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Las voces de las víctimas de abusos sexuales de la Iglesia en Navarra: “Mi mente se cerró. Mi dolor lo oculté bajo siete llaves”

Abusos sexuales a menores

Amaia Otazu

La mayoría de ellos ha tardado entre 40 y 60 años en confesar que sufrieron abusos sexuales en los centros religiosos donde estudiaban. En la mayoría de las ocasiones, las víctimas no superaban los 12 años. Uno de los denunciantes solo tenía 8 años cuando sufrió los abusos. En Navarra se han denunciado 18 casos de abusos sexuales a manos de la Iglesia entre los años 50 y 72, aunque saben, porque lo han vivido o se lo han contado, que hay muchos más. De todos ellos, nueve se han unido en la Asociación de Víctimas de Abusos Sexuales en centros religiosos de Navarra. Algunos de sus testimonios, con los nombres de los agresores y agresoras, han sido ya publicados en diversos medios de comunicación. En esta ocasión, comparecieron el pasado 9 de octubre en la Comisión de Relaciones Ciudadanas del Parlamento de Navarra -sin presencia de los medios de comunicación- para trasladar sus testimonios y pedir una mayor educación afectivo-sexual de los menores, así como que “no prescriba el encubrimiento” de estos casos. El audio de la sesión se ha hecho finalmente público este miércoles, tras superar varios escollos administrativos.

Las personas comparecientes aseguran que han “pasado de una fase inicial de víctimas a una fase actual de denunciantes”: “Nosotros no queremos ser víctimas. No tenemos por qué pasar vergüenza, vergüenza tiene que pasar el que abusó de nosotros y quienes les han amparado”. A pesar de que los delitos ya han prescrito, exigen que “no prescriba el encubrimiento” porque “las instituciones religiosas tienen datos, archivos, saben cuándo se ha trasladado a uno, por qué razón lo trasladaron... Eso es encubrimiento. Por supuesto, la mayor parte de la gente que hizo pederastia arqueológica ha muerto, pero otros no”. Advierten de que sus testimonios solo son “la punta del iceberg. Solo un 2% de los abusados se asoman fuera”. Reconocen que para ellos, el poder contar su historia “es curativo” y piden que “por favor, todo aquel que haya sufrido abusos, lo denuncie”.

“Teníamos el sentido de culpabilidad. ¿Por qué yo? ¿Por qué a mí? ¿Qué habré hecho yo mal?

Recuerda que tan solo tenía 8 años cuando comenzaron los abusos, allá por 1962. Las clases tenían en torno a 45 alumnos, y “el cura se encaprichaba de 10 o 15”. Después de hacer los ejercicios en la pizarra, les obligaba a acercarse a la mesa, y allí les tocaba los genitales y les introducía el dedo en el ano, todo ello delante de sus compañeros. Sufrió los abusos entre 1962 y 1966, y fue hacia los doce años cuando empezó a “a ser consciente de que aquello me incomodaba, no me gustaba y no era natural, pero ya teníamos el sentido de culpabilidad. ¿Por qué yo? ¿Por qué a mí? ¿Qué habré hecho yo mal?”. Empezó a negarse a acercarse a esa mesa y “empezaron, a su manera, las palizas y las torturas”. También abusaba de ellos cuando iban al baño o en los vestuarios, tras la clase de gimnasia. No contó nada a sus padres: “Si contábamos algo en casa, nos daban doble paliza”.

“Supe que había sufrido abusos en el colegio a los 55 años”

Ella no supo que los había sufrido hasta que fue más mayor: “Yo supe que había sufrido abusos en el colegio a los 55 años, viendo la película 'La mala educación', de Almodóvar. Entonces sentí como un escalofrío y me dije: ”A mí me han hecho eso. Es un dolor invisible desde la infancia“, explica, ”son todos esos malestares físicos y psíquicos que se han filtrado y forman parte de todas las facetas de mi vida“. Los abusos fueron durante un año, en el curso 60-61, cuando la metieron interna. De un dormitorio común pasó a una habitación con solo dos camas, donde dormían dos niñas. Una monja empezó a abusar de ella por las noches: ”Empezó a besarme, a acariciarme, se metía en mi cama y me apretaba fuerte contra ella. Recuerdo la sensación de su hábito. Me dejaba debajo de la almohada un imperdible lleno de santas y crucifijos“ para que ”pensara en ella“. Explica que ”ante tanto caos, mi mente se cerró. Mi dolor lo oculté bajo siete llaves“. Estos abusos le han afectado durante toda su vida: ”En tu cabeza, los demás siempre tienen poder sobre ti. Te crees que si haces lo que ellos quieren, vas a conseguir que te quieran“.

