Contrapunto es el blog de opinión de eldiario.es/navarra. En este espacio caben las opiniones y noticias de todos los ángulos y prismas de la sociedad navarra. Opinión, bien diferenciada de la información, para conocer las claves de un presente que está en continua transformación.
La génesis de la paz vasca
El Acuerdo de Gernika fue firmado el 25/09/2010 y la Conferencia de Aiete se llevó a cabo el 17/10/2011. En el intermedio entre ambos se adhirieron al Acuerdo de Gernika, además de las 34 organizaciones originarias, otras muy significativas; entre ellas está la Coordinadora de Presos Políticos Vascos, EPPK.
El recorrido efectuado por el proceso de pacificación desde el Acuerdo de Gernika hasta el acto de Aiete tiene unas características y componentes especiales; tanto en el aspecto ideológico como en el estratégico. En el aspecto ideológico, se dejan de lado las reivindicaciones que fueron básicas en largos decenios, con carácter condicionante, la negociación y el dialogo. Así, por ejemplo, quedaron superadas las referencias a la Alternativa KAS, al Acuerdo de Estella o Lizarra-Garazi, y otras reivindicaciones. En su lugar se proclama la unilateralidad. Ciertamente se proclama que la lucha armada, que había sido puesta en marcha por razones políticas, solamente podía ser cesada por razones políticas y desde la unilateralidad. En consecuencia, sin ningún precio ni logro político y así se reivindicó su cese. Por tanto, en base y referencia exclusiva a los derechos humanos y principios democráticos. Esa es la característica ideológica y estratégica nueva de la “paz vasca” proclamada en el Acuerdo de Gernika. Fue una gran pena que les hubiera faltado valentía para compartir aquel acuerdo a algunas fuerzas políticas y sindicales vascas… El cambio ideológico y estratégico copernicano del Acuerdo de Gernika rechaza cualquier avance político salvo si es conseguido por medios exclusivamente políticos.
La Conferencia y proclama de Aiete, de más de un año después, no hubiese sido posible sin el Acuerdo de Gernika. De cualquier modo, las fuerzas de la derecha y de la extrema derecha que no comparecieron en la Conferencia de Aiete no son las únicas que siguen pretendiendo negar el sentido político de aquel solemne acto político. La teorización ultra de Mayor Oreja, enseñoreada en aquel tiempo en el Partido Popular, perdura aún, es decir, la de que son los postulados políticos de ETA los que hay que derrotar; y no solo sus estructuras militares; con el empleo para ello, si fuere necesario, de las ilegalizaciones antidemocráticas y de la fuerza incontrolada. Esa teoría que se sitúa en los parámetros del fascismo es la que mantiene que la guerra sigue perdurando aún hoy día. A pesar de todo ello, la Conferencia de Aiete, a cuyos participantes se debe profundo reconocimiento, otorgó el eco y la visibilidad necesaria a la pacificación proclamada un año antes sin precio ni logro político. Fueron Gernika y la organización EPPK quienes pusieron los principios y la garantía; Aiete y la internacionalización le otorgaron la imagen.
El desarme de la organización ETA efectuado después y su autodisolución, también se efectuaron unilateralmente, aunque algunos pensamos que quizá dicha organización –una vez desarmada– debía haber mantenido su estructura política para mayor esclarecimiento de los hechos. Para expresarlo de otro modo, la organización ETA en su origen primario, no era una organización armada; y en su final, tampoco lo fue. Es obvio que todas estas elucubraciones no le importan nada a la derecha ultra del patrioterismo español al que hay que recordarle una y otra vez que los derechos humanos y los principios de la democracia están por encima de las leyes, las constituciones y hasta las patrias.
Además, todo ello está quedando cada vez más claro en el tratamiento jurídico-político del contencioso catalán. Éste no ha originado victima alguna, pero ello no impide acusaciones o condenas por rebelión o sedición, en contra de los principios democráticos. Por otro lado, los lemas simplones y baratos como el de que “nunca debió existir”, constituyen un empobrecimiento del debate y pueden llegar a ser un fake, porque su objetivo es negar la motivación política que originó el sufrimiento o las adscripciones de los militantes de ETA.
