Cuanto más pobres son las personas atendidas, más pobres son los recursos para atenderlas. Esta es una de las declaraciones más llamativas de los expertos a los que se ha consultado en un estudio europeo, en el que ha participado la Universidad Pública de Navarra (UPNA), sobre los recursos disponibles para atender a mujeres en exclusión social grave. Con este trabajo se pretendía evaluar el nivel de los servicios para atender este tipo de casos, muy complejos y a menudo vinculados a abusos de sustancias, violencia de género, trastornos mentales y prostitución, y que, por ello, son personas a menudo problemáticas con difícil encaje en los servicios disponibles. Para poder acompañar a estas mujeres, los expertos de la UPNA recomiendan, como ya adelantó eldiarionorte Navarra, impulsar recursos para mujeres que puedan atender problemáticas múltiples, evitar una atención estanca y apostar por una más integral (por ejemplo, es clave tener en cuenta que la mayoría de estas mujeres son víctimas de la violencia machista), insistir en que su atención se trata de un derecho no de una mera asistencia, y apostar por los servicios a largo plazo y más estables, porque esta materia también se ha visto afectada por los recortes.
El pasado día 6, en una jornada titulada Mujeres, vulnerabilidad y violencia desde la UPNA presentaron estas conclusiones. Un total de seis expertos de la UPNA han participado, desde diciembre de 2012, en este estudio coordinado por la Birmingham City University de Reino Unido y que analiza servicios en este campo en diferentes países europeos (Bulgaria, Alemania, Noruega y España) y propone medidas de mejora. En el caso de la UPNA, sus investigadores han analizado recursos en Navarra, pero también por ejemplo de Euskadi y Cataluña, además de realizar entrevistas a expertos de estos servicios y a 16 mujeres en situación de exclusión social severa. Se trata de chicas de entre 20 y 64 años, de las que cinco son extranjeras (originarias de Brasil, Colombia, Marruecos, República Dominicana y Venezuela), cinco se han prostituido, la mitad ha estado en prisión y prácticamente todas son víctimas de la violencia, han abusado del alcohol o las drogas, son madres y tienen problemas de salud mental.
Esta complejidad es la que, según las conclusiones de este estudio, entre otras cuestiones provoca que se tienda a derivar a estas mujeres, a menudo vistas como unas atendidas “incómodas”, de un servicio social a otro. Es el problema de apostar por la llamada ‘puerta giratoria’: personas que son atendidas en diferentes servicios pero para las que no hay un acompañamiento. Profesionales consultados en este estudio lamentan la falta de dotación económica, la falta de formación sobre violencia de género (algo a tener en cuenta cuando nos acercamos al 25 de noviembre, día internacional de la lucha contra esta lacra) y la sensación de que, a la hora de atender a estas usuarias, antes están otras problemáticas (como la adicción a las drogas, sus problemas de salud, la falta de un hogar…) que su atención como víctimas de la violencia machista. Y el problema, según refleja Morag MacDonald, de la Birmingham City University, es que a menudo estos problemas componen un círculo asociado.
¿Y cómo se puede lograr una mejora de esta situación? Para empezar, con una mejor coordinación y comunicación de los diferentes servicios, pero también el estudio europeo apuesta por ofrecer un alojamiento, que este venga con un acompañamiento, y que se mantenga a largo plazo. El objetivo de este estudio es concienciar a las instituciones sobre cómo destinar de una mejor manera dinero para lograr estos objetivos, para que la atención mejore su eficacia sin suponer un sobrecoste para las arcas públicas. Por ejemplo, según MacDonald, logrando que dos mujeres no sean condenadas a un año de prisión se logra la aportación económica y alojamiento para atender a 13 de estas afectadas.