Los vecinos de la urbanización Lasaitasuna, en ladera de Yesa, están un paso más cerca de resolver el futuro de sus viviendas. Mañana se reúnen con el Ministerio de Medio Ambiente, tras año y medio sin tener noticias de cómo se va a resolver su situación. Desde el 8 de febrero del año pasado, la mayoría de las 83 familias que vivían en la urbanización Lasaitasuna permanecen desalojadas, viviendo en pisos que les ha facilitado el Ayuntamiento de Yesa o en su vivienda habitual, si no era la de la colina frente al pantano.
Llega una reunión en la que podrían tener respuesta a la pregunta que se hacen desde que comenzó el movimiento en la ladera: ¿Cómo vamos a recuperar lo que hemos perdido? Sin embargo, los vecinos no tienen esperanza de que la reunión sea concluyente. Las palabras de Jorge Holguín, presidente de la comisión de vecinos de Lasaitasuna y Santiago Revuelta, uno de los vecinos afectados, dejan clara la sensación que tienen respecto a las instituciones públicas. “¿Qué esperamos del ministerio? Nada. Vamos con una cierta esperanza, si no, no iríamos, pero vamos, después de lo que hemos vivido, no sabemos qué nos vamos a encontrar. Vamos a escuchar lo que tengan que decirnos”. Es lógico pensar que en la reunión el Ministerio les propondrá una solución, sin embargo los vecinos mantienen sus reservas. “Somos 83 familias, unas 400 personas, y en 17 meses nadie dice nada, nadie se reúne con nosotros. Después de esto, toda la lógica se viene abajo”.
Es la misma sensación que tienen de los políticos locales: abandono. Los primeros meses tras el desalojo mantenían reuniones con el Gobierno de Navarra, el Ayuntamiento de Yesa y la CHE (Confederación Hidrográfica del Ebro). Reuniones que iban a ser quincenales se fueron distanciando y dejaron de celebrarse. Al tiempo, concertaron una entrevista con el Consejero de Interior del Gobierno Foral. “Esa entrevista con el Gobierno de Navarra, que ha sido la única, fue solicitada por nosotros y, en todo este tiempo, casi 17 meses, nadie se ha puesto en contacto con nosotros. Nos 'chirría' cuando el Gobierno de Navarra dice que está preocupadísimo por nosotros… pues no se nota. En el Parlamento les demandamos esto, que nos ayudaran... ¿Dónde estáis?”
Sí han mantenido contacto fluido con la Confederación Hidrográfica del Ebro y el Ayuntamiento de Yesa aunque, dice Holguín, “lo único que hemos conseguido es que nos manden periódicamente los informes que iban haciendo”. De hecho, hace un mes se reunieron con la CHE, que les trasladó que ya ha remitido al Ministerio el informe sobre la situación de la ladera. Según este último informe, considera que la ladera está estabilizada. Las últimas mediciones muestran un movimiento que está dentro del margen de error, dicen desde la Confederación. Este argumento, no convence a los vecinos, que cuentan además con la asesoría de un geólogo que han contratado. “En estos momentos, lo que se mueve está dentro de la tolerancia del aparato que se utiliza para medir. Cuando ese movimiento perdura, ya no es tolerancia, ya te está indicando que se está desplazando. Si siempre se mueve en los mismos parámetros, no es error, es una tendencia”. Su geólogo, el profesor de la Universidad de Navarra Antonio Aretxabala, les advirtió del rumbo de la ladera hace más de un año. “A nosotros, los geólogos que tenemos contratados, ya nos dijeron que iba a ocurrir esto allá por marzo del año pasado. Ahora pasará esto, después esto otro… y te asustas porque ya nos dijo cómo iba a acabar y hasta ahora está acertando en todo. Cada vez se va a romper más y, desde luego, en lo que a nosotros nos afecta es una ladera totalmente inviable para vivir”.
