Las asociaciones LGTBI en la Región de Murcia no escatiman tiempo y recursos para que el Orgullo 2020 sea un éxito, al menos en las condiciones marcadas de seguridad y distancia social. El tiempo que han dedicado a la organización de los eventos se ha multiplicado porque las tareas habituales han roto su ciclo habitual y deben adaptarse a las nuevas circunstancias.
Para analizar este desafío y todo lo que conlleva un año más de lucha por los derechos civiles hablamos con Alberto Alba Alonso, presidente y coordinador de educación de Galactyco, el colectivo LGTBI de Cartagena.
¿Cuáles son los principales cambios que afrontáis los colectivos?
Estamos en un lenguaje nuevo y en un entorno nuevo, hemos de trabajar más que nunca porque el confinamiento ha tenido unos efectos muy negativo, sobre grupos vulnerables y población LGTBI, no somos una excepción. Son muchos los casos de personas, sobre todo jóvenes, que han tenido que volver a sus antiguos domicilios y han revivido situaciones de acoso e intimidación, y parejas de mujeres o personas trans, que han visto paralizados sus trámites administrativos.
¿Cuáles son los casos más llamativos?
Todos lo son por la complejidad de cada historia, pero en este momento se puede señalar que una situación que creíamos superada ha vuelto a ponerse de manifiesto. Las personas migrantes LGTBI a las que se les vence el permiso de residencia y que la crisis ha dejado sin empleo, con el consiguiente riesgo de expulsión, no deberían verse forzadas a volver a sus países de origen. Sería una posible sentencia de muerte.
¿Estás hablando de una doble discriminación?
Exactamente, o incluso triple, cuando a la condición de orientación o identidad sexual le sumas la de mujer, migrante, racializadao con bajo nivel económico, la desprotección puede ser total y por ello las administraciones públicas deben estar muy vigilantes con estos casos. Nosotras no hemos dejado de atenderlas aun con la dificultad de tener que hacerlo de forma no presencial.
Me hablabas de un nuevo lenguaje, ¿a qué te refieres?
Las condiciones de la nueva normalidad no nos pueden hacer perder la perspectiva. Hacemos nuestro trabajo independientemente de las circunstancias, nos adaptamos. Tomamos nuestras distancias con los poderes públicos para que no piensen que una colaboración constante es un cheque en blanco para todo, siempre vamos a reivindicar que cumplan con sus mandatos legales porque el objetivo final es que ellos hagan el trabajo que ahora hacen nuestros colectivos. No deja de ser cierto que el tercer sector y las asociaciones como la nuestra existen porque en los gobiernos hay quienes no hacen su trabajo.
A pesar de las promesas, ¿también fallan los partidos políticos?
Sí, aún cuando no te lo esperas. El caso más reciente ha sido el del PSOE, que mandó una carta a sus sedes locales, que luego se hizo pública y que nosotras consideramos un error de base contra el colectivo trans. Después hemos tenido reuniones con ellos para solventarlo, pero es una muestra de que nuestro nivel de exigencia no va a descender un ápice, con nadie y en ningún momento.
¿Destacarías algún encontronazo más?
En el ámbito más cercano, el Gobierno de la Región de Murcia sigue sin desarrollar de forma plena y efectiva la ley 8/2016 que contempla, entre otras medidas, la creación del Observatorio LGTBI. A pesar del buen trabajo del equipo técnico, esta parte importante de los compromisos del ejecutivo del PP y Ciudadanos sigue paralizada y este año no se ha dedicado ni un euro de los presupuestos para su desarrollo. Están equivocados si piensan que el compromiso con la igualdad y la diversidad es quedarse en poner las letras de colores en la puerta de la Consejería.
Como a todas las entidades que trabajan a pie de calle os ha tocado replegar las velas. Es una situación complicada… ¿qué le pides a la nueva normalidad?
Que no dejemos a nadie atrás, que esta crisis no conlleve que otra vez la población más vulnerable sea quien la pague. En torno a un tercio de la población LGBTI evita ser visible en su trabajo por miedo a represalias o al despido, mención especial para las personas trans que el 80% tienen casi imposible el acceso al mercado formal de trabajo. Esta crisis no puede servir para apartarlas aún más. Creo que debemos apostar todos por el proceso de reconstrucción y conseguir salir de esta crisis con un país mejor y una sociedad mejor. En ese sentido la creación del Ingreso Mínimo Vital es una buena noticia, aunque las medidas no deben quedarse ahí.
Suspendidos la mayoría de los actos, ¿qué pasa con el año que FELGTB le dedicaba a las mujeres?
Se lo seguimos dedicando. Las mujeres lesbianas, trans y bisexuales están en el centro de las políticas que estamos desarrollado en 2020 y en este Orgullo son el principal foco y lo serán el resto del año. Pero sí es cierto que la celebración ha podido quedar algo deslucida, por eso hemos propuesto al resto de entidades que el próximo año repitamos lema y objetivo, que 2021 también sea el año de la igualdad real para las mujeres LBT.
Recientemente un concejal de la ultraderecha ha pedido que se tomen medidas para que los niños no confundan el arcoíris con la bandera que representa vuestra lucha. ¿Algún comentario?
(Sonríe) En todas las crisis surgen declaraciones exaltadas y fuera de tono relacionadas con una supuesta moralidady que sólo buscan la confrontación desde un profundo desconocimiento. La lucha a favor de los Derechos Humanos nos afecta a todas.