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El `zeitgeist´ y el Mar Menor

No me gusta usar extranjerismos. Hacerlo me parece una horterada. Pero en este caso me salto mis propias convicciones por una buena causa: el Mar Menor. Así que echo mano de una palabra mágica: `zeitgeist´. Este término alemán viene a significar el espíritu imperante, el estado de ánimo general que prevalece en una determinada época o periodo de la historia.

Un ejemplo de `zeitgeist´: la tendencia actual es que los consumidores apuesten por los productos naturales y ecológicos, y que los turistas elijan destinos donde ofrezcan un turismo sostenible, fuera de las masificaciones que, por alguna razón peregrina, parecían atraer en los años 80 y que no creo que vuelva ponerse de moda jamás.

Sumarse al `zeitgeist´ imperante en cada momento ofrece a los países y regiones una ventaja competitiva a la hora de exportar sus productos o atraer al turismo. Por ejemplo, si Murcia quisiera potenciar su marca regional, una marca Murcia, sería interesante incorporar una imagen de ecológico y sostenible a nuestro productos y a oferta turística.

Si, por el contrario, el `zeitgeist´ fuera, por poner un ejemplo absurdo, la imparable construcción de urbanizaciones turísticas y la contaminación de enclaves naturales únicos, entonces se podría vender una imagen de hacinamiento residencial o apostar por campañas publicitarias para mostrar espacios degradados. Pero no, el `zeitgeist´ no es la degradación natural ni la saturación urbanística. Más bien todo lo contrario.

Así que el `zeitgeist´ y yo nos encontramos con el Mar Menor, nuestra joya regional, que de cara al verano vuelve a llamar la atención por el lamentable estado en el que se encuentra, saturado por los nitratos agrícolas que le llegan desde las fincas cercanas, el excesivo uso de embarcaciones a motor y la construcción desmesurada.

Mal asunto para una región que vive del turismo y que se esfuerza en vender una imagen donde los desmanes urbanísticos y la contaminación desaparecen por arte de magia en sus vídeos promocionales para ajustarse al actual `zeitgeist´ y atraer un turismo de calidad.

Pero no, esta capa de maquillaje ya no es suficiente. Se acabó mirar para otro lado. No podemos permitírnoslo. Hay que poner freno a esto ya. No voy a recordar que hace años los caballitos de mar pululaban por el Mar Menor y que hoy han desaparecido. Los parvulitos apelan a las emociones, pero yo quiero ir más allá.

Son necesarias propuestas concretas: acabar con los abonos de nitratos en el campo de Cartagena y establecer una moratoria para la construcción vinculada al turismo o a la segunda residencia en la zona, impedir más puertos deportivos en el Mar Menor e incluso cerrar alguno, y reducir la circulación de barcos de motor.

Suena radical, sí, pero tengan en cuenta que, por ejemplo, estas urbanizaciones que salpican la comarca, con sus campos de golf, generan beneficios privados y picos de empleo, cierto, pero tienen unos costes públicos tremendos en lo que se refiere a gestión de aguas residuales o suministro de energía, y Murcia tiene recursos limitados.

Este año España volverá a superar los 60 millones de turistas. Dada la situación geopolítica que viven destinos como Egipto o Turquía, tenemos asegurada esa afluencia por los próximos cinco años. Cada región y cada país tiene su límite, como lo tienen sus habitantes. No se trata de captar más turistas, sino de mejor calidad. No se trata de construir más de lo que podamos mantener, sino de conservar lo que tenemos, primero para nosotros y luego para los visitantes.

Y tampoco se trata de ser de izquierdas ni de derechas. Miremos más allá. Hablamos de ser patriotas (Murcia es nuestra patria chica), y un patriota es aquel que busca el bien de su tierra, por encima de sus propios intereses. Y el bien de la región de Murcia pasa, inevitablemente, por conservar el Mar Menor. Y sí, crear empleo es patriota, pero crearlo a costa de destruir nuestra región, no.

No me gusta usar extranjerismos. Hacerlo me parece una horterada. Pero en este caso me salto mis propias convicciones por una buena causa: el Mar Menor. Así que echo mano de una palabra mágica: `zeitgeist´. Este término alemán viene a significar el espíritu imperante, el estado de ánimo general que prevalece en una determinada época o periodo de la historia.

Un ejemplo de `zeitgeist´: la tendencia actual es que los consumidores apuesten por los productos naturales y ecológicos, y que los turistas elijan destinos donde ofrezcan un turismo sostenible, fuera de las masificaciones que, por alguna razón peregrina, parecían atraer en los años 80 y que no creo que vuelva ponerse de moda jamás.