Happy Oviarobo está pasando el confinamiento encerrada con su pareja y sus tres hijos en una pequeña habitación que tienen alquilada en un piso de Pamplona. 5 personas en apenas 9 m2 con todas las dificultades que eso conlleva. “Lo llevamos mal, mis hijos quieren jugar y no pueden, se ponen muy nerviosos”, cuenta a este periódico por el teléfono mientras se escuchan de fondo los gritos de su hijo de siete años. Tienen una televisión como único entretenimiento, lo que muchas veces no es suficiente para un niño. “El vecino de abajo nos da golpes en el suelo con la escoba”, relata Happy, muy preocupada estos días porque no sabe cómo va a pagar el alquiler de este mes. Llegó a Pamplona hace 15 años desde Nigeria. Vino con su hija mayor recién nacida, y en España tuvo a sus otros dos hijos, el más pequeño tiene apenas cinco meses. Ni ella ni su marido trabajan porque no tienen los papeles en regla y hasta este año estaban cobrando la Renta Garantizada que ofrece el Gobierno de Navarra, que cuenta, le retiraron en enero. Desde entonces han estado viviendo gracias a la ayuda de distintas asociaciones y de la comida que le han dado en la iglesia, pero su situación se ha agravado más desde que se decretó el estado de alarma. Ahora no pueden salir de su habitación nada más que para cocinar e ir al baño y la convivencia de cinco personas con dos niños pequeños y una niña de 15 años “es muy difícil” por momentos.
El caso de Happy no es el único. La Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH) de Navarra, denuncia que en Pamplona son al menos 70 las familias que están pasando el estado de alarma hacinadas en una habitación de un piso o de una pensión, porque se les “ha echado” de la vivienda en la que estaban alojados por tener niños pequeños. Las medidas aplicadas por el Gobierno tras decretar el estado de alarma han afectado más a las personas con pocos recursos. No es lo mismo confinarse en un piso grande o incluso una casa con jardín que en una habitación con apenas espacio. Las familias que ya tenían pocos recursos antes de la crisis del coronavirus han visto como su situación ha empeorado todavía más.
Aislada con su hija con problemas respiratorios
Tracy es otro de los casos en los que el confinamiento ha complicado todavía más su situación y le está suponiendo un gran reto. Vive con su hija de apenas 18 meses en una habitación que tienen alquilada en un piso en Pamplona que comparte con los dueños de la vivienda y con otra familia que también tienen alquilada una estancia. Al ya problema de por sí de vivir en un piso en el que solo tiene acceso al baño y a la cocina ya que dice que el propietario les niega el uso de la sala de estar, se une el hecho de tener una hija tan pequeña que tampoco puede salir de la pequeña estancia. Además, cuenta Tracy, tanto ella como su hija suelen tener problemas respiratorios que se agravan por culpa del humo del tabaco que fuma el propietario del inmueble. Ella tiene alergia y su hija ha tenido ya varios problemas de bronquitis, también por la humedad de la vivienda. Explica a este periódico que el médico les ha aconsejado abandonar esa habitación e irse a otra vivienda, pero no se lo puede permitir.
Cobra la Renta Garantizada con la que a duras penas puede pagar el alquiler de la habitación, comida y la guardería a la que va su hija. Por eso lleva tiempo pidiendo al Ayuntamiento de Pamplona y al Gobierno de Navarra que a ella y otras familias en su misma situación se les de acceso a viviendas públicas vacías.
Sin ordenador para poder asistir a las clases online
También vive con su hija aisladas en una habitación Bridget Okunnrobo, con el único entretenimiento de un teléfono móvil, que sirve a la vez del único medio para que su hija pueda seguir de vez en cuando las clases que su colegio ofrece a través de internet desde que se decretó el estado de alarma.
También hace todos los deberes a través del móvil la hija de Quirudy. Ella y su hija llegaron a Pamplona hace un año y medio tras salir de Venezuela y pasar unos meses en Bilbao. Allí trabajó cuidando a un señor mayor y en Pamplona ha realizado trabajos similares. Ahora está en el paro y desde febrero ha comenzado a cobrar la Renta Garantizada mientras no encuentra empleo. Están viviendo en una habitación porque asegura que “nadie me quiere alquilar un piso”. Tras buscar y buscar y serle rechazado el alquiler una y otra vez entró en contacto con la Plataforma de Afectados por la Hipoteca, que ya le ha trasladado al Ayuntamiento de Pamplona y al Gobierno de Navarra su caso y en de las otras 70 familias que viven en situación de hacinamiento con la intención de que se les busque una solución habitacional, más ahora cuando las medidas sanitarias obligan a estas familias a permanecer encerradas en su domicilio.
Además, la PAH adenuncia que no se entiende que, con esta crisis sanitaria, tanto el Ayuntamiento como el Gobierno foral mantenga vacíos y deshabitados muchos de los pisos que tienen en propiedad y estiman que aún compartidos podrían alojar a unas 100 familias.