En la comunidad con la tasa de pobreza más baja de España, el 73% de los menores de 16 años nacidos fuera del país está en riesgo de pobreza y exclusión social. Es decir, tres de cada cuatro niños migrantes, sin nacionalidad española, tienen más probabilidad de vivir situaciones de escasez frente a uno de cada cuatro menores españoles -el 23,6%-. Es la paradoja que refleja el último informe sobre la pobreza y la desigualdad del Observatorio de la Realidad Social de Navarra presentado este jueves, según el cual el 60,4% de las mujeres nacidas fuera del país se encuentran en esta misma situación.
La juventud, el género y el hecho de carecer de nacionalidad española son factores de riesgo para caer bajo el umbral de la exclusión social. De hecho, el 16,3% de la población española se encontraba en riesgo de pobreza en Navarra en 2019 frente al 58,9% de las personas de nacionalidad extranjera. Estas son algunas de las conclusiones recogidas en dicho informe que, pese a no realizar aún una fotografía ajustada a las consecuencias de la pandemia, apunta ya a una “cierta tendencia negativa” en la evolución de las personas en riesgo de sufrir situaciones de escasez en la comunidad.
El indicador más actualizado al que hace referencia este documento es la tasa AROPE. Este índice sitúa a Navarra como la décima comunidad europea con la tasa de pobreza más baja, mientras que en España es la primera por segundo año consecutivo. En concreto, el indicador queda lejos de la media española ubicada en el 26,4%, aunque se ha visto incrementado en tres décimas al pasar del 11,7% al 12% en 2020. De hecho, la previsión es que las consecuencias de la pandemia empeoren las cifras al haber aumentado un 5,52% los perceptores de la Renta de Garantía de Ingresos el pasado año, hasta alcanzar los 37.879 beneficiarios en la Comunidad foral.
Tasas de pobreza relativa y severa
La realidad silenciosa de la pobreza en Navarra se mide en este quinto informe con otros parámetros que no reflejan aún todo el impacto que ha supuesto la pandemia para las personas más pobres y vulnerables. Entre ellos, según el documento, el que ofrece una imagen más precisa es la Estadística de Renta de la Población, que ha realizado por el Instituto de Estadística de Navarra.
Según mide la tasa de pobreza relativa, en 2019 un 21,2% de la población residente en el territorio estaba en riesgo de exclusión social. O lo que es lo mismo: 138.693 personas vivían con menos de 960 euros al mes, muy por debajo del umbral establecido en 11.528 euros en la Comunidad foral. De hecho, cabe destacar que este umbral creció en 418 euros con respecto a 2018, si bien a medida que dicho umbral ha aumentado en los últimos años el riesgo de pobreza ha descendido. Aun así, las mujeres son las que más probabilidades tienen de caer en la exclusión -con un 22,6%- junto a los menores de 16 años -29,5%-. De hecho, cuanto menor es la edad, mayor es el riesgo de sufrir situaciones de escasez, ya que a partir de los 65 años la tasa cae para hombres y mujeres al 16,1%. Este hecho es achacado en el informe a las mejoras en los últimos años en las pensiones de jubilación y complementos. Además, la brecha entre géneros deja en peor situación a las mujeres, con 2,8 puntos porcentuales por encima de los hombres, cuya tasa de pobreza fue en concreto del 19,8%.
Con respecto a la pobreza severa, en 2019 hasta 73.926 personas vivieron con menos de 640 euros, por debajo del umbral establecido en 7.685 euros. De este modo, la tasa de riesgo de pobreza severa se sitúa en el 11,3%, una décima más que en 2018. También en este caso, niños y mujeres son los más afectados, en un 18%.
Distribución desigual por zonas geográficas
Según este indicador recogido en el informe, el noroeste y noreste de la Comunidad foral registran los porcentajes de pobreza severa más bajos -7,5% y 8,2% respectivamente-, donde destaca Aranguren. Mientras que la peor tasa se presenta en Tudela -15,7%-. Asimismo, Cintruénigo, Corella y Cascante muestran los porcentajes más elevados en pobreza relativa y severa, con más de un 30% y 19% respectivamente. En la capital navarra, Buztintxuri, Casco Viejo, Txantrea, Etxabakoitz, Milagrosa, Rochapea y San Jorge son los barrios que presentan tasas más altas que la media de Pamplona. Al contrario, el barrio de Ermitagaña es el que mejor situación presenta con 7,6% y 4,1 % en ambas tasas.
Por otra parte, tener hijos menores de 16 años incrementa el riesgo de padecer pobreza severa, ya que las familias con hijos superan en seis puntos a la media navarra con una tasa de riesgo de pobreza del 29,2%. Por el contrario, los hogares unipersonales -24,6%- y los que cuentan con más de una persona y sin menores de 16 años -14%- ostentan tasas menores de riesgo de pobreza severa que la media navarra.
Otros indicadores de medición
El coeficiente Gini, que mide la desigualdad dentro del territorio, arroja un incremento del 3% en 2019 respecto al año anterior, aunque la distribución de la renta presenta la brecha menos pronunciada en el conjunto del Estado. En concreto, se sitúa en un 27,3% frente al 32,1% nacional.
Asimismo, otro indicador que analiza la desigualdad es el cociente S80/S20, que viene a medir la distancia entre el 20% de la población con más renta y el 20% con menos en el otro extremo. El resultado del mismo ubica a la Comunidad foral como la segunda con la desigualdad más baja del país, con un 4,4 frente al 5,8 de la media española.
Durante la presentación de este informe con motivo de la conmemoración este 17 de octubre del Día Internacional para la Erradicación de la Pobreza, la consejera de Derechos Sociales, Carmen Maeztu ha subrayado la necesidad de seguir combatiendo la pobreza infantil. Ha considerado así que pese a situarse el territorio en buena posición en relación con el resto del país, no supone esto un motivo de satisfacción.
Así, ha señalado que aún queda por ver las consecuencias de la crisis sanitaria provocada por la COVID-19, por lo que ha defendido el sistema de la Renta Garantizada y los complementos de pensiones a los que se suman ahora el Ingreso Mínimo Vital, como “dispositivos fundamentales” en la lucha contra la exclusión social. “Si antes era importante, con la COVID-19 se ha demostrado como un potente escudo social para luchar contra la pobreza extrema y procurar efectivamente no dejar a nadie atrás”, ha defendido. Con todo, ha confiado en que se produzca una mejoría en los datos conforme avance la reactivación económica y la recuperación del empleo para los sectores más vulnerables de la sociedad.