Scholz logra su objetivo: perder la moción de confianza en el Bundestag para adelantar las elecciones en Alemania
207 votos a favor, 394 votos en contra y 116 abstenciones. Olaf Scholz ha perdido la moción solicitada por él mismo al Bundestag. “De esta forma, se acaba la sesión de hoy y también la ‘coalición Semáforo’”, ha bromeado la presidenta del Bundestag, la socialdemócrata Bäerbel Bas, al anunciar el resultado. El canciller socialdemócrata consigue así su objetivo de abrir el camino a unas elecciones anticipadas tras la ruptura de la coalición de gobierno con verdes y liberales que lideraba desde diciembre de 2021.
Antes de perder la moción de confianza, Scholz ha ajustado cuentas con su exministro de Finanzas y presidente de los liberales del FDP, Christian Lindner. “La política no es un juego. Para entrar en un gobierno hace falta la necesaria madurez moral”, ha dicho Scholz al inicio de su intervención de 30 minutos que ha abierto el debate de moción de confianza. Sin necesidad de mencionar a Lindner, todo el Parlamento ha entendido contra quién se dirigían las palabras de Scholz, que ha acusado al FDP de “sabotaje al gobierno”. La coalición de socialdemócratas, verdes y liberales estalló el pasado 6 de noviembre con el cese de Lindner por parte del canciller.
Acto seguido, Scholz ha desplegado un discurso en clave de campaña electoral con un fuerte acento socialdemócrata: salarios dignos, defensa de puestos de trabajo, alquileres asequibles, redistribución de la riqueza e inversiones públicas en infraestructuras y defensa con una reforma del freno a la deuda anclado constitucionalmente en Alemania, una decisión que impedido hacer inversiones necesarias en infraestructuras como la red ferroviaria, las carreteras, los puentes o las escuelas públicas de la primera economía europea. Este último punto fue precisamente una de las diferencias fundamentales entre socialdemócratas y verdes, por una parte, y liberales del FDP, por otra, que volaron el gobierno tripartito.
Merz defiende a Lindner
El segundo político en intervenir ha sido Friedrich Merz, líder de la oposición parlamentaria, presidente de la conservadora CDU y probable futuro canciller de Alemania. Si el tono de Scholz ha sido electoralista, el de Merz no le ha ido a la zaga. El democristiano, de corte derechista, ha atacado con dureza a Scholz y la herencia de su gobierno. “Usted deja al país en una de las mayores crisis económicas de la historia de posguerra”, ha dicho Merz, que propone una receta económica liberal-conservadora: menos impuestos, menos gasto público, más horas trabajadas y, en general, menos intervencionismo del Estado.
Merz no ha dudado en acudir al rescate del liberal Lindner, que se sienta a pocos metros de él en el Bundestag. El candidato a canciller conservador ha calificado de “irrespetuosas” e “impertinentes” las palabras de Scholz contra el líder liberal. El objetivo evidente de la unión conservadora CDU-CSU es gobernar en coalición con el FDP, que actualmente lucha en las encuestas por superar la barrera del 5% que da acceso al Bundestag.
Merz ha aprovechado su intervención para rechazar una coalición con Los Verdes. “Contrarrestamos la redistribución de la política económica socialdemócrata y verde con una política económica de competitividad”, ha dicho Merz mirando hacia la bancada del gobierno y antes de proponer que los alemanes trabajen una media de “200 horas más al año”, como “en Suiza”.
Verdes y ultraderecha
El verde Robert Habeck, todavía vicecanciller federal y candidato a la cancillería de los ecologistas, y Alice Weider, la candidata de la ultraderecha de Alternativa para Alemania (AfD), han cerrado los discursos de los cuatro principales partidos del país. Habeck ha hecho autocrítica por el fracaso del gobierno tripartito, pero también ha subrayado lo que considera logros de la legislatura: haber amortiguado el cierre del grifo del gas ruso y gobernado a pesar de las consecuencias de la invasión rusa de Ucrania.
Weidel, en la línea de su partido, ha dibujado un panorama apocalíptico: economía en ruinas, calles inseguras llenas de inmigrantes ilegales y una Europa al borde de la Tercera Guerra Mundial por el apoyo militar occidental a Ucrania. La líder ultra ha atacado tanto a los partidos de gobierno como la oposición conservadora. Con esa estrategia, quiere apuntalar la segunda posición con cerca del 20% de los votos que las encuestas electorales otorgan a AfD desde hace meses.
La campaña electoral en la que está inmersa Alemania dibuja claramente dos bloques: el de socialdemócratas y verdes, los dos partidos que todavía gobiernan en minoría, y el de la unión conservadora de la CDU-CSU y los liberales del FDP, que aspira a gobernar en una coalición a dos el próximo año. Mientras, la ultraderecha de AfD pretende bloquear la gobernabilidad de Alemania a la espera de que los conservadores se abran algún día a acabar con el cordón sanitario y coaligar con ellos.
A la espera de la decisión oficial del presidente federal Frank-Walter Steinmeier sobre la fecha de los comicios, la ciudadanía alemana decidirá previsiblemente el próximo 23 de febrero cómo sigue la partida política para un país que se despidió hace tiempo de la tan alabada estabilidad política alemana.
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