Fue un tema tabú durante muchos años, pero la presión social comienza a descoser las costuras. Aunque los grupos de presión antitaurinos son mayoritariamente foráneos, y su presencia en la capital navarra se limita a acciones de alto impacto mediático alrededor de las fiestas de Sanfermín, el debate sobre los toros es ya un elefante en medio de la habitación. El colectivo Iruña antitaurina, formado el mes de junio del año pasado con el objetivo de “poner fin a las corridas de toros en nuestra ciudad lo antes posible”, ha vuelto a convocar una kalejira festiva y antitaurina el día grande de las fiestas en la que han alertado del peligro de que Pamplona se convierta en una “Tordesillas foral”.
Cientos de personas han expresado su rechazo a la “tortura” que se inflige a los animales en las corridas de toros durante un recorrido por las calles del Casco Viejo de Pamplona: de la plaza de la Navarrería hasta la de los ajos. Al igual que Anima Naturalis y PETA, Iruña antitaurina prioriza la eliminación de las corridas de toros por encima de los encierros, ya que consideran que es donde se da “el mayor grado de tortura”.
“Nuestro grupo no tiene posición respecto al encierro, ni en contra ni a favor, aunque sí compartimos que el encierro también conlleva maltrato según informes veterinarios, pero alejado de la extrema crueldad de las corridas de toros”, afirman en un dossier que entregaron a las peñas de Pamplona.
¿Es consustancial la corrida de toros al encierro? Muchos, entre los que se encuentra el alcalde de Pamplona, Joseba Asiron (Bildu), opinan que no. Que podría celebrarse lo que en su origen fue el traslado de los animales de los corralillos a la plaza para su lidia sin que haya lidia. Una suerte de carrera con toros -el Running of the Bulls, que dicen los anglófonos- mucho más alineada con la sensibilidad social hoy imperante. Además, es el encierro matutino la seña de identidad más internacional de los Sanfermines, y no la corrida de la tarde.
Asiron soltó la perla en una entrevista publicada por la revista valenciana El temps: “No veo unos Sanfermines al cien por cien sin toros, pero sí veo, a medio plazo, unos Sanfermines sin corridas”, declaró. Y aún más: “De cara al futuro nadie se imagina un ocio basado en el sufrimiento animal”. Y por si no había quedado claro, cuando volvió a Pamplona se reafirmó: “La sociedad lo tiene cada día más claro”, insistió. Pública es la postura contra los toros de su partido, pero Sanfermín es tanto Sanfermín que incluso preside la corrida del día 7.
Aunque el alcalde no hizo sino verbalizar un elefante que todos perciben, taurinos y ganaderos salieron en tromba: exigieron una rectificación (¿?) y advirtieron de que “no existe en ningún caso la posibilidad de celebrar encierros sin corridas de toros en Pamplona”. El alcalde contestó a la nota de los ganaderos afirmando que es “muy respetable su opinión”, aunque insistió en que es “evidentísimo” que hay un debate social sobre las corridas de toros también en Pamplona, si bien “es algo objetivo que hoy en día no se conciben unos Sanfermines sin la presencia del toro”. “No concibo que venga un alcalde, se llame Joseba o se llame como se llame, y diga que esto se suspende por decreto”, remarcó.
Y los datos parecen darle la razón, según datos del informe publicado este año por la Asociación de Veterinarios Abolicionistas de la Tauromaquia y el Maltrato Animal (AVATMA), los festejos taurinos bajaron un 53% entre 2007 y 2015, la asistencia a las corridas un 59% entre 2007 y 2014 según el Ministerio de Cutura y hasta un 84% de la juventud entre 16 y 24 años rechaza la tauromaquia, según una encuesta de Ipsos Mori.
Esta nuevo escenario tiene consecuencias concretas para los Sanfermines. Según los datos de Iruña Antitaurina, julio ya no es el mes con más ocupación hotelera. Asimismo, se refieren al boicot de touroperadores, principalmente anglosajones, a sitios donde se produce maltrato animal. “No queremos que mientras las corridas retroceden y desaparecen en muchos sitios como Vitoria, Sansebastián, Bilbao, Canarias, Catalunya, Baleares, Ecuador, Colombia..., en nuestra ciudad se intente mirar para otro lado y se convierta en uno de los últimos baluartes en defensa de la tauromaquia. Tenemos la preocupación de que acabemos siendo un Tordesillas foral, un último reducto cateto y numantino de un espectáculo condenado a desaparecer”, defienden desde el colectivo animalista, que también teme acabar siendo otro Alarde, un conflicto cronificado, donde una parte de la población defiende lo indefendible, que en Hondarribia o Irun es la no participación en igual de las mujeres y que en Pamplona sería la defensa del maltrato animal por diversión“.
Toros estresados, pero sanos
Desde Iruña antitaurina echan mano de la ciencia y de la AVATMA para separar las corridas de los encierros. Si en la lidia el sufrimiento del toro es evidente, los veterinarios reconocen que el encierro, tal y como se realiza en la ciudad de Pamplona, “podría entenderse como una huida de los animales en manada conducidos desde un principio por los mansos o cabestros desde los corrales hasta la plaza, lo que debe reportarles cierto grado de tranquilidad, aunque resulta evidente que supone un sobreesfuerzo para los toros que participan y un factor de estrés previo a la lidia”.
Los veterinarios recuerdan que los toros son rumiantes “y por lo tanto no depredadores, gregarios y pacíficos en su ambiente natural, salvo que perciban peligro”, situaciones que solventan huyendo “en la mayoría de las ocasiones”. Solo optarán por el ataque “si su zona de escape o de fuga es invadida”.
Citan estudios para explicar que el encierro “incrementa el daño muscular y hepático de las reses que han participado en ellos”, pero mejora la “adaptación a la lidia” según el recuento de glóbulos rojos y blancos y la disminución de las tasas de cortisol y lactato. En definitiva, que el ejercicio les sienta bien y luego se caen menos en la plaza.
En cuanto a las características del encierro, los veterinarios recalcan que mientras el grupo permanece compacto, “los toros no suelen defenderse del acoso de los corredores”. Los “mayores peligros” se producen cuando alguno de los animales queda rezagado y aislado del resto, “situación que sin duda les provoca sensación de miedo e incluso pánico”.
En definitiva, el maltrato a los animales de cuatro patas durante el encierro parece limitarse al estrés: “No podemos negar el intenso estrés que padecen los toros durante el recorrido por lo novedoso de la situación en la que se encuentran inmersos (bullicio, centenares de personas a su alrededor, firme deslizante…)”.
Y terminan citando una muestra del comportamiento pacífico que tienen estos animales cuando se encuentran en grupo: la reacción que tuvieron cuando se encontraron con el montón a la entrada de la plaza de toros de Pamplona en el año 2013.