La próxima primavera, la avenida del Ejército de Pamplona pasará a denominarse avenida de Catalina de Foix por decisión del alcalde de la capital navarra, Joseba Asiron, de Bildu. No es difícil entender la antipatía que una de las instituciones garantes de la unidad española suscita entre los abertzales, que no han querido resistirse en esta recta final de legislatura a dejar su impronta en el callejero de Pamplona con una reina, además, que fue la última del Reyno de Navarra, y tuvo una estrecha relación con la Baja Navarra, la que hoy se sitúa al lado francés de la muga.
Catalina de Foix ocupó el trono entre 1483 y 1517 con el nombre de Catalina I de Navarra y verá reconocida su figura con una de las avenidas principales de Pamplona.
La decisión del alcalde, de la que ha sido este lunes informada la Junta de Portavoces del Consistorio, persigue “continuar visibilizando a mujeres relevantes en el callejero de la ciudad para equilibrar el nomenclátor de la ciudad, que ya cuenta con el nombre de su esposo, Juan de Albret, desde 1923”. El nombre será oficial dentro de tres meses, plazo durante el cual el vecindario podrá realizar los cambios administrativos pertinentes para adecuarse a la nueva denominación, ha añadido.
Para dar a conocer la importancia histórica de Catalina de Foix, “a quien la historiografía la considera mujer de gran talento y energía”, el Ayuntamiento de Pamplona ha organizado una conferencia en el Salón de Actos de Palacio Condestable este miércoles 12 de diciembre a las 19 horas con el historiador Aitor Pescador, bajo el título 'Catalina I de Navarra. Memoria e identidad'.
La vida de Catalina de Foix (1468-1517) está también íntimamente unida a la Baja Navarra tal y como señala el informe elaborado por la archivera municipal. Según ha precisado el Consistorio, parece ser que nació en Bearne, lugar donde también fue acogida en 1512, tras la toma de Pamplona por las tropas castellanas. Hija menor de Gastón de Foix, Príncipe de Viana, y de Magdalena de Francia, hermana de Luis XI, la prematura muerte de su hermano mayor Francisco Febus (1483) la convirtió en reina de Navarra, bajo la tutela de su madre, la cual murió de forma repentina en Pau.
Su tío Juan de Foix, segundo en orden de sucesión, amparándose en la Ley Sálica, le disputó el trono entre 1483 a 1492, reanudándose la Guerra Civil de Navarra entre beaumonteses y agramonteses. Al cumplir los 16 años se casó con Juan de Albret (1484), con quien gobernó y marcó su impronta en la vida pamplonesa, fijando su residencia en la ciudad desde 1494, año en el que ambos fueron coronados en la Catedral.
Bajo su reinado se intentó la reforma y modernización de la administración con objeto de reforzar la Corona, aunque fracasó en su intento debido a la oposición de las familias más influyentes, celosas de sus privilegios. Las negociaciones para casar a su primogénito Enrique, Príncipe de Viana, con una hija de Luis XII de Francia fue uno de los argumentos que esgrimió Fernando el Católico, en plena carrera por el control político y económico-militar de la porción de tierra navarra, para ordenar la entrada del Duque de Alba en Pamplona el 25 de julio de 1512.
Una Euskal Herria independiente
La familia real abandonó la ciudad por la puerta de San Lorenzo buscando refugio en sus dominios franceses (Bearne y Marsán). Por esa misma puerta entraron desde Huarte Araquil las tropas de Fernando el Católico marcando para el reino navarro el fín de una época. El 23 de marzo de 1513, tras la ocupación militar del reino, las Cortes de Navarra, reunidas en Pamplona proclamaron a Fernando el Católico 'Rey de Navarra'. Posteriormente, en 1515, en las Cortes de Burgos, sin presencia de ningún navarro, se incorporó Navarra a la Corona de Castilla.
Los Reyes Juan y Catalina residieron en sus posesiones patrimoniales del Bearne, y desde sus territorios intentaron reconquistar en varias ocasiones el Reino de Navarra, pero no fue posible. Juan III de Albret moría el 17 de junio de 1516 y Catalina el 12 de febrero de 1517. Dispuso ser enterrada en la catedral de Lescar hasta que ella y su marido pudiesen ser trasladados a la catedral de Pamplona, hecho que aún no ha ocurrido.
Con este guiño, Bildu sitúa literalmente en el centro de la capital navarra a una de las últimas heroínas del Reyno de Navarra independiente de España y Francia, expresión política más cercana a la Euskal Herria que quieren construir junto con el País Vasco y las provincias de Iparralde. ¿Cuadra o no cuadra la historia?