Mostrar la transformación de la huerta de Murcia desde que existen datos o imágenes fiables para trabajar (desde el primer vuelo protagonizado por Ruiz de Alda en 1927-1929, hasta el último de 2015) es el objetivo del proyecto de investigación que se ha presentado en el Colegio de Arquitectos de la Región.
Bajo el título Cinco palmos de huerta: Transformación de usos del suelo en la Huerta de Murcia, 1929-2015“, el estudio liderado por Marcos Ros y financiado por la Fundación Séneca, permite cuantificar la transformación de usos del suelo en cada periodo, pero en el que también se han podido valorar, estudiar y dibujar, unos patrones de comportamiento seguidos por esta ocupación a lo largo de la superficie de la Huerta de Murcia.
“La capacidad de adaptación de la huerta se ha enfrentado en las últimas décadas a la proliferación de viviendas construidas sobre las parcelas agrícolas, acompañadas más recientemente por naves industriales y otras construcciones”, ha señalado Marcos Ros durante la presentación, quien ha añadido que “la dispersión y la extensión de este fenómeno han dificultado la identificación de sus patrones y su verdadera intensidad”.
Ros ha asegurado que “pese a los oportunistas que quieren decretar la muerte de la huerta, seguramente para utilizarla como terreno idóneo para la especulación, la investigación demuestra que a día de hoy, aún permanece más de la mitad de superficie de la huerta libre de la presión urbanística y edificatoria, aunque eso sí, aislada en pequeñas bolsas que habrá que trabajar para conectar, repensar y reformular”.
Fernando Miguel García, también investigador del proyecto, ha destacado del trabajo que “arroja unos resultados que desmontan, matizan o corrigen algunos de los mitos más clásicos de la Huerta de Murcia de los últimos años”. El primer mito es el de la aparente ocupación desordenada y anárquica: el proceso ha respondido a unos patrones de comportamiento muy claros, y a la vez diferenciados, según las diferentes zonas de la huerta, y las diferentes épocas de colonización.
El segundo mito es el de las regulaciones urbanísticas: apenas han tenido incidencia cuantitativa en el fenómeno (este ha seguido su ritmo imparable de crecimiento, con independencia de los sucesivos planes generales aprobados) aunque sí cualitativa (el cambio de patrones a partir del año 1981, responde, sin duda, al PGOU de Ribas Piera de 1978).
El tercer mito es el de la reciente crisis económica e inmobiliaria: ni siquiera en esta última década, el fenómeno ha tenido una ralentización, sino más bien al contrario. El cuarto y último mito, y quizás el más importante, según Marcos Ros, es el de la siempre anunciada muerte de la Huerta de Murcia.
La apertura de las jornadas ha contado con la presencia de Rafael Pardo Prefasi, decano del Colegio Oficial de Arquitectos de la Región de Murcia; Juan Monzó Cabrera, director General de Universidades de la Comunidad; Antonio González Valverde, director gerente de la Fundación Séneca; Beatriz Miguel Hernández, vicerrectora de Investigación de la UPCT, y Marcos Ros Sempere, investigador principal del proyecto de investigación.