María Chivite, la socialista republicana que ha hecho de Navarra un “baluarte progresista”
Con el mantra de “igualdad” frente a odio y “derechos” frente a derechas, encara un segundo mandato convertida en una de los tres únicos presidentes autonómicos que le han quedado al PSOE
María Victoria Chivite Navascués (Cintruénigo, 1978), una de las pocas dirigentes en el PSOE que públicamente ha dicho que votaría 'sí' a la instauración de la república en un referéndum, volverá a ocupar ya 'de iure' desde este jueves, tras haber recibido la firma del jefe del Estado, del rey Felipe VI, el despacho presidencial de lo que se diseñó como Palacio Real de Navarra, aunque en realidad se construyó después de que desapareciera ese reino. En las últimas semanas ha venido repitiendo que, en un escenario de “emergencia democrática” por el giro a la derecha en muchas comunidades autónomas, Navarra -históricamente asociada con el conservadurismo- tiene que ser “el baluarte progresista en España”. Tres son los socialistas que han quedado al frente de Gobiernos autonómicos tras las elecciones de primavera y María Chivite es la única mujer al lado de Emiliano García-Page en Castilla-La Mancha y de Adrián Barbón en Asturias como tres son las mujeres que, de modo consecutivo, han gobernado la comunidad foral durante cuatro legislaturas, algo desconocido en la España de las autonomías.
“Igualdad” frente a odio y “derechos” frente a derechas son dos de las premisas para un segundo mandato al frente un tripartito entre su PSN, Geroa Bai (Socialverdes y PNV) y Contigo/Zurekin (la marca de Podemos, IU, Batzarre y otros). ¿Y EH Bildu? La izquierda abertzale, como en 2019, ha posibilitado su investidura con una abstención deliberada y activa y ha sido un socio regular y leal en materia presupuestaria o legislativa. Y lo seguirá siendo. Ello la ha situado en la diana de la derecha, que ha llegado incluso a acuñar la despectiva denominación “Chibildu” para referirse a su Gobierno o a afirmar que se apoya en escaños manchados de sangre. Pero es igualmente cierto que la coalición salió del Ejecutivo a su llegada en 2019 después de haber dirigido dos áreas de 2015 a 2019 en la etapa de Uxue Barkos y que el PSN sigue intentando marcar distancias con EH Bildu a cada paso. Con todo, el partido admite en privado que sus relaciones son en ocasiones más fluidas con EH Bildu que con Geroa Bai. ¿Cómo cambiará el escenario el hecho de que desaparezca del día a día la figura siempre relevante de la expresidenta Barkos, que pasará a ser senadora por designación autonómica?
Chivite, que hace política también con los gestos como cuando llevó “Superwoman” o a Wonder Woman como funda del teléfono móvil o usaba mascarillas moradas durante la pandemia, representa una nueva generación en el socialismo navarro que se politizó con los vetos en el pasado de Ferraz a explorar mayorías alternativas al gran partido foralista navarro, UPN, el mayoritario en la derecha local. Algo mayor es Santos Cerdán, también de la Ribera de Navarra. “Santi”, como le llama la presidenta, ya no es solamente su gran valedor sino también un hombre con gran poder en el equipo de Pedro Sánchez. De la misma generación es Ramón Alzórriz, el portavoz parlamentario, que esta misma semana ha exhibido con orgullo que el PSN ya no es aquel partido subordinado a UPN. Queda ya muy lejos el 'agostazo' de 2007, cuando a los socialistas navarros les vetaron un acuerdo con Nafarroa Bai e IU y fueron obligados a dejar paso a Miguel Sanz. O 2011, cuando el PSN entró al Gobierno de Yolanda Barcina hasta que UPN expulsó a los consejeros socialistas. Más lejos aún quedan los oscuros mandatos socialistas de Gabriel Urralburu o Javier Otano, marcados por la corrupción e incluso por las andanzas de Luis Roldán.