Hay varios motivos que sustentan el desencanto de estas familias que han pasado por un calvario durante los últimos 17 meses. Descontento que se convierte en desconfianza hacia lo que les dicen las instituciones implicadas, especialmente la confederación hidrográfica. “La Confederación nos engaña: han ocultado información desde el primer momento. Cuando nos desalojaron ya tenían desde meses antes información de que la ladera se movía muy peligrosamente”, advierte Santiago Revuelta. “Nos decían una cosa y en la siguiente reunión lo contrario, incluso en la misma reunión. Sobre todo al principio. Ahora que no somos 'novatos', no nos engañan tan fácil”.
La principal acción desarrollada por la Confederación Hidrográfica para estabilizar la ladera fue un desmonte para eliminar peso de la parte superior. Se invirtieron 25 millones de euros, aunque, dicen los vecinos, no para salvar sus casas. “Somos un grano en medio de un problema muy grande. El dinero no ha sido para salvar nuestras casas, eso les da igual, ha sido para evitar problemas con la presa”.
No se cansan de repetir que sólo quieren sus casas. Tanto Holguín como Revuelta coinciden en señalar que su “problema no es político”. “Todo el mundo se quiere aprovechar y politizar un tema que no es político. Nosotros no nos significamos políticamente con nadie, a nosotros nos preocupa nuestra casa, la pérdida patrimonial y los 17 meses de poco dormir. No nos adherimos a ningún tipo de plataforma. Somos 83 familias con 83 opiniones diferentes. Nosotros teníamos allí algo, hace 17 meses, ahora no tenemos nada”. Se muestran, de hecho “cabreados”, por el uso político que en algún momento se ha querido dar a su conflicto. “Somos 83 familias que nos hemos quedado sin casa, ¿qué tiene que ver eso con la política? Lo único que tiene que ver es que nuestros políticos no nos responden”.
Situación actual
En este momento hay dos familias viviendo en Lasaitasuna. Estas dos familias no tienen otro sitio al que ir, porque era su vivienda habitual y están en la zona que se considera habitable. Los vecinos entienden que nadie debería vivir ahí: “estamos sin gas, el que ha querido tener agua caliente ha tenido que ponerse unas bombonas de butano”. Familias cuyas casas están en la llamada ‘zona segura’ prefieren no ir allí, pero Jorge y Santiago lo entienden: “Yo entiendo a la gente que no puede ir porque cada vez que va le lleva a la depresión. Hemos pasado de ser el paraíso, al infierno. Es terrible. Llegar allá, una urbanización desierta, ves una casa que desde la calle metes la mano en el interior o un agujero en el suelo en el que cabe cualquiera de nuestros coches. Tú has conocido algo y ahora te encuentras aquello totalmente destrozado. Yo entiendo a los que pueden ir y no van. Ir, adónde, a hacer el qué. Dicen que tu casa es segura, pero a través de la ventana estás viendo una en ruinas. Y entre mi casa, que es segura, y esa, hay diez metros”.
Estos vecinos tienen más problemas que aquellas casas que están declaradas en ruina total o técnica. “Mi casa tenía un valor que ahora no tiene. Aunque esté perfecta, sin grietas y en una zona segura. Ya no vale nada”. Además, Lasaitasuna es una urbanización privada. Son los propios vecinos quienes costean los gastos del alumbrado público, el mantenimiento de las calles o de los jardines comunes y, “no es lo mismo pagar todo esto entre 83 que pagarlo entre 20”.
Pese a no contar con servicios como el gas o estar desalojados desde hace casi 17 meses, el Ayuntamiento de Yesa les sigue girando el recibo de la contribución, siguen pagando las tasas de recogida de basuras y las facturas del agua y el gas porque, como dicen, “como no sabemos cuál va a ser el fin de todo esto, darte de nuevo de alta te puede suponer mucho dinero”. Han pedido ayuda para que las compañías les congelen los recibos sin darse de baja pero, se lamentan, “no nos ha hecho caso absolutamente nadie y así seguimos”.
A las 83 familias de Lasaitasuna solo les queda esperar las noticias con las que Jorge Holguín, presidente de la comisión de vecinos y su abogado vuelvan de Madrid de la reunión con el Ministerio. Reunión en la que, como mínimo, esperan “que se signifiquen. Que empiecen a reconocer que tienen algo que ver con el movimiento de la ladera”.