La segunda ola de la pandemia ha acompañado desde el inicio al arranque del nuevo curso político, que tiene como primer gran objetivo la elaboración de unos nuevos presupuestos. Unas cuentas que estarán enormemente condicionadas por la COVID-19, y que al igual que sucedió en el curso anterior, necesitarán el apoyo de, al menos, una de las dos fuerzas de la oposición, Navarra Suma o EH Bildu, que apuestan por fórmulas totalmente opuestas. El Gobierno de Chivite hasta la fecha mantiene el discurso de “mano tendida a todas las fuerzas”, en busca de un gran pacto presupuestario, pero la realidad sugiere que una vez más, se tendrá que elegir. A diferencia de lo ocurrido el curso pasado, en el que los presupuestos aprobaron en febrero, apenas unas semanas antes de que se declarara el estado de alarma, el Gobierno foral quiere aprobar las cuentas del 2021 antes de final de año para que puedan estar vigentes el 1 de enero. Ello supondrá que el Ejecutivo de María Chivite tendrá que intensificar las negociaciones y, antes que nada, aprobar el techo de gasto, que se espera pueda estar acordado en “un par de semanas”.
Escuchando al vicepresidente primero y portavoz del Gobierno, Javier Remírez, parece complicado un acuerdo con Navarra Suma. El pasado jueves, Remírez remarcó la “claramente orientación progresista” del Ejecutivo, y una vez más descartó una bajada de impuestos. Precisamente esta es la principal condición que ha puesto sobre la mesa la formación liderada por Javier Ezparza para sentarse a negociar. La coalición de derecha apuesta por recurrir a mayor endeudamiento y bajar los impuestos como fórmula fiscal para las nuevas cuentas. Una fórmula que a priori no casa con la “orientación progresista” del Gobierno, una colación de PSN, Geroa Bai y Podemos. Tras el fracaso en la negociación de las cuentas del curso pasado, con el Gobierno acusando a Navarra Suma de no presentar propuestas y a la formación de Javier Esparza haciendo lo propio con el Ejecutivo por, según ellos, “sentarse con Navarra Suma para justificar sentarse después con EH Bildu”, el Ejecutivo foral busca ahora contentar a todos, pero se antoja complicado.
En el otro lado, EH Bildu, que apuesta por subir impuestos y no recurrir a más deuda de la ya pactada con el Estado (el 2,6% del PIB), porque “es pan para hoy y hambre para mañana”. El Gobierno ya llegó a un acuerdo para las cuentas del 2020 con la formación abertzale, con la que comparten la orientación progresista, pero con la que también se ha querido marcar distancia. Remírez aseguró el jueves que “lejos de maximalismos”, el Ejecutivo foral se encuentra en una “centralidad progresista”.
Con todo, el Gobierno intensificará en las próximas semanas las negociaciones, una vez acordado el techo de gasto para las cuentas, con el objetivo de tener los presupuestos aprobados a final de año. Como señaló la consejera de Economía y Hacienda, Elma Saiz, se quiere que estén en vigor el 1 de enero, porque “son el canal para articular la recuperación de Navarra y son más necesarios que nunca”.
elDiario.es/Navarra
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