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Vientres y corazones

Todo parece indicar que el debate del año versará sobre órganos humanos, en concreto sobre vientres y corazones.

Por si alguien no ha visto aún la portada de una célebre revista del corazón, pondré un poco de contexto: una mujer famosa aparece en la foto saliendo en silla de ruedas de una clínica con un bebé en brazos. No, no ha dado a luz, tiene 68 años, hubiera sido un milagro, de la ciencia o de los otros. Ha pagado a otra mujer para que se quede embarazada, pase los nueve meses de incomodidad, náuseas, vómitos, cambios hormonales, dolor del parto y ese largo etcétera que es un embarazo y después de todo ese proceso le entregue a ella el fruto de su vientre. Para que la madre entregue la hija que ha gestado a la parte contratante de la primera parte. Pero vemos que de las dos partes de esta transacción económico-sentimental solo importa el socio capitalista. Es la perversión del mercado.

Cuando pagamos por algo, ese algo se convierte inmediatamente en una cosa. Si esto lo llevamos a la llegada de una criatura al mundo, estamos aceptando que se puedan comprar seres humanos. Ahora le podemos llamar como queramos (gestación subrogada, maternidad de intención, paternidad comitente) para que el lenguaje oculte la dureza del hecho, pero el hecho no cambia y si media dinero, es compraventa. El que en el contrato de subrogación al importe entregado se le llame “compensación” en lugar de “pago” solo añade cinismo al hecho, no justicia. El altruismo es uno de los argumentos más utilizados para justificar esta práctica. Paradójicamente solo son altruistas las mujeres pobres, qué casualidad.

Hay un dilema sobre el deseo de tener hijos y el derecho de conseguirlos a cualquier precio, sobre cómo el neoliberalismo convierte, gracias al dinero, los deseos de paternidad/maternidad de personas occidentales en derechos, frente al derecho al propio cuerpo (esta vez sí, derecho) de mujeres económicamente vulnerables. No nos puede valer todo, no todo lo que se acepta es aceptable. Como sociedad nos estamos haciendo esa pregunta, pero la discusión, lejos del debate serio que debería ser, se está tiñendo de rosa víscera cardiaca. Durante toda la semana, el debate en los programas del corazón (con audiencias masivas, como sabemos) versaba sobre si la foto era un robado o un pactado. Algunos opinaban que, sin duda, era un robado porque cómo va nadie a comerciar con un momento tan íntimo, por favor. Sí, estáis leyendo bien: lo grave, lo inmoral no es la compra del bebé sino la venta de la foto.

Posteriormente, en un inesperado giro de los acontecimientos, se descubre que la criatura ha sido gestada con material genético del hijo de la famosa, fallecido por cáncer. Y aquí ya sí que se abandona definitivamente el debate serio para instalar la discusión en el culebrón turco. La coartada que justifica este acto ilegal e inmoral es el dolor de una madre que ha perdido un hijo. Todos empatizamos con ese humanísimo dolor, olvidando que no es la única que lo ha sufrido, que hay muchísimas madres que han perdido hijos. Olvidando que ese dolor no puede bajo ningún concepto entregar patente de corso para que esté justificado todo lo que el dinero pueda pagar. Olvidando que el sufrimiento combinado con el dinero no puede ser la coartada que nos permita traspasar una barrera humana.

En los medios de comunicación se está aprovechando esta noticia para hacer un lavado de imagen abrumador a los vientres de alquiler, para hacer una campaña masiva a favor de una práctica que es ilegal y cuya ética está más que en entredicho. La discusión suele plantearse a partir de la foto de la portada: si es robado o pactado, quién estaba al corriente y quién no, cómo se llamará la criatura, de manera que la fase previa, la de pagar por obtener un bebé, se da por aceptada.

En el debate sobre vientres de alquiler esta noticia supondrá un antes y un después y por desgracia la balanza se inclina del lado de la mercantilización porque no hay nada más eficaz que la emoción para justificar un acto humano. Hasta el dolor de los ricos es más valioso que el de los demás: gracias a ese dolor ellos tienen la comprensión pública para clonarse un nieto con el material genético del hijo. Ellos que pueden pagarlo.

Todo parece indicar que el debate del año versará sobre órganos humanos, en concreto sobre vientres y corazones.

Por si alguien no ha visto aún la portada de una célebre revista del corazón, pondré un poco de contexto: una mujer famosa aparece en la foto saliendo en silla de ruedas de una clínica con un bebé en brazos. No, no ha dado a luz, tiene 68 años, hubiera sido un milagro, de la ciencia o de los otros. Ha pagado a otra mujer para que se quede embarazada, pase los nueve meses de incomodidad, náuseas, vómitos, cambios hormonales, dolor del parto y ese largo etcétera que es un embarazo y después de todo ese proceso le entregue a ella el fruto de su vientre. Para que la madre entregue la hija que ha gestado a la parte contratante de la primera parte. Pero vemos que de las dos partes de esta transacción económico-sentimental solo importa el socio capitalista. Es la perversión del mercado.