De todos modos, en la actual coyuntura del “relato” es el tratamiento de las víctimas el que se ha tornado punto clave. El papel emblemático de las víctimas es el de símbolos de la paz. Pero para cumplir ese objetivo es imprescindible el tomar en consideración a todas las víctimas de todas las violencias, sin excepción. Solamente así es como se hace prevalecer la igualdad de toda la ciudadanía y de todas las opciones políticas, base ineludible de la paz. Por el contrario, el tomar en consideración a unas víctimas y despreciar o menospreciar a otras, significa la pretensión de hacer durar y no dar por terminada la guerra. Exactamente igual que lo efectuado por el franquismo con los “caídos”, que el propio franquismo originó y luego prostituyó. Las bases éticas y estéticas de la paz solo pueden simbolizarse en una consideración paritaria de las víctimas de todas las violencias políticas. En este sentido el “Centro Memorial de las Víctimas del Terrorismo” establecido en la antigua sede del Banco de España de Gasteiz, constituye el ejemplo de un monumento contra el papel emblemático de las víctimas y contra la paz.
Analizo el debate sobre los “ongi-etorri” o bienvenida a los presos, desde la indicada perspectiva. Se trata de personas que se pronunciaron hace más de 10 años a favor del abandono de la lucha armada y que han seguido presas y han cumplido sus condenas, –y en muchas ocasiones en forma discriminada–, lo cual constituye una actuación en favor de la solidaridad y por lo tanto de la democracia, o por lo menos de la libertad que tiene cabida en la democracia.
Ya no debería quedar ningún preso político vasco, tal como lo demuestra la experiencia de infinidad de procesos de paz a lo largo y ancho del mundo. Pero por desgracia, el odio de la derecha española, la debilidad endémica del PSOE y la tibieza de algunos del ámbito vasco mantiene esta tragedia. Nos queda la esperanza de que haga su camino la reivindicación de amnistía de Cataluña.
¿Que la paz debiera haberse conseguido antes? Por supuesto que sí. La paz siempre llega demasiado tarde; y no solo para las víctimas, sino para toda la sociedad. Por desgracia las condiciones que necesitaba “la paz vasca” no se cumplieron hasta 2010; pero por fortuna las características de la esencia de “la paz vasca” constituyen una aportación en la historia de las pacificaciones. La iniciativa del Grupo de Nanclares y otras por el estilo cumplieron el papel de antecedentes, aunque es evidente que no les satisface tal calificación.
Por lo tanto, y resumiendo, el cambio ideológico y estratégico de hace 10 años habrá de completar su evolución en el “debate del relato”. Permítaseme entre tanto, terminar con la reproducción de la primera estrofa de las 55 que tiene mi poema titulado 'La Última Batalla de ETA': “Está escrito en las reglas de la guerra / que por muchas batallas que se ganen / si se pierde la última, / toda la guerra debe darse por perdida / El debate del relato se ha tornado / el desafío más difícil de ETA / pero, aunque parezca paradójico / habrá de disputarlo sin ETA”.
El Acuerdo de Gernika fue firmado el 25/09/2010 y la Conferencia de Aiete se llevó a cabo el 17/10/2011. En el intermedio entre ambos se adhirieron al Acuerdo de Gernika, además de las 34 organizaciones originarias, otras muy significativas; entre ellas está la Coordinadora de Presos Políticos Vascos, EPPK.
El recorrido efectuado por el proceso de pacificación desde el Acuerdo de Gernika hasta el acto de Aiete tiene unas características y componentes especiales; tanto en el aspecto ideológico como en el estratégico. En el aspecto ideológico, se dejan de lado las reivindicaciones que fueron básicas en largos decenios, con carácter condicionante, la negociación y el dialogo. Así, por ejemplo, quedaron superadas las referencias a la Alternativa KAS, al Acuerdo de Estella o Lizarra-Garazi, y otras reivindicaciones. En su lugar se proclama la unilateralidad. Ciertamente se proclama que la lucha armada, que había sido puesta en marcha por razones políticas, solamente podía ser cesada por razones políticas y desde la unilateralidad. En consecuencia, sin ningún precio ni logro político y así se reivindicó su cese. Por tanto, en base y referencia exclusiva a los derechos humanos y principios democráticos. Esa es la característica ideológica y estratégica nueva de la “paz vasca” proclamada en el Acuerdo de Gernika. Fue una gran pena que les hubiera faltado valentía para compartir aquel acuerdo a algunas fuerzas políticas y sindicales vascas… El cambio ideológico y estratégico copernicano del Acuerdo de Gernika rechaza cualquier avance político salvo si es conseguido por medios exclusivamente políticos.