La hepatitis C crónica constituía un problema de salud pública de importante magnitud en España en 2015: el aproximadamente medio millón de personas afectadas podían presentar complicaciones graves, como el cáncer hepático y la cirrosis, por lo que era la primera causa de trasplante de hígado en nuestro país. Sin embargo, el tratamiento con antivirales de acción directa ha conseguido entre 2015 y 2017 “óptimos resultados en salud en un contexto de vida real, con una tasa de curación del 97% en los pacientes tratados en Navarra”.
La efectividad fue elevada (superior al 95% de curación) incluso en poblaciones clásicamente consideradas difíciles de tratar, como los pacientes coinfectados por VIH y con cirrosis hepática. Estas conclusiones se recogen en la tesis doctoral de la farmacéutica hospitalaria Regina Juanbeltz Zurbano (Pamplona, 1986), defendida en la Universidad Pública de Navarra (UPNA) con calificación de sobresaliente cum laude.
“Los nuevos antivirales han demostrado tener un buen perfil de seguridad en práctica clínica, simplificando la monitorización de los pacientes durante la terapia, con un menor consumo de recursos sanitarios”, señala la nueva doctora, que subraya también que la curación de la infección por el virus de la hepatitis C “tiene un impacto positivo sobre la calidad de vida de los pacientes, hasta conseguir equipararla a la de población general española del mismo sexo y edad para los pacientes en los estadios más leves de la enfermedad”.
El objetivo del tratamiento antiviral es eliminar la infección por el virus de la hepatitis C para evitar la progresión de la enfermedad y sus complicaciones. “Hasta el año 2015, el tratamiento se basaba en interferón, con tasas de éxito limitadas y múltiples efectos adversos”, explica. Desde ese año, se han comercializado en España diferentes combinaciones de antivirales de acción directa contra el virus, lo que ha supuesto un cambio relevante en el manejo de la enfermedad.
Elevado coste inicial
El elevado coste inicial de los fármacos dificultó el acceso simultáneo de todos los pacientes al tratamiento, por lo que se priorizó el tratamiento de quienes se encontraban en las fases más avanzadas de la enfermedad. El descenso progresivo del coste de los fármacos posibilita en la actualidad el acceso universal al tratamiento de los pacientes con hepatitis C.
“Los ensayos clínicos de estos nuevos fármacos mostraban resultados prometedores, con alta eficacia para conseguir la curación de la infección. Ante la llegada de los nuevos medicamentos, existía la necesidad de evaluarlos en la vida real, ya que los resultados terapéuticos en la práctica clínica pueden ser menos favorables que los observados en los ensayos clínicos”, subraya la Juanbeltz.
Por ello, la investigadora centró su estudio en tres ejes: saber cuánto curan los nuevos antivirales, cómo lo hacen (si son seguros) y el impacto sobre la calidad de vida de los pacientes, “un aspecto novedoso ya que apenas había sido evaluado previamente en los ensayos clínicos”. Analizó los pacientes tratados con antivirales de acción directa en el Complejo Hospitalario de Navarra desde 2015 a 2017. “El tratamiento se consideró efectivo cuando no se detectaba el virus en sangre a las doce semanas de finalizar el tratamiento. Los resultados han demostrado una efectividad global de los antivirales de acción directa en Navarra del 97%, han demostrado tener un buen perfil de seguridad en práctica clínica y la curación de la infección por el virus de la hepatitis C tiene un impacto positivo sobre la calidad de vida de los pacientes”, concluye.