Han enviado cuatro balas de fusil a tres representantes gubernamentales. Cuatro balas de fusil en 2021. Amenazas de muerte en la campaña electoral de Madrid, en 2021. Lo tengo que repetir para poder creérmelo. Por si esto no fuera suficiente, la representante de Vox, al mejor estilo neo nazi, se niega en público a condenar esas amenazas. Se niega a condenar esas amenazas blanqueándolas y haciéndolas propias, como si no supiéramos de dónde vienen. Pero esperábamos que tuvieran la mínima decencia democrática de disimular. Pues no, no disimulan y eso es lo preocupante. Salen a cara descubierta como los avalistas de esas cuatro balas. Se marcha Pablo Iglesias del debate en la SER, con toda dignidad, de una mesa donde hay una persona que no condena las amenazas que él y su familia han recibido, y Rocío Monasterio le hostiga, márchese, márchese y cierre al salir, como una hooligan, como la hooligan que es. Cómo es posible que tengamos a alguien así optando a ser nuestra representante en las instituciones. Cómo hemos llegado hasta aquí, cómo hemos hecho nuestro este nivel de Retroespaña.
Imagino el retroceso que tendría el fusil encargado de disparar esas cuatro balas. Imagino a dónde nos enviaría ese retroceso. A las mujeres nos mandaría sin ninguna duda de vuelta a la cocina y con la pata quebrada, nuestro lugar natural en esa Retroespaña. A las personas homosexuales, en el mejor de los casos, de vuelta al armario, cuando no a la cárcel. La laicidad sería un recuerdo, nos íbamos a enterar de lo que de verdad significa adoctrinamiento en las aulas, el pin parental nos iba a parecer un chiste. La persecución y el hostigamiento contra los inmigrantes serían tarea gubernamental.
Vox ha entrado en la campaña electoral madrileña con una motosierra, proyectando su miseria moral en un cartel deleznable que dice que un mena cobra 4.700€ al mes mientras tu abuela 426€. Una se pregunta cómo es posible que alguien pueda llegar a creerse que un niño sin familia (es lo que significa MENA, menor no acompañado) cobre cuatro mil setecientos euros al mes; pues sí, hay quien se lo cree. No es ninguna novedad, esta paradoja de la mente humana fue descrita por Platón: los seres humanos percibimos la realidad como imágenes proyectadas en el fondo de una caverna. Pero la potencia de esas imágenes es ahora mayor que nunca porque, gracias a la multitud de medios, los mensajes se pueden replicar hasta el infinito. Cuanto más se replican, más corporeidad ganan, hasta el punto de superar en percepción de realidad a la propia realidad. La brevedad de los mensajes ayuda a que se repitan con más facilidad. Las campañas de la ultraderecha mundial, por inspiración de Steve Bannon, se hacen sobre todo en redes sociales: imágenes puño y mensajes cortos que contienen un discurso completo.
Los mensajes de Vox se benefician de la brevedad porque, como bien sabemos, son cualquier cosa menos elaborados. Si nos centramos en el ejemplo de la inmigración, auténtico buque insignia de la ultraderecha, es imposible que los votantes de Vox no sepan que los inmigrantes cobran una miseria, que son explotados y que hacen los trabajos que nadie quiere hacer. Sin embargo, que la realidad no te estropee una buena coartada para tu fobia contra el extranjero pobre, por lo tanto prefieren creerse que a los inmigrantes se les regalan pisos según se van bajando de la patera y que viven en España de las ayudas sociales durante seis meses para luego irse otros seis meses de vacaciones a su país. No hay nada más complicado que convencer a la gente de que la realidad que perciben vía medios y redes no es real, sobre todo si esa realidad está en concordancia con sus prejuicios y con sus miedos. Y no digamos nada si esa idea de realidad es avalada por los políticos de su confianza. El trampantojo completo.
Es verdad que los relatos no podrían estar más desconectados de la realidad pero trabajan en combinación con miedos y prejuicios y hay miedos y prejuicios que nos acompañan desde hace décadas, algunos desde hace incluso siglos. Los votantes de Vox realmente se creen que Tarik y el Moro Muza han venido en patera y que estamos de nuevo a las puertas de la batalla de las Navas de Tolosa. Las imágenes de Santiago Abascal a caballo por tierras andaluzas o con casco de los Tercios de Flandes, dan idea de esa reconquista. Pura escenografía, tan simplona y ridícula que ha dado risa hasta que ha empezado a dar miedo.
Vox quiere llevarnos a una Retroespaña de toros y rosario, de puro y pescozón, de misa y fusil, de desigualdad y miedo. Hay que combatir esa Retroespaña con toda la democracia posible. Nos va el futuro en ello.
0