Creo que pasará a la historia de la política murciana el callejón sin salida al que Ramón Luis Valcárcel ha conducido a su partido por pura cabezonería –y supongo que por algún otro interés-, cuando apostó por encastillarse de la peor de las maneras en un momento crucial en la historia reciente, manteniendo el plantel de sospechosos investigados por la justicia, evitando cualquier tipo de regeneración en su partido, marginando al presidente Garre y poniendo de candidato a un alcalde de la era del ladrillo, simplemente por ser su más querido delfín.
Pues bien, tras el 24-M y a pesar de nuestra inefable Ley Electoral -ésa sí que “retuerce” cada cuatro años la voluntad de los murcianos-, todo aquel plantel se ha visto obligado a hacer las maletas, excepto, claro está, el candidato 'PAS'. Pero he aquí que el pasado siempre vuelve, y a pesar de los intentos de Pedro Antonio Sánchez por mostrarse como una nueva cara con nuevas formas –aunque el primer día amenazó con repetir elecciones, todo sea dicho-, lo cierto es que su credibilidad como opción “regeneradora” es nula viniendo de donde vienen sus apoyos y teniendo en cuenta su pasado reciente.
Por más que lo intente, nuestro 'PAS' no será nunca la versión murciana de Cristina Cifuentes. De hecho está más cerca de otro político con “padrino” –madrina en este caso-, que fue descabalgado: Ignacio González. Nuestro 'intento de Cifuentes' fue en realidad Alberto Garre, y ha acabado como todos sabemos: Ninguneado.
¿Qué hará C's ante este escenario? Pues por las declaraciones de su número dos, tiene pinta de que seguirán con el pacto que permitirá a 'PAS' ser presidente, a pesar de que vuelve a ser llamado a declarar, en este caso por la Juez de Lorca. Y me da la sensación de que, dada la sintonía que en todo momento tuvieron durante las negociaciones PSOE y C’s, el apoyo a 'PAS', por más que se vendiera caro, responde más a una orden de “arriba” –en esta ocasión no se podrá decir “de Madrid” sino más bien “de Barcelona”- que a la voluntad de los dirigentes murcianos del partido naranja.
Es lo que tiene el sucursalismo. De ahí que en Cartagena, sin sucursalismos de por medio y gracias a un partido propio como MC, el resultado haya sido bien distinto.
Supongo que a muchos murcianos hoy les rondará la misma pregunta por la cabeza: ¿No habría sido más fácil para el PP poner a Garre de candidato? Si los votantes populares quieren encontrar un culpable, sólo tienen que mirar a Bruselas.
Creo que pasará a la historia de la política murciana el callejón sin salida al que Ramón Luis Valcárcel ha conducido a su partido por pura cabezonería –y supongo que por algún otro interés-, cuando apostó por encastillarse de la peor de las maneras en un momento crucial en la historia reciente, manteniendo el plantel de sospechosos investigados por la justicia, evitando cualquier tipo de regeneración en su partido, marginando al presidente Garre y poniendo de candidato a un alcalde de la era del ladrillo, simplemente por ser su más querido delfín.
Pues bien, tras el 24-M y a pesar de nuestra inefable Ley Electoral -ésa sí que “retuerce” cada cuatro años la voluntad de los murcianos-, todo aquel plantel se ha visto obligado a hacer las maletas, excepto, claro está, el candidato 'PAS'. Pero he aquí que el pasado siempre vuelve, y a pesar de los intentos de Pedro Antonio Sánchez por mostrarse como una nueva cara con nuevas formas –aunque el primer día amenazó con repetir elecciones, todo sea dicho-, lo cierto es que su credibilidad como opción “regeneradora” es nula viniendo de donde vienen sus apoyos y teniendo en cuenta su pasado reciente.