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¡Murcia, qué poco turística te hacen! Cuando el “sol y playa” no es suficiente

Tudmur

3.000 horas y 300 días de sol al año y casi 300 km de costa repartidos en dos mares. Clima idóneo, bellos paisajes, buenos vinos y comida excepcional ¿Qué más se podría necesitar en esta tierra bañada por el Mediterráneo para convertirla en un destino turístico de primer orden?

Bajo esta premisa, los políticos regionales han planteado durante décadas estrategias turísticas similares para la Región de Murcia desde que España fuese promocionada turísticamente en los años sesenta por el ministro franquista Manuel Fraga con el más que recordado eslogan “Spain is different”. Desde entonces, la costa murciana vivió un “boom” urbanístico sin precedentes del que nuestro medio natural y la Ley de Costas actual tendrían mucho que decir al respecto. Sol, playa y, a la falta de agua, campos de golf.

Hace unas semanas, la Federación Regional de Empresarios de Hostelería (Hostemur) alertaba del estancamiento del turismo en la Región, tal y como reflejan los datos de ocupación hotelera durante el último periodo estival. Para Hostemur, la solución está en una restructuración del sector, promocionar más eventos e infraestructuras y la creación de un mayor número de plazas hoteleras, ubicándose 3 de cada 4 de las actuales en la costa. Si bien aciertan al remarcar la relevancia que merece el turismo de interior y la necesidad de un mayor número de plazas hoteleras, su silencio durante años contra las políticas del Partido Popular nos hace difícil comprender que Hostemur realmente entienda la base del problema.

La llegada del AVE por Alicante y las numerosas mordidas y retrasos en su llegada a Murcia nada tienen que ver con la lucha vecinal de la Plataforma Pro-Soterramiento de las Vías de Murcia, sino con la desidia de unas políticas regionales que siguen lastrándonos económicamente año tras año. Todo ello mientras el Aeropuerto de Corvera llega mal, endeudado y tarde, mucho tiempo después de que el Aeropuerto de Alicante-Elche le comiese la tostada y se desaprovechase el potencial que ofrecía (y ofrece) el Aeropuerto de San Javier. Y qué decir de la falta de acciones medioambientales a adoptar en el languideciente Mar Menor, cuya única solución pasa por una futura foto de Pablo Casado bañándose en nuestra laguna salada a lo Palomares, instantánea solicitada enérgicamente por aquel político regional que trató de privatizar el Faro de Cabo de Palos no tanto tiempo atrás.

Una buena parte de los políticos y empresarios regionales siguen sin comprender que existe un turismo más allá de eventos estacionales, campos de golf  y nuestra más que conocida gastronomía. Un tipo de turismo que precisa de estrategias y políticas a largo plazo y un fuerte compromiso con el patrimonio de nuestro territorio. Ese turismo no es otro que el cultural, el cual pocos sitios como Cartagena han sabido entenderlo y explotarlo a través de una gran concienciación patrimonial de su ciudadanía. La documentación, conservación y puesta en valor de su patrimonio arqueológico ha convertido a Cartagena en todo un referente turístico de primer orden, reflejado en la actualidad en la decenas de cruceros y de miles de visitantes que visitan la ciudad año tras año. Al tiempo que Lorca sigue la estela cartagenera, Murcia tiene la oportunidad de hacerlo a través del yacimiento de San Esteban y el conjunto arqueológico de Monteagudo tras años de desidia con su patrimonio material.

Para entender nuestro patrimonio como un potentísimo dinamizador cultural, social y económico tienen que aplicarse políticas comprometidas con esta estrategia que aglutinen y vertebren ese inmenso patrimonio cultural, histórico y arqueológico que atesora nuestra tierra más allá de las acciones tomadas a cabo por cada localidad. No valen meras fachadas de políticas culturales como las que hemos visto hasta ahora, como tampoco valen altos presupuestos en las fiestas locales mientras que los museos están bajo mínimos y la precarización laboral en el sector cultural y turístico traspasan la indecencia.

¿Cómo promocionar la cultura de la Región de Murcia cuando en el propio mapa turístico realizado por esta misma aparecen más campos de golf (11) que conjuntos históricos (10)?, ¿cómo atraer turistas cuando se enmascara nuestro patrimonio cultural con la etiqueta de “religioso”?, ¿cómo lograrlo sin aprovechar el inmenso potencial que ofrece el turismo extranjero que habita y visita nuestras costas?, o ¿cómo hacerlo ante la falta de rutas turísticas realmente financiadas y promovidas por el gobierno regional de nuestro patrimonio argárico, romano o andalusí?

Más allá de la instantánea de la Catedral de Murcia eternamente promocionada por el gobierno regional, existe un variado y amplísimo patrimonio natural y cultural en nuestra tierra aún por poner en valor y dar a conocer: La tradición vinícola del Altiplano, la belleza paisajística del Noroeste, la herencia morisca del Valle de Ricote, el legado medieval del Río Mula, las raíces andalusíes de la Huerta de Murcia, el patrimonio argárico del Guadalentín o la historia marítima del Campo de Cartagena.

Muchas son las opciones de dinamizarlo y pocas las soluciones que se han buscado desde las instituciones. Mientras, esta labor seguirá en manos de asociaciones culturales y una parte de la ciudadanía que, a través de escasas ayudas o por mero altruismo, tratan de conservar y difundir un patrimonio que dinamitan día a día aquellos sus responsables que deberían ver en él la solución a un sector turístico que languidece.

*Artículo original de  Antonio Luis Martínez Rodríguez (Tudmur)

3.000 horas y 300 días de sol al año y casi 300 km de costa repartidos en dos mares. Clima idóneo, bellos paisajes, buenos vinos y comida excepcional ¿Qué más se podría necesitar en esta tierra bañada por el Mediterráneo para convertirla en un destino turístico de primer orden?

Bajo esta premisa, los políticos regionales han planteado durante décadas estrategias turísticas similares para la Región de Murcia desde que España fuese promocionada turísticamente en los años sesenta por el ministro franquista Manuel Fraga con el más que recordado eslogan “Spain is different”. Desde entonces, la costa murciana vivió un “boom” urbanístico sin precedentes del que nuestro medio natural y la Ley de Costas actual tendrían mucho que decir al respecto. Sol, playa y, a la falta de agua, campos de golf.