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OPINIÓN | 'Pesimismo y capitalismo', por Enric González

No hay planeta b, sino uno al que hay que cuidar

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El pasado 7 de septiembre participé en la Escuela de Comunicación Ambiental 2022 que forma parte de los Cursos de Verano de la Universidad del País Vasco (UPV-EHU) en Donostia, que en su cuarta edición abordó la problemática de la crisis ecológica y la crisis sanitaria, y que en lo que respecta a mi participación como ponente estuvo centrada en “Cómo comunicar la crisis climática”.

Las y los ponentes que participamos en dicha jornada estuvimos de acuerdo en bastantes cuestiones, entre ellas, con la evolución positiva que ha tenido el periodismo y la información ambiental en los últimos años. Hace ya unos cuantas décadas, pensar en el periodismo ambiental era casi una utopía, no porque no existieran ya profesionales convencidos de la necesidad de informar sobre las cuestiones de nuestro entorno, sino por la falta de confianza de los medios de comunicación en este tipo de noticias. 

Hoy, en la segunda década del siglo XXI, la situación es bien diferente y un nutrido grupo de profesionales “pelea” día a día para conseguir que las noticias ambientales impregnen el papel, el espacio radiofónico, el audiovisual, internet, etcétera. La información ambiental ya no es una “rareza” en los medios, aunque en ocasiones no se le da el tratamiento correcto.

En este sentido, es necesario avanzar en una comunicación con el máximo rigor científico, con el mayor contraste posible y pluralidad en el manejo de las fuentes de información ambiental, más y mejor, un compromiso que cobra especial relevancia en estos tiempos de desinformación y bulos, además de generar dinámicas esperanzadoras. Y, desde mi punto de vista, los medios de comunicación a la hora de informar sobre la crisis climática en bastantes ocasiones, aunque no se puede generalizar y tratar de igual manera a todos los medios, se centran generalmente en las consecuencias, lo que conlleva un carácter catastrofista de una buena parte de las noticias sobre el cambio climático. Aunque la realidad ambiental y climática es sumamente desastrosa, es importante incidir no sólo en los impactos del cambio climático sino también en las causas y soluciones, de tal manera, que las emociones negativas asociadas al problema puedan tener como contrapeso en las soluciones y alternativas existentes, y en las resonancias positivas fruto de presentar el cambio climático como un motor para el cambio social.

También es muy importante el enfoque del problema desde el punto de vista de la justicia climática. Hay que comunicar las dimensiones humanas de los impactos, informando y favoreciendo el debate desde una perspectiva ética sobre los impactos del cambio climático en la salud, la economía, el acceso al agua y los flujos migratorios.

Conectar el fenómeno del cambio climático con realidades concretas en el espacio y tiempo, permitirá visualizar mucho mejor que el cambio climático no es futuro, sino presente, y que ya está aquí. Las olas de calor, los incendios forestales y las inundaciones que han tenido lugar en los últimos meses en Navarra, y que según los estudios científicos realizados aumentarán proporcionalmente con la magnitud del calentamiento del Planeta, nos hacen ver la necesidad de incidir en la conexión del cambio climático con los fenómenos meteorológicos extremos, aunque hay que evitar el alarmismo y el espectáculo climático en la información sobre dichos episodios. 

Y, es fundamental la defensa de un periodismo crítico, amparado en la veracidad, y alejado de los contenidos pagados por multinacionales y empresas contaminantes que generen el lavado de imagen verde (Greenwashing en inglés), que tiene además un impacto negativo sobre las empresas que realmente llevan a cabo buenas prácticas ambientales y sostenibles; desvelar el negacionismo en el discurso económico, político o publicitario basándose en la certeza científica existente en torno a las causas, impactos y soluciones del cambio climático; y renunciar a la simetría, es decir, a la búsqueda de un falso equilibrio en la comunicación sobre el cambio climático, ya que la comunidad científica internacional avala la gravedad, causas y consecuencias del cambio climático.

En el transcurso de la jornada, también considero importante resaltar lo que dijo la ex directora del Instituto Geológico y Minero de España, Ana María Alonso Zara, a la periodista Begoña Beristain en una de las entrevistas que le hizo, en la que dijo: “La Tierra sobrevivirá, pero nuestro mundo no. No necesitamos una Planeta B sino cuidar el que tenemos”. Así de clara y contundente se pronunció. 

Entre los muchos retos que tenemos por delante, en el coloquio que tuvo lugar se destacó uno como prioritario, y es el de lograr que las personas, y especialmente las personas jóvenes, se conviertan en agentes de cambio. Y aquí enlazo con la movilización internacional que tendrá lugar a nivel internacional el 23 de septiembre convocada por la juventud de Fridays for, y que en Navarra tendrá sus propias actividades y convocatorias, y a la cumbre internacional por la vida que se realizará en noviembre, durante la celebración de la COP27 en El Cairo, la cumbre por el clima, y a las que me sumo de forma incondicional.

Lo anterior es importante porque varias décadas de experiencia han demostrado que los líderes de los estados con mayor poder de decisión no van a adoptar y mantener en el tiempo las importantes decisiones que se precisan para llevar a cabo una profunda y radical transformación del sistema energético que ha prevalecido desde hace dos siglos y medio, basado fundamentalmente en la utilización de los combustibles fósiles que provocan el cambio climático, si no se ven confrontados con una sociedad civil internacional concienciada y movilizada. 

Es necesario crear dinámicas esperanzadoras de que se puede reconducir la crisis ecológica y la crisis climática en la que nos encontramos y tener muy en cuenta que no hay planeta b, y que tenemos solo uno y es el que debemos proteger y cuidar. 

El pasado 7 de septiembre participé en la Escuela de Comunicación Ambiental 2022 que forma parte de los Cursos de Verano de la Universidad del País Vasco (UPV-EHU) en Donostia, que en su cuarta edición abordó la problemática de la crisis ecológica y la crisis sanitaria, y que en lo que respecta a mi participación como ponente estuvo centrada en “Cómo comunicar la crisis climática”.

Las y los ponentes que participamos en dicha jornada estuvimos de acuerdo en bastantes cuestiones, entre ellas, con la evolución positiva que ha tenido el periodismo y la información ambiental en los últimos años. Hace ya unos cuantas décadas, pensar en el periodismo ambiental era casi una utopía, no porque no existieran ya profesionales convencidos de la necesidad de informar sobre las cuestiones de nuestro entorno, sino por la falta de confianza de los medios de comunicación en este tipo de noticias.