“¿En qué consiste este negocio? Pues es una cosa de chapas, un mundo de hombres”. Isabel Jiménez Malo, de 49 años, bromea así de su papel en Transformados Ruiz, la empresa de Tudela dedicada a corte, plegado y punzonado de chapa que montó su marido, Juan Carlos Ruiz, y de la que lleva las riendas tras la muerte de este en febrero de 2006. Ahora reconoce que vender la compañía habría sido lo más fácil, pero se sentía responsable del negocio y de su plantilla y decidió coger las riendas, invertir y llegar a los 25 trabajadores. Admite que, sin esas circunstancias excepcionales, no se habría embarcado en este negocio, porque “nunca” se habría cambiado por su marido. Su discurso puede sonar tradicional, pero esta es su historia y su manera de afrontarla, la que le ha valido ahora el premio Empresaria del año, concedido por la Asociación de Mujeres Empresarias y Directivas de Navarra (Amedna).
Jiménez reconoce que, hasta la muerte repentina de su marido (sobre quien no ahorra elogios: “Era un gran empresario”), su papel era el de madre y ama de casa, sin vínculos con la empresa. “De repente, me vi con una niña de 8 años y un niño 3, con la necesidad de sacarlos adelante. Y también me sentía responsable de la plantilla, de entonces 18 trabajadores”. Por ello, decidió avanzar: “Fue un reto importante. Porque, hasta entonces, solo usaba el ordenador para jugar al solitario”. Sin embargo, con la EGB como única educación en su curriculum, Jiménez optó por formarse y transformar la empresa hasta llegar a la situación actual, con una menor dependencia de la construcción (antes era de más del 95%, y ahora ronda el 40%) y una producción de 3 millones de euros. “A la crisis en Japón la llaman oportunidad. Solo el tiempo dirá si hemos sido unos locos”, señala.
La labor de Jiménez ha sido la de, según explican desde la asociación Amedna a través de un comunicado, diversificar su mercado (pasando de 100 clientes a casi 400), e incluir entre sus clientes a sectores como el eólico, el solar, el agroalimentario, el industrial o de equipamientos. Y, en todo ello, insiste en que la clave ha sido invertir en la mejora de la maquinaria y en la formación continua del personal. Preguntada sobre las dudas entre el mundo empresarial para gastar en el primer apartado y ‘gastar tiempo’ en el segundo, Jiménez asegura que “un empresario debe tener claro que, si no invierte, está muerto. Siempre hay nuevos retos, nuevas propuestas, y siempre hay que estar ahí. Esto consiste en llevarse muchos marrones a casa y hacer encaje de bolillos”.
Y eso a pesar de que, reconoce, la figura del empresario no pasa por su mejor momento. De hecho, cree que “siempre ha estado cuestionado. Se le ve como a un tirano”. Ella, en cambio, asegura que siempre se ha sentido “una trabajadora”. Para Jiménez, la clave para ser un buen empresario o empresaria está en “demostrar fuerza y pasión por lo que haces, y estar siempre ahí”. Y, para ello, aconseja “escuchar a quien tiene algo que decir”.
Ella, que recuerda sus vínculos sindicalistas, reconoce al ser preguntada sobre si ya los ha olvidado que “he decidido tirar por el camino de en medio. Tengo siempre muy presente las dificultades de la plantilla. Han hecho un esfuerzo muy importante”. E insiste en que nunca ha sentido dudas entre una plantilla mayoritariamente de hombres porque ella sea mujer. Esta trayectoria le vale ahora el premio Empresaria Navarra 2014, que recibirá en una gala en Baluarte a las 19:00 horas. En el mismo acto, Amedna también otorgará el premio Directiva del año a Esther Sanz Pérez, directiva del Hotel Maisonnave de Pamplona.