Todo lo que se le puede exigir y todo lo que puede ofrecer la primera temporada de '30 Monedas'

Cristian Ruiz Carrera

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Diríamos que no vendría a por mí el 'Sargento Lagunas' (Pepón Nieto) –aunque, visto lo visto, creo que no habría problemas– cuando afirmo que Alex de la Iglesia es uno de los directores de cine más reconocidos de la historia del cine español. Tampoco que su estilo, macerado a lo largo ya de 15 largometrajes, es uno de los más característicos de todo el panorama hispano. El maridaje entre Alex de la Iglesia y el terror no es tan antiguo como la leyenda de las 30 monedas de Judas, pero también causa sensación. Por eso mismo, decir que 30 Monedas es distinto a todo lo que los bastos –e interminables– catálogos que las plataformas ofrecen sería como decir que José Coronado aparecerá en el próximo Thriller narcótico que liderará las parrillas televisivas durante un par de semanas. Cuando algo se convierte en natural, también puede convertirse en exigible; por lo que si algo está permitido exigir a serie de De la Iglesia es que no pase desapercibida.

Y '30 Monedas' cumple con su función; empezando por su aspecto árido, polvoriento y romano– y acabando por su imperante comentario moral –implícita, como usar la industria cárnica como metáfora de la desaprensión de la empresa y la política o explícita, como la indefinición y enfrentamiento sobre de la concepción de “Santa” de la guerra civil Siria en el 1x6–. También, por supuesto, un destacable trabajo de efectos visuales, herramientas técnicas con las que De la Iglesia juega y se recrea en las numerosas escenas de acción de la serie.

No obstante, no puedo pasar por alto la indiferencia con la que afronté la primera parte de la temporada. Puede resultar inevitable sentirse espectador pasivo ante la normalidad con la que de una serie de desconocidos –de los que sospechamos por partes iguales– se enfrentan diariamente a los habituales tópicos del terror –Las telarañas del 1x1, la ouija del 1x2 y el espejo del 1x3–. Aunque seguro muchos disfrutarán de esta primera mitad –sobre todo los conocedores de las criaturas de Lovecraft y Carpenter–, esta acaba quedando aislada tras el cuarto y quinto episodio –Recuerdos y El doble–, en los que Eduard Fernández –Padre Vergara en la serie– carga con la serie a la espalda para acercarse a su pasado. Físico y poderoso, pero también lleno de oscuridad y dudas, Fernández brinda una actuación a la altura de su personaje –a diferencia del resto de protagonistas–, hasta convertirse en único abanderado del escalado bíblico de los acontecimientos, y de su apocalíptico –y disparatado– desenlace.

Pero no importa que '30 Monedas' llegue a perder el pie y acabe hablando sola, puesto que todos seguiremos escuchándola. Y lo haremos, o por puro interés o, simplemente, porque nos encantan las locuras. Y, aunque no merece de menos la simbología y múltiples interpretaciones la trama subterránea, es la capacidad de entretener a todo aquel que esté dispuesto a ello lo que la hace merecedora de su visionado. Eso todo lo que se le puede exigir y eso todo lo que puede ofrecer.

elDiario.es/Navarra

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