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Muchas cifras, varios límites y ciertas conclusiones sobre la comisión de la CAN

Un logotipo de Caja Navarra.

Garikoitz Montañés

La comisión de investigación sobre Caja Navarra, como la legislatura, llega a su fin. Está previsto que en el último Pleno puedan aprobarse las conclusiones de este foro, largamente peleado por algunos grupos de la oposición y que finalmente salió adelante, después de tres intentos fallidos, con el apoyo clave del PSN. Otra cuestión es que el alcance de la investigación haya sido el deseado. Ha habido quejas sobre las trabas al acceso a información, dudas sobre si debía haber comparecencias de políticos cuyas explicaciones sobre la desaparición de la CAN ya se conocían, escasa trascendencia en los medios de comunicación al haberse producido reuniones a puerta cerrada y la sensación de que la marcha era apresurada. De ahí que tanto EH Bildu como el grupo socialista, Izquierda-Ezkerra y Geroa Bai se hayan mostrado abiertos a continuar la comisión durante la próxima legislatura.

Pero ahora llega el momento de hacer balance. EH Bildu ya lo hizo por adelantado, el pasado 18 de marzo, cuando afirmó que los pagos a miembros del Gobierno Foral por el control de la entidad habían superado el millón de euros entre 2004 y 2011. Y habló de “despilfarro” y “dejación” por parte de los responsables políticos. Desde UPN, por su parte, habían asegurado que muchas de esas conclusiones de la oposición estaban prefijadas, de ahí que dudara de la relevancia de la comisión aunque, finalmente, se decidiera a presidirla. Y, entre tanto reproche y cruce de versiones, cabe repasar algunas de las certezas que deja este foro, que pueden ser finalmente recogidas en esas conclusiones o no, pero que sí figuran, al menos, en el informe de 35 páginas elaborado por la Cámara de Comptos (casi a la carrera, entre el pasado 26 de febrero y el 12 de marzo), el órgano que fiscaliza las cuentas públicas de Navarra. Estas son las principales.

La falta de información

El informe de Comptos analiza las cuentas anuales de Caja Navarra entre los años 2000 (cuando se fusionaron la CAN y la Caja de Ahorros Municipal) y 2012 (cabe recordar que Banca Cívica, de la que formaba parte Caja Navarra, se constituyó entre 2010 y 2011, y en 2012 esta pasó a CaixaBank). La clave, en cualquier caso, es que se trata de un informe de asesoramiento, y no de fiscalización como es habitual en Comptos (que se centra en las cuentas públicas, una labor que no puede hacer en una entidad privada como Caja Navarra) y que ha tenido en cuenta la documentación que se manejaba en la propia comisión de investigación. De ahí que desde Comptos se insistiera en que eso ha limitado su trabajo y que ha faltado información. Ciertos grupos parlamentarios, por cierto, han criticado lo mismo en el desarrollo de la comisión.

La pérdida de patrimonio

Una de las claves del informe de Comptos sobre la CAN es la pérdida de patrimonio de la caja tras su integración en Banca Cívica. No se analizan en profundidad las causas (se habla, por ejemplo, de diferencias de valoración por su participación en Banca Cívica y, después, en CaixaBank), pero sí se exponen unas cifras llamativas: el patrimonio neto creció hasta 2009, al llegar a su cima con 1.178 millones, pero en 2010, al arrancar la integración en Banca Cívica, ese patrimonio cae un 34% y, en 2012, queda en 175 millones. Además, los beneficios de la entidad también habían sido crecientes hasta 2007, pero después se reducen y caen en valores negativos.

Más oficinas

Otro de los datos objetivos de la situación de Caja Navarra es el crecimiento exponencial de oficinas en esos años. En el año 2000, había 232, cifra que creció de forma considerable hasta llegar a un techo en 2008, con 379. Comptos calcula, por ejemplo, que desde 2004 se invirtió en esta expansión de oficinas unos 367,71 millones.

Gasto en personal

Varias de las cifras destacadas por Comptos coinciden con las incluidas en el llamado informe Riezu, elaborado por el exdirector de la entidad, Lorenzo Riezu, y que este facilitó al Gobierno Foral para denunciar el crecimiento desorbitado de la entidad, que pasó de ser una caja tradicional a un banco ambicioso con una multiplicación de sus oficinas, un aumento de sus prejubilaciones (incluso a partir de los 50 años de edad, llegando a las 333 prejubilaciones entre 2000 y 2010) y un crecimiento importante de la plantilla. En 2000, por ejemplo, los gastos de personal eran de 70,4 millones y, en 2010, llegaron a los 129,4. Así, el número de empleados pasó en esos años de 1.369 a 1.873. Y, en estos gastos en personal, cabe destacar el incremento de altos cargos (en un 125%) hasta llegar a 18 personas en 2010, cifra que por tanto no se redujo pese a la situación económica. La gran incógnita que queda por resolver ahora es a quién se considera responsable de esta gestión.

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