Como si estuviéramos jugando en el patio del colegio, gran parte de las tensiones vividas actualmente al mismo tiempo tanto en el Gobierno regional como en Ciudadanos, uno de los socios de la coalición, pasan por quién se pide qué. Mientras que el jefe de Ejecutivo, Fernando López Miras, quiere volver a presentarse como candidato a la presidencia en las próximas elecciones y necesita el apoyo del partido naranja para cambiar la actual ley que permite solo dos mandatos que él ya ha cumplido; la actual portavoz del Gobierno y coordinadora de Ciudadanos, Ana Martínez Vidal, quiere convertirse en la nueva vicepresidenta de Gobierno y quitarse de en medio a su rival en el partido naranja Isabel Franco. Sólo tiene potestad para ello el presidente. Uno por otra. Pero mientras ella no para de anunciar esa “remodelación integral” con el objetivo principal de quitarse de encima a la también consejera de Política Social, López Miras se hace el sueco. Por el momento ha dicho entre los suyos que no quiere que le marquen “el ritmo”. Este tipo de negociación, además, no se suele airear en los medios sino que es pasto de mesa camilla. Ciudadanos está aprendiendo de Podemos el hecho de presionar al socio de gobierno utilizando a los mass media ya veremos con qué éxito.
Por este motivo, la semana pasada vivimos toda clase de declaraciones, renuncias, llantos y amenazas políticas. Si Martínez Vidal dijo que quería a los consejeros en el Gobierno por la parte de Ciudadanos con carnet del partido, la extitular de Transparencia Beatriz Ballesteros, jueza y sin afiliar, pilló la indirecta y presentó la dimisión el pasado jueves antes de que la echaran. La portavoz del Gobierno y coordinadora naranja también tuvo tiempo de recordarle a la consejera de Educación, Esperanza Moreno (PP) su descontento porque no se hayan establecido umbrales de contagio para ir limitando la semipresencialidad en la educación. Por si hubiera pocas advertencias en el ambiente, Martínez Vidal recordó que la “remodelación integral” no sólo iba a afectar a las personas, sino a la estructuración de las propias carteras del Gobierno, es decir, que iban a caer de uno y otro lado de la coalición. A López Miras estas prisas no le cayeron bien, al margen de lo que estuviera o no pactado.
Otros partidos están esperando salir a jugar si la cuerda se tensa mucho. Si López Miras sigue sin darse por enterado, Martínez Vidal bien puede jugar la carta de la moción de censura y plantificarse con el PSOE de Diego Conesa en el Gobierno ya que los números dan y a eso se comprometió Inés Arrimadas cuando vino a la Región en campaña electoral. También las encuestas del CEMOP vienen señalando que el partido naranja se hunde en Murcia y que el PP tan sólo necesitaría a Vox como socio de Gobierno -actualmente la coalición del PP y Ciudadanos necesita el apoyo externo de Vox en la Asamblea Regional-. Eso sí, desconozco las ganas que tengan el uno y la otra de mirar a su derecha e izquierda, respectivamente. En realidad, el PP es tan liberal en sus políticas económicas como Ciudadanos conservador en sus ideas políticas.
Luego están esas nimiedades como qué medidas económicas, sanitarias y educativas adoptar en medio de una pandemia mundial, además de la firma del acuerdo para los presupuestos regionales para 2021. Pero, en fin, ya se imaginan que mucho más importante que todos estos asuntos es cómo vayan las negociaciones en las que Ana se pide vice y Fernando, presi. Faltaría más.
Como si estuviéramos jugando en el patio del colegio, gran parte de las tensiones vividas actualmente al mismo tiempo tanto en el Gobierno regional como en Ciudadanos, uno de los socios de la coalición, pasan por quién se pide qué. Mientras que el jefe de Ejecutivo, Fernando López Miras, quiere volver a presentarse como candidato a la presidencia en las próximas elecciones y necesita el apoyo del partido naranja para cambiar la actual ley que permite solo dos mandatos que él ya ha cumplido; la actual portavoz del Gobierno y coordinadora de Ciudadanos, Ana Martínez Vidal, quiere convertirse en la nueva vicepresidenta de Gobierno y quitarse de en medio a su rival en el partido naranja Isabel Franco. Sólo tiene potestad para ello el presidente. Uno por otra. Pero mientras ella no para de anunciar esa “remodelación integral” con el objetivo principal de quitarse de encima a la también consejera de Política Social, López Miras se hace el sueco. Por el momento ha dicho entre los suyos que no quiere que le marquen “el ritmo”. Este tipo de negociación, además, no se suele airear en los medios sino que es pasto de mesa camilla. Ciudadanos está aprendiendo de Podemos el hecho de presionar al socio de gobierno utilizando a los mass media ya veremos con qué éxito.
Por este motivo, la semana pasada vivimos toda clase de declaraciones, renuncias, llantos y amenazas políticas. Si Martínez Vidal dijo que quería a los consejeros en el Gobierno por la parte de Ciudadanos con carnet del partido, la extitular de Transparencia Beatriz Ballesteros, jueza y sin afiliar, pilló la indirecta y presentó la dimisión el pasado jueves antes de que la echaran. La portavoz del Gobierno y coordinadora naranja también tuvo tiempo de recordarle a la consejera de Educación, Esperanza Moreno (PP) su descontento porque no se hayan establecido umbrales de contagio para ir limitando la semipresencialidad en la educación. Por si hubiera pocas advertencias en el ambiente, Martínez Vidal recordó que la “remodelación integral” no sólo iba a afectar a las personas, sino a la estructuración de las propias carteras del Gobierno, es decir, que iban a caer de uno y otro lado de la coalición. A López Miras estas prisas no le cayeron bien, al margen de lo que estuviera o no pactado.