Reducir las horas de religión en las aulas. Ese es uno de los puntos del pacto entre PSN, Geroa Bai, Podemos e Izquierda-Ezkerra que la actual presidenta del Gobierno de Navarra, la socialista María Chivite, desgranó hace una seman durante su primer intento de investidura. Se trata de un objetivo largamente acariciado por los socialistas, pero que en una comunidad como la foral no va a resultar sencillo cumplir. ¿Por qué? Pues porque se trata de un asunto que divide al Parlamento, a los partidos de la oposición, al Arzobispado, a las familias y hasta a los sindicatos educativos. Es decir, prácticamente a todos. De momento, la Plataforma Navarra de Religión en la Escuela ya le ha enseñado los dientes al Ejecutivo.
Esta Plataforma reconoce que la educación en Navarra tiene retos muy importantes, pero la asignatura de religión y su horario no “es el problema”. “¿Quiere el nuevo gobierno convertirla ahora en un problema?”, ha espetado la Plataforma, enseñando a las primeras de cambio sus cartas.
En el pacto de gobierno se anuncia “una escuela pública laica” y que se “reducirá el horario a la asignatura de religión al mínimo que permite la LOMCE”. Además, se le quitará carga doctrinal a esa asignatura: “A la espera de las reformas necesarias para que la enseñanza de la religión no se considere ni en el currículum ni en el horario escolar, promoviendo la incorporación de la enseñanza cultural sobre el hecho religioso en términos de integración y convivencia, como parte de nuestro patrimonio cultural, evitando los fundamentalismos”.
Hasta tal punto resulta controvertido el tema que la pasada legislatura el Parlamento de Navarra rechazó (en junio del año pasado) con los votos en contra de UPN, Geroa Bai y PP una proposición de ley que buscaba reducir las horas lectivas de religión hasta limitar el máximo al mínimo establecido en la normativa estatal. La proposición, que afectaba a Infantil, Primaria, Secundaria y Bachillerato, había sido presentada por EH Bildu, Podemos e I-E y apoyada por PSN, mientras que Geroa Bai, principal socio del cuatripartito que sustentaba el Gobierno, consideró que esta es una competencia básica del Estado y que corresponde al Congreso debatir la cuestión.
Si se hubiera aprobado esa ley, la asignatura de religión hubiera pasado en Educación Primaria y en Educación Secundaria de dos sesiones semanales a una, y en Bachillerato, donde es asignatura optativa, de tres a una. Estos cambios, que hubieran entrado en vigor en el recién finalizado curso 2018-2019, respetarían la legislación española básica al respecto: el Concordato de 1979 y los acuerdos de 1992 con las iglesias evangélicas y las comunidades judías y musulmanas.
Más de 35.000 alumnos estudian religión
En curso escolar que acaba de finalizar, han cursado religión 10.311 alumnos de Educación Infantil (el 53 %) y 25.234 en Primaria (el 60 %). Un total de 35.545 estudiantes, a los que imparten doctrina 133 profesores, seleccionados por el Arzobispado de Pamplona y Tudela y contratados y pagados por el Gobierno de Navarra. De entrar en vigor la reducción, 54 de esos docentes se quedarían sin trabajo, calculan desde el Ejecutivo navarro.
Lo curioso del caso es que en 2017 Geroa Bai se mostró partidario en el Parlamento de reducir al mínimo legal la carga horaria de la enseñanza de Religión en una moción que salió adelante con el único voto en contra de UPN y PP. Sin embargo, a la hora de votar la ley se echó atrás.
Durante aquel debate, la presidenta María Chivite recordó que la reducción de la asignatura de religión en las aulas era una realidad en otras comunidades autónomas. “Es algo posible y factible dentro del marco legal. Lo que hace falta es voluntad”, enfatizó. Pues ahora, lo que sí parece que hay es voluntad y votos suficientes para sacar adelante la medida.