Los locales de ambiente acusan el aumento de la LGTBIfobia: “La gente dice 'mira, el bar de maricones' y nos hacen la peineta”

Elisa M. Almagro

11 de julio de 2021 22:12 h

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“Ha habido un asesinato, coño, vamos a decirlo. Varios medios de comunicación negando que fuese por homofobia, noticias falsas contando que han sido extranjeros... No es normal”, reflexiona Juan Pedro, dueño del bar de ambiente Piscis (Murcia). Ha pasado una semana desde que Samuel, un joven de 24 años, fuese asesinado al grito de “maricón” en A Coruña. Para los que regentan o trabajan en locales LGTBI, que una agresión homófoba acabase con la vida de una persona era “cuestión de tiempo”: “Lo de Samuel siempre pasa y nos ha pasado, lo que me sorprende es que no pare de pasar”, lamenta Juan Pedro.

De acuerdo con el portal de Delitos de Odio del Ministerio del Interior, desde el año 2000 ocho personas han sido asesinadas por su orientación sexual. Los delitos de odio contra el colectivo han aumentado un 8,6 por ciento respecto al año pasado: del total de delitos de odio, aquellos perpetrados contra el colectivo LGTBI son los terceros más numerosos con un 16,3 por ciento, adelantados solo por los motivados por el racismo (30,2) e ideología (34,9).

“Es algo con lo que tenemos que convivir a diario”, asegura Jonathan, que trabaja en el Piscis como artista y camarero. “Siempre hemos tenido incidentes. Muchas veces estoy en la puerta y a veces la gente para a hacerse fotos diciendo: mira, el bar de maricones, y haciéndonos la peineta”, relata.

“Nos han hecho pintadas, especialmente este año que hemos tenido cerrado el local: llamándonos maricones, o pintando esvásticas y Vox. Ni las he quitado, no sirve de nada porque van a hacer más”, se resigna Juan Pedro.

De acuerdo con Jonathan, en ocasiones los intolerantes han descargado su homofobia en agresiones físicas: “Una vez pegaron a una chica: fue con sus padres de fiesta y salió un momento a fumar. Una chica hetero. Porque estaba en la puerta del Piscis”, cuenta Jonathan.

“La homosexualidad nunca se ha normalizado”

“El Piscis abrió hace 41 años como un café bar gay. Al principio la puerta daba a la plaza Santo Domingo, por lo que la gente no entraba mucho. Movimos la puerta al callejón para que la gente pudiese entrar con discreción. Había miedo al qué dirán. En los años 80 tuve hasta que saltar la tapia de una discoteca de la carretera de Alicante porque venían los grises. Era bastante fuerte”, recuerda Juan Pedro.

“En los años 90 la gente parecía más abierta, me imagino que por la Transición”, relata Luisa, dueña del Café Mariantonietta y antigua propietaria del desaparecido Maricoco, uno de los primeros bares abiertos de ambiente. “Recuerdo momentos en los que ni siquiera hemos tenido problemas”, continúa Juan Pedro, “pero cuando ganamos derechos al legalizarse los matrimonios homosexuales la gente empezó otra vez con la homofobia”.

“Hubo una época que tuvimos hasta cinco locales de ambiente en el barrio de Santa Eulalia. Venía gente de Alicante, Madrid, Andalucía. Había un auge LGTBI aquí en la Región. Siempre ha habido intolerantes, pero no se notaba tanto. Ahora sentimos más radicalidad en un sector que quizá es más pequeño de lo que pensamos, pero que es experto en crear miedo”, subraya Luisa.

Todos los entrevistados encuentran el mismo culpable del aumento de odio hacia el colectivo LGTBI: el partido de extrema derecha Vox. “Vemos claramente una escalada de odio cuando empezó Vox. Está haciendo unos ataques impresionantes. Dicen que los gais no deben adoptar niños, y que si hay uno con necesidades especiales que nadie quiere nos lo podemos quedar”, denuncia el dueño del Piscis.

El pasado viernes, Vox presentó un recurso contencioso administrativo por la colocación de la bandera LGTBI en la fachada del Ayuntamiento murciano de Torre Pacheco, cuyo Gobierno local ya la ha retirado. El portavoz del partido de extrema derecha, Francisco Garre, se ha amparado en una sentencia del Tribunal Supremo que “prohíbe la instalación de banderas no oficiales en lugares públicos”.

“Hace cuatro años tuvimos un ataque en pleno Orgullo. Nosotros teníamos permiso para hacer el desfile y al mismo tiempo el Ayuntamiento de Murcia les dio permiso a una concentración de fascistas. Todo lleno de críos con el pelo rapado que nos acabaron atacando. Hubo gente que salió de allí lisiada”, asegura Juan Pedro.

Luisa insiste en que “los retrógrados son minoría”: “No les daría mucha publicidad, la mayoría de la gente es tolerante. Cuando ocurre una noticia negativa hay que dar el doble de la positiva”. “Llevo desde que abrí el Maricoco luchando contra la intolerancia, ahora nos hemos integrado en el barrio con la asociación de vecinos de Santa Eulalia. Queremos que sea un modelo de convivencia entre ideas, razas, orientación, etc. En lugar de vencer, queremos convencer”, defiende.

Jonathan recuerda que la clientela de ambiente no es solo LGTBI: “Yo hago los espectáculos los domingos y el público que más tengo es hetero. Ha habido clientes heteros que nos han intentado defender. La gente que va al Piscis lo pasa bien, así que cuando nos atacan no pueden evitar indignarse”.