“Él aún vive. Tengo miedo de encontrármelo”

Explica que sus padres llevaron a 3 de los 6 hermanos a ese centro religioso para que pudieran estudiar. “Desde muy crío vi cosas que no entendía. Sentía pavor, miedo. Me comentaban cosas que de mayor las sufrí”, asegura. Alrededor de los doce años empezaron los abusos, fue cuando su profesor le invitó “una tarde de jueves” al palco del cine: “A oscuras, aún lo siento. Empezó a tocarme a oscuras. Era una película de los hermanos Marx. Esto se repitió durante dos años o más”. Los abusos no terminaron ahí: “Hubo dos hermanos más que también me acosaban, estos siempre en el cine, el otro donde le daba la gana. Me protegía con mis compañeros, y me ponía en el medio, pero cuando venía esa sombra negra, era el terror. Ellos, con su poder, hacían a mis compañeros que se fueran”. Identifica claramente a su agresor, que “aún vive. Tengo miedo de encontrármelo. Lo denuncié en comisaría y a la institución por ocultarlo. No sirve para nada. Todo está prescrito”.

Él y su hermano sufrieron los abusos al acudir a la enfermería del centro religioso

En el año 72, su madre se quedó viuda y la pensión no llegaba para alimentar a todos los hijos. Una persona le ofreció llevar a dos de sus hijos a ese centro religioso para procurarles una mejor educación: “Mi madre no tuvo elección. Aún hoy recuerdo la desgarradora despedida. Entré en aquel infierno vomitando y haciéndome todo encima”. Le llevaron a la enfermería, y allí comenzaron los abusos: “Me tomó la temperatura y acabó sobándome todo el cuerpo”. La situación empeoró al día siguiente: “Me llevó a su habitación, me desnudó, empezó a tocarme, a chuparme e intentó masturbarme”. Tuvo que parar porque se acercó gente. A pesar de su corta edad, fue capaz de colarse en un despacho y llamar a su madre para que fuera a por él. Nunca le pudo contar a su madre lo sucedido, y en su lugar, entró otro de sus hermanos. Recuerda que muchos años después, a ese hermano le fue diagnosticada una grave enfermedad y acabó quitándose la vida, pero antes le dejó una carta en la que le confesaba que había sido víctima de graves abusos sexuales: “Recuerdo que un día aparecí en un cuarto distinto. No recuerdo cómo me llevaron allí. Cuando me desperté, estaba todo mojado. Eyaculaba sobre mí. Notaba un fuerte dolor en el ano. Cada vez que me llamaba, me orinaba en los pantalones. Los niños se reían de mí, pero no todos”.

“No denuncié porque no me iban a creer. La dictadura daba impunidad a nuestros abusadores”

Sufrió los abusos sexuales con tan solo 9 años, en el curso 58/59, delante de toda la clase: “Nos metía la mano por aquellos ridículos pantalones cortísimos que estaban de moda, nos sacaba el pene y nos acariciaba delante de todos. Nunca lo hablamos entre nosotros. Había una vergüenza individual que se hacía colectiva”. El mismo agresor abusó de él durante las clases de marquetería. Explica que era tan pequeño que todavía no sabía que eso pudiese tener una función sexual y “mucho menos entendía que eso le pudiese dar placer a nadie. Eramos niños abusados e ignorantes”. Asegura que los rumores de abusos eran numerosos, que vio cómo ocurrían en numerosas ocasiones, y que “eran tan frecuentes” que considera “increíble que fuera desconocido entre el colectivo de los hermanos”. Confiesa que no lo denunció en casa porque suponía que no le iban a creer: “Vivíamos en un catolicismo autoritario tanto en casa como en el colegio. La dictadura daba impunidad a nuestros abusadores. Temíamos realizar la denuncia porque nos echarían del colegio y tal vez tomaban represalias contra nuestros padres”. No pudo contar lo ocurrido hasta los 60 años.

Publicación del audio de la sesion

El Parlamento de Navarra ha publicado finalmente los audios de la sesión de trabajo mantenida con algunas de las víctimas de abusos sexuales cometidos en centros religiosos en la Comunidad foral. En un principio, este audio no iba a ser hecho público por entenderse que podía “afectar al derecho al honor de las personas acusadas de cometer estos abusos sexuales” porque al ser delitos prescritos, son “hechos que en ningún caso han sido enjuiciados y sobre los que no se ha dilucidado la responsabilidad”.

Tras la elaboración de un informe jurídico que valoraba esta situación, la institución ha publicado finalmente estos audios, aunque ha eliminado los nombres de terceras personas y de las instituciones donde presuntamente se cometieron los abusos. El grupo parlamentario de Podemos-Ahal Dugu solicitó la publicación de los audios justo después de la celebración de la sesión (el 9 de octubre), pero le fue desestimada. Los propios denunciantes exigieron la publicación de la sesión en una carta fechada el 24 de octubre, aunque no ha sido hasta última hora del 7 de noviembre cuando los audios han sido publicados en la web del Parlamento, tras la decisión unánime de la Mesa y la Junta de Portavoces.

Podéis consultar el audio completo de la sesión, con la intervención de los portavoces de cada grupo.

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