El PP sigue perdiendo la confianza de la ciudadanía y, pese a ello, existe la probabilidad de gobernar en lugares donde no gana, olvidándose, naturalmente, de lo que siempre decían al respecto, que era que la lista que recibía más número de papeletas la que tenía el derecho al bastón de mando, algo que niega la raíz de la democracia y su supuesto respeto por la Transición y la capacidad de pactar de sus protagonistas. Pero el PP se apunta el tanto de no haber sido superado por Cs, una formación a la medida de su líder y a la cual, por lo tanto, le sobra ambición pero le falta músculo territorial. López Miras, y todas las barrigas agradecidas de su partido, sabían que trabajaban sobre el alambre y, por supuesto, que una caída paralela a la que obtuvo en las generales habría dado con su fin en el paradigma político regional. Han salvado los muebles, han resistido, así que puede estar contentos, aunque cada vez más debilitados. En el día después, el dilema era encajar los votos de tantos y tantos que, en pocos días, el 28 de abril, lo hicieran a VOX, opción política que ellos mismo califican de la ultraderecha.
El hundimiento de Unidas Podemos, junto o por separado con IU por sus malas notas, reduce en gran medida la presión que pensaran hacernos a los socialistas a la hora de formar Ejecutivo, o exigir demandas, y es obvio que, guste o no, esa también ha sido una buena estrategia del PSOE, girar a la izquierda: nos llevamos el gato al agua porque las dos cosas son nuestras, el agua y el gato. Los que saltaron del barco, porque querían ser capitanes en otro, también son parte del naufragio.
Ciudadanos, cuyos resultados tampoco es que sean para tirar cohetes, no da la impresión de que vaya a cortar el famoso cordón sanitario que nos puso, al PSOE, ni que a estas alturas tenga problema alguno en ir de la mano con un PP que le supera pero al que mira por encima del hombro, ni con Vox, porque a Rivera y los suyos les importa el fin, no los medios, y quieren llegar al poder por cualquier camino y ni corrupciones ni extremismos le van a detener. Por no hablar de la famosa estabilidad que antes tanto parecía importarle. La militancia socialista, por otra parte, tampoco lo quiere ver ni en pintura, aunque 140 años de historia dan para tener experiencia, y basta decir que cuesta mucho recuperar la credibilidad que se pierde con gran facilidad, por ello debemos hacer sólo lo que podamos explicar y explicar todo lo que se haga, porque tenemos la lección aprendida, el PSOE gana cuando ponemos en valor nuestros principios y compromisos, y se pierde en contradicciones.
Es triste que gran parte de los que han vencido van a ser derrotados y no podrán gobernar. La democracia es eso, consiste en sumar, y también en tener principios, pero esa parte se la saltan organizaciones sin altura política, que había venido a regenerar la política y está aliada al PP, que dijo querer derribar, y a la inquietante ultraderecha, sin la que ninguno de los dos partidos podría llegar a ninguna parte. Se avecinan tiempos complicados donde la política con mayúsculas se tiene que escribir.
El PP sigue perdiendo la confianza de la ciudadanía y, pese a ello, existe la probabilidad de gobernar en lugares donde no gana, olvidándose, naturalmente, de lo que siempre decían al respecto, que era que la lista que recibía más número de papeletas la que tenía el derecho al bastón de mando, algo que niega la raíz de la democracia y su supuesto respeto por la Transición y la capacidad de pactar de sus protagonistas. Pero el PP se apunta el tanto de no haber sido superado por Cs, una formación a la medida de su líder y a la cual, por lo tanto, le sobra ambición pero le falta músculo territorial. López Miras, y todas las barrigas agradecidas de su partido, sabían que trabajaban sobre el alambre y, por supuesto, que una caída paralela a la que obtuvo en las generales habría dado con su fin en el paradigma político regional. Han salvado los muebles, han resistido, así que puede estar contentos, aunque cada vez más debilitados. En el día después, el dilema era encajar los votos de tantos y tantos que, en pocos días, el 28 de abril, lo hicieran a VOX, opción política que ellos mismo califican de la ultraderecha.
El hundimiento de Unidas Podemos, junto o por separado con IU por sus malas notas, reduce en gran medida la presión que pensaran hacernos a los socialistas a la hora de formar Ejecutivo, o exigir demandas, y es obvio que, guste o no, esa también ha sido una buena estrategia del PSOE, girar a la izquierda: nos llevamos el gato al agua porque las dos cosas son nuestras, el agua y el gato. Los que saltaron del barco, porque querían ser capitanes en otro, también son parte del naufragio.