realiza una acción presuntamente delictiva enseguida se maximaliza. Aprovechan de que siempre el diferente genera un recelo y una alerta socialmente. He visto personas rechazar a inmigrantes y al mismo tiempo tenerlos trabajando en condiciones indignas. Aquí entraría lo que decía Joseph Goebbels, ministro de propaganda nazi, de que una mentira repetida muchas veces se convierte en una verdad.
En cuanto a la identidad y la seguridad, se trata de patrimonializar todos los símbolos nacionales como pueden ser la bandera, el himno, la unidad desde la uniforme y la centralidad en la capital. En este juego, agasajan a las fuerzas de orden público y las fuerzas armadas para que estén al servicio de sus intereses, sabiendo que esta identificación va a generar rechazo en otras opciones políticas y sociales, por ejemplo, d la bandera. El estratega de esto es Steve Bannon.
Esta identidad y esa seguridad conllevan el miedo a todos los que tienen una concepción mucho más integral, globalizada e inclusiva. En esa identidad entra el supremacismo blanco, ser hombre, heterosexual, con un nivel económico alto, aquí entrarían las mujeres, de derecha y ultraderecha. Por tanto, se odia lo intercultural, la igualdad entre hombres y mujeres, el respeto a la orientación sexual, a la izquierda y a los movimientos sociales, considerándolos enemigos del país, que hay que derrotar y someterlos.
Hay que decir que el miedo y el odio generan irracionalidad. Los vemos en una clase trabajadora que apoya a partidos que no quieren subir el Salario Mínimo Interprofesional o la estabilidad en el empleo; rechazando a aquellos partidos que han logrado mejoras en los derechos laborales. Hay otro ejemplo claro de esto: Dicen que los inmigrantes nos quitan el trabajo y cuando les dice quién es el que contrata, si esa persona inmigrante o el empresario, se callan, acabando reconociendo de que el empresario contrata a personas inmigrantes porque pueden pagarles menos y que echen más horas de trabajo.
Lo tremendo de todo esto es que funciona, porque no pensamos, porque no reflexionamos, porque no buscamos la información para analizarla y sacar nuestras propias conclusiones. En estos tiempos pensar, preguntarnos el porqué de lo que ocurre, es un acto revolucionario, aunque es sencillamente un acto humano.
Hace ya algún tiempo que me hago algunas preguntas: ¿Cómo es posible que gente buena de toda la vida acaben apoyando políticas del odio contra colectivos concretos? ¿Cómo es posible que un trabajador o trabajadora rechace y odie a personas que han logrado mejorar sus condiciones laborales y, en cambio, apoyen a personas que quieren empeorar sus condiciones laborales? ¿Cómo es posible que personas con una visión bonica de la vida, algunos con estudios universitarios, puedan negar el cambio climático o la violencia machista? Estas preguntas y otras rondan mis pensamientos y mis sentimientos y reconozco que provocan mucho desasosiego interior y mucha preocupación, pasando, en infinidad de veces, a la tristeza, sobre todo, cuando percibes claramente que hay gente conocida que siempre te ha saludado amablemente y ahora o no saludan o un saludo muy distante y seco. Una pena. Formas parte de su rechazo y de su odio.
Dando vueltas, he encontrado una posible explicación, habrán muchas más, y es que para generar y fabricar odio es necesario primero construir miedo y ya sabemos que el miedo es la mejor arma de control, dominación y manipulación. El miedo se basa en esta estrategia en que creas y sientas que un colectivo es una amenaza para tu bienestar y tu seguridad. Una vez conseguido esto, el odio cae como fruta madura. Ese miedo se crea construyendo enemigos e identificando a un colectivo con la maldad intrínseca.