“El teatro clásico refleja las crisis de antes y ahora, a los dirigentes que roban y a los lazarillos”

El Festival de Teatro Clásico de Olite está inmerso ya en su XV edición. Esta semana, el evento da paso a las representaciones de compañías navarras, que durante la más de dos semanas de función del programa se compaginan con los estrenos nacionales. En pleno verano, el municipio navarro se convierte en un referente cultural. Y la directora de la cita, Yolanda Osés (lo encabezó de 2004 a 2008 y, además, de 2011 hasta la actualidad), también jefa de sección de Difusión Artística del Gobierno de Navarra, cree que no faltan razones para acudir a la ciudad medieval. Por tradición y actualidad, por el entorno y la variedad de actividades, el escenario de La Cava se convierte en una localización “mágica”.

Pregunta. ¿Qué representa el Festival de Teatro Clásico de Olite dentro de la programación cultural del Gobierno de Navarra?

Respuesta. Olite siempre ha sido una referencia en el panorama cultural navarro. Ya en los años 80 aquí surgió un festival de música, teatro y danza, que supuso una innovación importante en la cultura navarra, que hasta entonces era prácticamente un desierto. Con el tiempo, aquel festival se convirtió en los Festivales de Navarra, con diferentes sedes por la Comunidad Foral, pero la programación veraniega en Olite se mantuvo. Hubo muchos espectáculos al abrigo del palacio de Olite y fue en 2000 cuando los Festivales de Navarra adoptaron otro formato y Olite se quedó con un festival de teatro clásico, primero gracias al Ayuntamiento y, después, desde 2004, con el Gobierno de Navarra.

P. Así hasta hoy.

R. Hoy en día, Olite sigue siendo una referencia cultural en Navarra y dentro de los programas del Gobierno, sin ninguna duda. Porque, a pesar de que en 2011 sufrimos un importante recorte presupuestario, que nos llevó a reducir casi a la mitad el dinero del que disponíamos, ahora mantenemos 350.000 euros, que lo convierten en el programa mejor dotado económicamente del Gobierno.

P. La crisis no parece un momento propicio para la cultura. Con ella, siempre sale perdiendo.

R. Cuando llegó el momento de meter la tijera, se puso sobre la mesa la idea de hacer programas bienales: que un año hubiera una edición con su presupuesto completo, y al siguiente descansar. Pero vimos que eso ponía en peligro los programas, porque generaba confusión en el espectador. Por eso decidimos que lo mejor era redimensionar los programas pero mantenerlos. Así, optamos por eliminar todos los escenarios menos el principal, que también redujo su tamaño. Hemos seguido en esa línea y creo que hemos acertado.

P. El festival, con todo, alberga desde el 18 de julio y hasta el 2 de agosto un total de 25 actividades.

R. El festival se ha quedado con una programación de fin de semana donde se presentan obras nacionales que son estrenos absolutos en Navarra [este año, por ejemplo, se podrán ver ‘Los Mácbez’ el 26 de julio o ‘Las dos bandoleras’ el 2 de agosto]. También contamos con una sección, entre semana, con compañías navarras profesionales y amateurs. Hay conferencias, talleres, cursos para profesionales del teatro, jornadas de estudios, actividades en la calle… En fin, una pléyade de actividades para todos los públicos y creemos que hemos dado con una fórmula que está funcionado muy bien.

P. El entorno, junto al palacio, también ayuda, aunque exponga la función a la meteorología.

R. Sí. Se trata de un espacio abierto al aire libre, entre tres paredes del palacio, así que la inversión en infraestructura se lleva una parte del programa y es verdad que el clima, a veces, es incierto. Pero el aficionado al teatro ya sabe a lo que va cuando viene a Olite. Es habitual que se presenten allá con el anorak, la manta y el paraguas. A los propios actores les sorprende que, cuando empieza a llover, la gente no haga una desbandada. Pero aquí muy mal tienen que estar las cosas para que el público se vaya. Fue una desgracia, por ejemplo, que el sábado por la noche, cuando ya llevábamos una hora de representación, cayera una chaparrada que nos hizo suspender la función.

P. ¿Se puede devolver ese dinero?

R. Si no hubiéramos comenzado o llevado apenas 30 minutos, sí, lo hubiéramos devuelto, pero con el espectáculo tan avanzado no.

P. ¿Cómo está siendo la respuesta del público?

R. Hemos tenido un fin de semana en el que hemos llenado las dos funciones principales y para este fin de semana también hemos agotado las localidades de los dos espectáculos. Atraemos mayoritariamente a gente de Pamplona y su entorno, pero Olite también acoge mucho turismo de interior, familiar, que aprovecha para ver el festival. Hay muchos asistentes de Gipuzkoa o Bizakia que veranean en Tierra Estella.

P. Las fechas, sin embargo, justo tras San Fermín, pueden hacer difícil atraer al público de Pamplona. Es la temida resaca sanferminera.

R. Bueno, tras la resaca de San Fermín solemos preguntarnos ‘¿Y ahora qué?’. Pero tras la fiesta del cuerpo empieza la fiesta del espíritu, y ahí el festival de Olite es una buena alternativa.

P. ¿Puede el festival de Olite competir con otros eventos de este tipo en España, como Mérida o Almagro?

R. Cada festival tiene su propio concepto. Mérida cuenta con un maravilloso teatro romano y ofrece un programa más grecorromano, sin cabida para el Siglo de Oro, y Almagro es un festival apoyado por el Ministerio, con su corral de comedias… Pero todos forman una red de festivales en la que unos se den cobertura y publicidad a los otros. Y la clave es que este teatro clásico es muy actual. Porque refleja la crisis de antes y ahora; a esos dirigentes que engañan mienten, corrompen y roban; a cómo había lazarillos antaño y en la actualidad. Al final, el género humano da vuelta a las mismas cosas y el teatro clásico nos las pone delante.