La ahora presidenta, que es familia del que fuera líder del PSN Carlos Chivite e hija de un concejal de Cintruénigo, Jesús Chivite, posee formación en Sociología en la Universidad pública, la UPNA, eclipsada en Navarra por la vis atractiva de la privada del Opus Dei. Entusiasta de los procesos electorales hasta el punto de hacer de puño y letra sus propios esquemas de posibles transferencias de votos entre partidos, tiene también un máster en organización y gestión de recursos humanos y técnica superior en prevención de riesgos laborales. Se forjó en las Juventudes Socialistas de Navarra (JSN), donde estrenó militancia siendo veinteañera y donde conoció a su pareja, Miguel Mangado. Antes, eso sí, fue delegada de clase en el colegio, en el instituto y en la Universidad. En su cuarto adolescente colgaba pósteres de José Luis Rodríguez Zapatero. Casi como es normativo en el PSOE, se afilió también a la UGT. Tienen dos hijos que acuden a un colegio público y, en su casa, donde la conciliación es un puzle, ha mandado instalar placas solares.
Su área de especialidad en sus primeros cargos orgánicos y públicos fue la Sanidad y los servicios sociales. Durante un año, de 2014 a 2015 y ya con Sánchez al frente del PSOE, aunque no le apoyara en las primeras primarias que ganó, fue la portavoz en el Senado. Se estrenó como candidata en Navarra en 2015, pero apenas obtuvo siete escaños de 50. Gobernó Geroa Bai con Barkos y el apoyo de EH Bildu y las marcas de entonces de Podemos e IU. Chivite fue portavoz en la oposición. En 2019 repitió y mejoró hasta los once escaños. Es el mismo resultado que en 2023. Siempre ha ganado las elecciones UPN pero a su líder, a Javier Esparza, le afean que por tres veces haya sido incapaz de articular mayorías. Chivite, por el contrario, se jacta de tener cintura para cerrar acuerdos amplios y plurales, aunque en esta ocasión Geroa Bai ha definido las negociaciones como “de cara de perro” con acusaciones veladas al PSN de querer humillarles.
Chivite no habla euskera. En 2019, nada más acceder al cargo, afirmó esto en una entrevista con elDiario.es: “Me gustaría introducir en mis discursos alguna cosa más allá del 'egun on' o 'mila esker'. Creo que también hay que hacer gestos”. De momento, no lo ha cumplido. En la investidura llevaba preparadas varias frases además del saludo, pero tuvo dificultades con la primera y se saltó las siguientes. “Ya lo voy introduciendo poco a poco en mi discurso, sobre todo las intervenciones que son más oficiales, en las más importantes. Pero sí, tengo que seguir avanzando en ese camino”, contó en 2023, en su última entrevista con este periódico.
Sobre su vida personal, Chivite ha llegado a afirmar que echa de menos “no ser conocida”. “No lo digo que lo hagan con mala intención, pero en la calle comentan”, afirma. Asegura que donde más “libre” se siente es en Cintruénigo. “En mi pueblo soy yo, María. La hija de Mila de Jesús”, indicó en un vídeo del partido durante la pandemia, en el que reconoció también que su familia es “muy muy religiosa”. En el despacho presidencial, por el contrario, se siente “pequeña”. “El espacio es muy grande. Es un orgullo ser presidenta pero la responsabilidad está ahí”. El deporte, en concreto el 'crossfit', le ha acompañado solamente en los últimos años pero la música sí la ha tenido presente toda la vida. “Me gusta muchísimo la música. Es lo que más me gusta. He ido a conciertos desde Perales hasta... Me gusta mucho la música 'indie'. La música es casi lo que más me gusta”, insiste la presidenta, que admite que de joven era rebelde y fiestera. 'La mujer de verde' de Izal es la canción que siempre pide para sus actos políticos: “No hay alternativa. Si la hubiera, no me gustaría”.