Paul Dix, formador: “Cambiar tu comportamiento como padre o madre cambiará tu forma de criar para siempre”
“Controlar nuestras emociones es la base de una buena crianza”, asegura Paul Dix (Londres, 1970), profesor que imparte formación a docentes y padres. Dix, cuya experiencia como padre suma a su trayectoria profesional de más de tres décadas, publica Cuando los padres cambian, todo cambia (Temas de hoy, 2024).
Este manual ofrece a las familias tácticas de comportamiento sencillas, prácticas y relacionales para lograr una crianza respetuosa en el hogar, sin gritos ni castigos. Este reputado conferenciante en el ámbito de la pedagogía asegura que su libro ayuda a ser madres y padres “más coherentes y equilibrados”.
Respecto al título de su libro Cuando los padres cambian, todo cambia, ¿esta idea puede facilitar las cosas en la crianza de los hijos?
Ser padres siempre tendrá sus retos. Cambiar el propio comportamiento no es fácil, pero el efecto cambia la vida. No tienes que elegir entre tener una buena relación con tu hijo o tener un hijo que se comporte bien. El método que propongo en mi libro no es un polvo mágico para la crianza, pero cambiar tu propio comportamiento sí cambiará tu forma de criar para siempre.
Apunta que “hay más similitudes que diferencias entre el enseñar (en la escuela) y el criar (a los hijos)”, ¿por ejemplo?
En casa y en la escuela, los niños responden a los adultos en los que pueden confiar y respetar. Algo tan sencillo como las normas es un buen ejemplo. En muchas escuelas, como en muchos hogares, los niños solo descubren las normas cuando las incumplen. En los grandes entornos relacionales, los niños conocen y entienden las normas, se las recuerdan cuando sobrepasan los límites, pero también cuando las cumplen a las mil maravillas.
“Tu hijo no es tu alumno”, refiere en su libro. ¿Erran frecuentemente los padres en el modo de enseñar en casa a los hijos?
Todos cometemos errores al ser padres. Yo, tú o el mejor padre del mundo. Todos podemos ser más tranquilos, más racionales y más coherentes con nuestros hijos. Tu hijo no es tu alumno, pero eso no significa que no puedas enseñarle a comportarse. Solo tienes que reconocer la atracción emocional que ejerce sobre ti y cómo evitar reaccionar con pura emoción. No evitará que cometas algún que otro error, pero hará que tu comportamiento por defecto se acerque más a tu versión del mejor progenitor del mundo.
Como señala, en general los padres entienden que los gritos no ayudan a la hora de tratar con sus retoños. Entonces, ¿por qué es tan difícil controlar esa ira?
Porque queremos tanto a nuestros hijos que cada uno de sus comportamientos parece un reflejo de ello. Sin embargo, ser buenos padres es contraintuitivo. El impulso de gritar, de reaccionar con emociones fuertes o de amenazar con quitarles todas sus posesiones como castigo es fuerte. Pero hay que resistirse. ¿Por qué intentar aplastar el mal comportamiento con castigos emocionales cuando se pueden cultivar nuevos comportamientos con amor?
Subraya que la coherencia en los referentes paternos/maternos es fundamental y los niños necesitan sentirse seguros y contenidos. ¿Cómo pueden hacerlo bien los adultos?
Teniendo un plan que sea sencillo, claro y adaptable. La coherencia en la crianza significa prometer cada día no gritar, fijarse mucho en las cosas positivas y atenerse a las rutinas establecidas. El niño necesita un padre con un plan. La crianza improvisada puede parecerte un paseo salvaje, pero a tu hijo le parece impredecible, poco fiable y tambaleante.
¿Considera que los progenitores olvidan habitualmente decir a sus hijos lo fantásticos e inteligentes que son? ¿Qué causamos en ellos si solo destacamos lo negativo?
Simplemente fíjate en cinco comportamientos positivos y hazlo todos los días. No con un estilo cursi de “¡buen trabajo!”, sino con sinceridad, prestando atención a las cosas que le importan a tu hijo y cultivando los comportamientos que tú sabes que necesita para tener éxito. Haz que las observaciones positivas sean sutiles, matizadas y personales. Hazlo durante una semana y reflexiona sobre lo que ha cambiado. Puede que te lleves una grata sorpresa.
¿Cuál sería la opción acertada a la tan utilizada amenaza cuando los hijos no quieren hacer algo?
En primer lugar, tómate un momento para cambiar tu respuesta. No caigas en la tentación del “¡Hazlo!”, “No”, “Hazlo ahora o lo haré yo”. Mantén la calma. Repite tu petición, reconoce su respuesta y prepárala con algún comentario positivo: “Sé que no te apetece hacerlo ahora, pero recuerda que ayer limpiaste muy bien, eso es lo que necesito ver hoy. Te daré dos minutos para empezar”. Elimina el aguijón de la negativa del niño, recuérdale su buen comportamiento anterior y dale espacio para que tome una decisión mejor.
¿Cuál es el mejor modo de crear normas y rutinas con el hijo?
Elabóralas muy sencillas, en tres claros pasos y practícalas juntos las primeras veces o hasta que te diga: “¡Ya está bien, ya me sé la rutina!”. Introduce una o dos rutinas nuevas cada vez y practícalas hasta que se conviertan en “como lo hacemos aquí”. Haz que la rutina sea la que tú quieras, pero discútela y deja que el niño la asuma como propia.
¿Qué estrategias daría a las familias para ayudarlos a mejorar el comportamiento de sus hijos?
En el centro del cambio de comportamiento está el cambio de comportamiento del adulto. Los niños merecen estar rodeados de adultos relacionales. La forma en que los adultos responden al mal comportamiento y al comportamiento excelente es fundamental. Cuando tú hayas cambiado, empieza a involucrar al resto de la familia en el plan. Sería un error empezar a introducir nuevas estrategias antes de ocuparte de tu propio comportamiento. Las estrategias funcionan cuando el adulto ha cambiado.
¿Cómo gestionar que un hijo haya perdido el control de sus emociones?
No dejes que sus emociones se conviertan en las tuyas. Mantente regulado. Un niño desregulado puede necesitar tu ayuda. Encuentra un lugar donde puedan regularse. Cuando estén regulados y tranquilos, podrás mantener la conversación que necesites. Enfrentarse a la desregulación de un niño con la tuya propia solo va a acabar de una manera. Y todos hemos visto esa película antes.
¿Qué es una conversación restaurativa y cuál es su objetivo?
Es una conversación estructurada sobre el comportamiento que enseña al niño un nuevo comportamiento. El castigo enseña a decir “no”, pero no mucho más. Las conversaciones restaurativas no sustituyen a las consecuencias, sino que forman parte del conjunto. Desafían al niño a abordar su propio comportamiento y a reflexionar sobre él. También dan al niño la oportunidad de dar su versión de los hechos y tener voz en la conversación.
¿Qué le gustaría agradecer a sus hijos?
Les agradecería el mantenerme con los pies en la tierra. El privilegio de hablar con los padres, escribir libros... podría afectar fácilmente a mi ego. Afortunadamente, hay niños en casa a los que todo eso les importa un bledo y, si se les presenta la oportunidad, utilizarán mi libro como bandeja de aperitivos.
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