De crisis a cisma en unas semanas. La guerra interna en Podemos Navarra ha desembocado en una división del partido que ya no tiene vuelta atrás. El comité de Garantías ha expulsado a la antigua secretaria general, Laura Pérez; el Consejo Ciudadano ha exigido a sus parlamentarios afines, Carlos Couso, Rubén Velasco y Fanny Carrillo, que renuncien a sus escaños en el Legislativo foral; los críticos no se pliegan a las exigencias de la dirección, sino que hacen valer su mayoría en el grupo parlamentario y seguirán en sus cargos institucionales porque se sienten legitimados “por la mitad del partido”. Desde esa posición de fuerza, ponen la mirada en el horizonte de 2019 con el propósito de ser alternativa electoral a la sigla con la que se presentaron a las pasadas elecciones. Podemos se desintegra en Navarra.
Mientras críticos y oficialistas se enzarzan, desde el Gobierno que preside Uxue Barkos se asiste al espectáculo de la batalla de Podemos con la máxima preocupación. El autodenominado Gobierno del cambio se asienta en la exigua mayoría parlamentaria (26 votos de 50) que suman los cuatro socios: Geroa Bai, EH Bildu, Podemos e Izquierda Unida. Si el grupo parlamentario de Podemos se parte en dos (cuatro parlamentarios críticos frente a tres parlamentarios oficialistas), la estabilidad del Gobierno se verá seriamente amenazada.
Si, para llegar con éxito a estas alturas de la legislatura, el Gobierno de Barkos ha tenido que superar difíciles episodios de acuerdo a cuatro bandas, pensar en aprobar los Presupuestos para el próximo año, en periodo pre electoral y negociando a cinco, se antoja casi como misión imposible.
Sin embargo, tanto la dirección oficial de Podemos como los críticos de la formación morada coinciden en que una cosa son las guerras internas y otra “el cambio”. Todos se apresuran a declarar que, “pase lo que pase”, respetarán el acuerdo programático y que el final del Gobierno del cambio no pesará sobre sus “conciencias”.
El portavoz parlamentario de Podemos, Carlos Couso, del sector crítico, intenta equiparar el cisma de Podemos en Navarra con la crisis de la formación morada en otras comunidades como Cataluña o Galicia, en la que la corriente crítica 15M está dando ya los pasos para presentarse en solitario a las elecciones. “Parece que Podemos está muriendo en Navarra”, vaticina su portavoz parlamentario. Si el paralelismo con los gallegos que establece Couso es tal, los críticos de Podemos también estarían pensando en vertebrar su propia alternativa electoral a la formación morada en Navarra.
Una posibilidad de la que ya acusó el actual secretario general de Podemos, Eduardo Santos, a su antecesora en el cargo y ahora expulsada del partido: “Laura Pérez quiere montar algo por libre”, advirtió Santos hace semanas. “Hagamos lo que hagamos, será contando con la opinión de las bases”, responde Couso.
No sería la primera ocasión en la que los cuatro parlamentarios críticos “convocan a las bases” de Podemos en asamblea para contrastar su estrategia. Hace unos días, celebraron una reunión en el palacio del Condestable de Pamplona ante aproximadamente un centenar de asistentes para explicar por qué habían dado su golpe de fuerza en el Parlamento para hacerse con la portavocía del grupo. En aquella reunión se hicieron manifestaciones públicas ‘a calzón quitado’ sobre la guerra interna en Podemos Navarra. Algunas resultan hoy más que reveladoras tras conocerse finalmente la decisión de Garantías de expulsar a la ex líder del partido. “Si la expulsan, Laura tiene detrás al 50% del partido pidiéndole que no deje de ser parlamentaria”, avisó Couso.
Los críticos interpretan así que la expulsión de Pérez representa un rechazo de la actual dirección al proyecto político que defiende la mitad del partido. La propia ex secretaria general adelantó su intención en esa misma asamblea: “Pase lo que pase, seguiré defendiendo un proyecto que, por encima de la propia sigla, sea capaz de sumar con todos los sectores que defienden los mismos objetivos”.
Si, como entiende Couso, “parece que Podemos Navarra está muriendo” y, como promete la expulsada Laura Pérez, seguirá defendiendo el proyecto “por encima de la propia sigla”, el cisma está servido. Pero los críticos no tienen intención de abandonar la visibilidad, la financiación y la plataforma que les brinda el Parlamento para vertebrar desde ahí su alternativa electoral a Podemos. Aunque tengan previsto consultarlo “con las bases”, ya han reconocido que no dejarán sus escaños. Y, según ha aventurado el propio Couso en varias ocasiones, finalmente terminen figurando como parlamentarios no adscritos. Pero, de momento, hay que medir los tiempos y contrastar las fuerzas del otro sector.
“Laura Pérez sigue estando en el grupo parlamentario mientras nadie diga otra cosa”. Aunque no lo ha recordado, una de las razones por las que, explicaron en su día los críticos, querían hacerse con el poder dentro del grupo parlamentario es la facultad de controlar, con la firma del portavoz, la expulsión de parlamentarios del grupo morado. Según su interpretación del reglamento de la Cámara foral, y de diversos informes jurídicos emitidos en otras legislaturas con respecto a la expulsión de parlamentarios de sus grupos, los críticos entienden que para dejar fuera del grupo de Podemos a Laura Pérez es preciso que lo suscriba el portavoz, además de un número mayoritario de miembros de dicho grupo.
Teniendo en cuenta que, hasta el momento, los servicios jurídicos de la Cámara han hecho prevalecer el reglamento del Parlamento sobre la normativa interna de Podemos para su grupo parlamentario, no parece que la dirección de la formación morada lo vaya a tener fácil para conseguir que su ex secretaria general abandone el escaño en el hemiciclo foral. “Hay independientes en los grupos, hay todo tipo de figuras, no hay ningún problema por eso”, ha justificado Couso.
El problema, en cambio, es evidente para la dirección de Podemos, bajo cuya sigla se amparan cuatro parlamentarios que aseguran estar al margen del partido y a quienes han reclamado su acta de cargo público. La dirección de Podemos tiene las manos atadas para ir más allá de sus exigencias: no puede expulsar a los críticos del grupo parlamentario. Tiene que esperar a que sean ellos quienes muevan ficha. Y el asunto es delicado porque, además de la referida inestabilidad parlamentaria que se le produciría al Gobierno cuatripartito, la propia formación morada sufrirá en sus carnes la consecuencia de dividir su grupo parlamentario. Entre otras cuestiones, la financiación proveniente del Parlamento se reduciría de forma drástica.