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Puente, claroscuros, luz tenue
Desde que el viernes España se fue de puente, López Miras ha acabado su campaña de legitimación vendiéndonos que el PP murciano se ha renovado; Errejón y Madina parecían demostrar que para ser lúcido y de izquierdas tienes que perder en tu partido y la prisión permanente revisable se ha convertido en un verdadero folclore
Confirmamos que ser conservador está demodé, por eso, López Miras ha decidido impulsar un cambio ideológico en su partido y transitar hacia el “liberalismo pragmático”, vete tú a saber qué es eso. Porque dicho así suena a despido libre y con un abrazo de indemnización o a un artefacto político para que Ciudadanos deje de crecer (ellos sí que molan).
Es difícil aumentar la deuda pública a ritmo exponencial y decir que uno es liberal pragmático cuando, en realidad, tras 24 años de mayorías absolutísimas –que diría Sara Montiel– son conservadores- corporativistas y muy “murcianeros”, como se suele decir, cosa que no está ni bien ni mal, simplemente está. Eso sí, López Miras es MBA y esto tiene pinta de ser muy Sillicon Valley, que es lo que nos hace falta, libre mercado –aunque libre, libre, tampoco, libre sin control ejecutivo, pero competencia en condiciones de igualdad ya tal–. Solo les ha faltado contarnos que el Presidente es un “hombre hecho a sí mismo” y que le encantó DiCaprio en El Lobo de Wall Street.
En ese Congreso, calificado por la prensa como el de la “renovación” y “operación legitimación”, se ha vivido más bien un refrito de aceite de freidora de un mes. Muy pocas caras nuevas entran a la dirección y más bien hay un cambio de posiciones, como aquella vez que el Señor Burns se disfrazó de jovenzuelo. La única entrada ciertamente renovadora ha sido la de Rebeca Pérez, Portavoz del Ayuntamiento de Murcia.
Por lo demás, López Miras ha prescindido del cargo que él ocupaba antes de ser Presidente –el de coordinador general– y ha puesto a Pelegrín, Calderón y Jódar, unos recién llegados a la política, como Vicepresidentes. Después de una “reñida votación”, donde otro Garre ha intentado empañarle su momento, López Miras fue elegido entre los –pocos– afiliados que estaban al corriente de pago como candidato legítimo 2019. Cuentan por ahí que algunos alcaldes, como el de Ceutí, se quedaron sin derecho a voto por no estar al día de sus obligaciones con el fisco popular. Todo esto sucede mientras la antigua fuerza territorial de los populares da muestras de venirse abajo y la dirección sabe que, sin los municipios, es imposible ganar San Esteban, por lo que desplegará en las candidaturas municipales buena parte de sus esfuerzos estratégicos.
CONTRA LA IZQUIERDA SOBERBIA
La impotencia de la izquierda nacional empieza a cansar. Encerrada en su ático teórico y cosmopolita, la izquierda se limita a maldecir a todo aquel “inculto” que vota a las derechas. “¿Cómo pueden ser tan tontos?”, dice el seguidor promedio del tuitero de turno. Frente al hastío permanente de unas fuerzas populares que odian al pueblo, Errejón pareció poner en Villaverde un poco de sentido común –en términos de Mouffe–. Una paradoja bien creada por Évole nos recordó, de nuevo, que en España parece que cuanto mejor caes, menos posibilidades tienes de ganar algo o como dijo en aquella campaña del 86 Suárez, “besarme menos y votarme más”. Los inscritos en Podemos –y los militantes de un PSOE que sigue sin levantar cabeza– deben darle una vuelta a sus decisiones sobre los liderazgos que les pueden hacer ganar este país para su gente, con menos literatura monederista y más sentir de calle.
PRISIÓN PERMANENTE REVISABLE O “MEJOR NO ABRO HOY FACEBOOK”
La izquierda acusa a la derecha de aprovechar el dolor de las víctimas, y ciertamente así es, pero obvia que si un discurso (el tuyo) no se entiende es que –tal vez– tengas que revisarlo, máxime cuando ponerse la venda moralista en pleno campo de batalla parlamentario es tan ingenuo como falso.
Sabemos por expertos en Derecho penal, esos seres que sin mediar redes sociales escriben artículos en Dialnet, que el aumento de las condenas no logra disuadir de la comisión de delitos y que el modelo incorporado al Código Penal por el Gobierno no parece estar del todo de acuerdo con el sentir constitucional, aunque dicho sea de paso, el Tribunal Constitucional no se ha pronunciado. También sabemos que ahora es la izquierda la que tira la palabra populismo a la cabeza de la derecha y se equivoca tremendamente haciéndolo. Cuando millones de personas sienten que el sistema penal no responde a las demandas sociales de protección, aunque en la construcción de ese imaginario haya mediado una sobreexposición mediática, algo hay que hacer.
Por supuesto que ese algo no tiene que llamarse necesariamente prisión permanente revisable, pero alguna respuesta alternativa frente al sentir social debe existir, porque al final esa es la política que quiero, en permanente recepción de demandas y producción de respuestas. Y, sobre todo, algo hay que hacer para que la agenda mediática no se empañe de este debate mientras se olvidan otros realmente más determinantes para el cambio político.
De nuevo, con soberbia y elitismo calificamos a los ciudadanos, muchos de ellos hartos de las políticas neoliberales, que se alejaron de los progresistas en este punto, como cavernícolas, olvidando de paso que nadie mejor que el pueblo sabe lo que le conviene al pueblo.
La intuición política popular es tremendamente avanzada y con la misma legitimidad y convicción con la que pedimos que el Gobierno escuche de una vez a los heroicos vecinos del Soterramiento, a los pensionistas o a las mujeres, no podemos crear luchas de segunda según la adecuación de sus discursos a nuestro framing ideológico. Los progresistas deben recuperar en tiempos de deconstrucción de los Estados la protección y el orden como valores indiscutibles de su ideario político.
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