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La osa Claverina refrena sus ataques al ganado en el Pirineo navarro

Claverina, la osa eslovena puesta en libertad en octubre de 2018 de forma unilateral por Francia en el Béarn, y que estuvo a punto de provocar un incidente diplomático entre España y el país vecino por su afición a devorar ovejas a este lado de la muga, ha refrenado su apetito por el ganado. Al menos eso parece indicar la falta de noticias sobre nuevos ataques en los meses estivales. Sea por las medidas disuasorias implementadas por el Gobierno de Navarra para ayudar a los ganaderos, o porque el verano no es una época de tanta necesidad de calorías para los plantígrados, las ovejas pacen más tranquilas en las praderas de altura del Pirineo.

No obstante, sus principales sufridores, como el coordinador del sindicato agrario EHNE en Navarra, Felipe Etxetxikia, y el ganadero de Izal, en el valle de Salazar, Gonzalo Palacios, que además es vicepresidente de la junta permanente del sindicato UAGN, no las tienen todas consigo. Ambos recuerdan que el Pirineo navarro “es una zona deprimida desde el punto de vista de la población”, donde “el sector primario es fundamental”.

Palacios asegura que como pastores no están “en contra del oso, ni del lobo, ni de nada; estamos en contra de que ataquen a nuestros animales, que son nuestro modo de vida”. Y critica la falta de coordinación de las administraciones: “No tenemos ni cobertura de teléfono móvil en casa y nos sueltan dos osos sin avisarnos”.

Durante el verano, los pastores de esta zona de Navarra suben las vacas a los pastos más altos de la selva de Irati, “y el oso ha andado por ahí. Tenemos miedo porque en Roncal ya ha atacado. Temíamos un comportamiento muy depredador, y así ha sido”. Según el recuento de UAGN, Claverina ha provocado tres ovejas muertas y otras dos desaparecidas en ataques tanto en Isaba como en Uztarroz. Pero se queja de que “el Gobierno de Navarra nos informa de la localización de la osa, pero no de los ataques. No sabemos todos que ha podido haber”.

Su petición es clara: “Que cojan a la osa y se la lleven a su casa. Que nos la quiten de aquí. Es un elemento distorsionador en nuestro entorno, y bastante tenemos con la situación de la ganadería extensiva para añadirle esa incertidumbre. Faltan ovejas, se las come, desaparecen, abortan…”, se queja.

“En Madrid nos dicen que tenemos que convivir, pero es fácil decirlo desde allí. Proponen medidas insuficientes. No satisfacen las necesidades. Colocar localizadores a las ovejas puede estar bien para saber dónde está el rebaño, pero si ves un movimiento extraño a las 2 de la mañana, ¿qué puedes hacer?”, critica. Tampoco ve con buenos ojos las ayudas para la compra de mastines -unos perros capaces de hacer frente a los osos para proteger al ganado- como una solución: “Aquí no teníamos mastines, y es una zona muy turística en verano… no sabemos cómo se comportarán los perros ante los desconocidos”, advierte.

Aunque el Gobierno de Navarra ha puesto en marcha casi 60 medidas destinadas a favorecer la convivencia entre osos y ganaderos, “nosotros solo queremos una medida, que no haya osa”. UAGN ha creado una plataforma junto con Asaja Huesca y Asaja Lleida para proteger la ganadería extensiva en a este lado de los Pirineos.

Una preocupación compartida por Felipe Etxetxikia, que critica la “visión muy urbana del territorio” que ha demostrado la Administración francesa al liberar a dos osas -Sorita, además de Claverina, aunque la primera no ha dado problemas al ganado- sin contar con los gobiernos a este lado de la frontera ni con los ganaderos. “No es que te indemnicen por la oveja, es que vivimos con un estrés continuo, y no solo nosotros: provoca abortos en el ganado, disminución de la producción de leche…”, se queja. “Nos parece una locura. El oso que se comporta así hay que retirarlo. Son agresivos y peligrosos. Otros osos no molestan tanto y son más compatibles”, denuncia. Cifra en 43 el número de plantígrados en el Pirineo y solo dos, Claverina en Navarra y Goliath en el Val d’Aran, concentran casi todos los incidentes registrados. “Son animales salvajes, y si se acostumbran a comer ganado, mal. Son proteínas fáciles. Un pastor me dice que esto se va a acabar cuando le dé un zarpazo a un turista…”, advierte Etxetxikia.

Ecologistas en Acción se solidariza con los ganaderos

Aunque ganaderos y ecologistas no comparten muchas veces las interpretaciones acerca de los problemas de convivencia entre especies, Eduardo Navascués, portavoz de Ecologistas en Acción en Navarra, comienza su defensa de los osos pirenaicos expresando su solidaridad con los ganaderos y recordando que “el ser humano también conforma el medio ambiente”.

Reconoce también que son zonas “económicamente deprimidas”, y que “reintroducir un gran depredador como el oso es complejo, muy difícil”. Aunque “lo ideal es que los osos no hubieran desaparecido, llegados a este punto, somos muy críticos con la unilateralidad del gobierno francés”, que tras la polémica ocasionada ya se ha comprometido a no reintroducir más ejemplares de forma unilateral. “Empezaron a construir la casa por el tejado, sin contar con el medio rural”.

“No es cuestión de frenar la repoblación, sino de hacerlo mejor. Evitar posibles daños de estos ejemplares conflictivos”, recalca Navascués, que alerta de que la reintroducción problemática “puede ser un problema para toda la especie”.

Navascués aboga por “fomentar la convivencia, formar en nuevas prácticas ganaderas, en los beneficios que pueden aportar estos depredadores”, y compaginar esas medidas con “ayudas económicas para proteger el ganado”, de manera que el oso sea “un valor y no un vecino incómodo”.

Insiste en que en la cordillera Cantábrica “Hay muchos más osos: hasta 200 ejemplares, y no han atacado. Y lobos también hay muchos”. Subraya que el medio ambiente “es un espacio en el que varias especies conviven en equilibrio, y reintroducir una especie provoca desequilibrios”. No obstante, considera también que el hábitat pirenaico “es propicio para la reintroducción del oso”.

El experto recuerda que los grandes depredadores “cumplen con una función importante: controla poblaciones de corzos, ciervos y jabalíes. Y es imagen de un ecosistema sano y en equilibrio”. También recuerda que desaparecieron “por la actividad humana: la caza y los cambios en el territorio”.

En resumen, que a juicio de Ecologistas en Acción “el oso no es un problema”, pero es cierto que el medio rural “presenta otras amenazas mucho más importantes”, como la despoblación. Desde la organización ecologista critican también el “ecologismo urbanita, desconectado de los entornos rurales” y recalcan la importancia de preocuparse “por la especie en general, no por dos ejemplares”, así como por el “equilibrio y convivencia con otras especies que ya están, como el ser humano”.