Salomé Álvarez es matrona asistencial del área de partos del Hospital Universitario Central de Asturias. También es tutora de residentes de matronas y auditora de la unidad de certificación de calidad del Servicio de Salud del Principado de Asturias, además de presidenta de la Federación de Asociaciones de Matronas de España.
Álvarez defiende que las matronas son clave para a salud sexual y reproductiva a la par que España padece “una preocupante escasez” de estas sanitarias. La entrevistamos pocos días después de su regreso de Bruselas, dónde debutó como presidenta en el encuentro anual de la Asociación Europea de Matronas.
¿Cuáles eran los objetivos de su encuentro?
Nos permite abrir nuestra visión y tener una visión más global de la profesión y de su situación. El objetivo de la Asociación Europea de Matronas es poner en común las acciones llevadas a cabo y los proyectos de futuro, así como tener un punto de encuentro dónde exponer situaciones particulares de cada país. Este año, además, hemos dedicado un espacio para visibilizar la situación de Ucrania. Ver cómo los países vecinos han gestionado la llegada de refugiados y los programas que han puesto en marcha para atender esta emergencia humanitaria. También poder dar una cobertura a la atención adecuada de la salud sexual y reproductiva de las mujeres que han tenido que abandonar su país.
Decís que el presente y futuro de las matronas tiene desafíos comunes y específicos para cada país. ¿Cuáles son actualmente los desafíos compartidos?
Sin duda, la reivindicación general es poder ofrecer una atención integral de la salud sexual y reproductiva. Para eso es imprescindible que las matronas, que somos las profesionales formadas para brindar esos cuidados especializados, podamos desarrollar nuestras competencias. En estas reuniones, además, queda de manifiesto que, para poder conseguirlo, necesitamos más matronas, y esta es una reivindicación que también hacen países con ratios mejores de matronas por población, bastante mejores que nuestra ratio, de hecho.
También existe un interés compartido por adaptar el modelo formativo: unificarlo en Europa para que sea a través de un grado independiente de matrona, evitando la vía de especialización desde enfermería, en la que se encuentra nuestro país. Dado que hay libre circulación de profesionales, se debería unificar el modelo de formación, para evitar diferencias.
De hecho, en España antiguamente las matronas se formaban a través de un grado independiente. ¿Cuándo y cómo pasó a ser una especialización de enfermería?
En España hasta 1954 no solo existía la carrera independiente de matrona, sino que tenía su colegio propio y una gran autonomía. En 1953 se publicó un decreto que lo unificaba junto con los practicantes en el título de Ayudante Técnico Sanitario (ATS). Posteriormente, se desarrolló como una especialidad, de un año, que se hacía en régimen de internada y al que solo tenían acceso las ATS femeninas y menores de 45 años. Cuando se cambió a diplomatura, se mantuvo la formación de un año y cuando entramos en Europa los países tuvieron que adaptar los modelos formativos a lo que exigía la comunidad europea. España no lo hizo a tiempo y supuso el cierre de las escuelas de matronas durante 8 años. De ahí que ahora tengamos una escasez de matronas y muchas estén cerca de la jubilación.
¿Existen en Europa países que formen a las matronas con un grado independiente?
Sí, Suiza, Francia, Alemania o Grecia, por ejemplo, teniendo sistemas de acceso distintos, cuentan con una formación independiente de enfermería.
Invirtiendo en matronas se reduce la tasa de intervenciones que pueden derivar en casos de violencia obstétrica
También ha trasladado las problemáticas específicas de las matronas en España. ¿Cuáles son?
España tiene una preocupante escasez de matronas. El relevo generacional no está asegurado con el número de profesionales que se forma cada año, que es claramente insuficiente. Además, esto impide que podamos seguir desarrollándonos como profesión, al no tener profesionales suficientes para reclamar competencias que actualmente están siendo atendidas por otros profesionales, sin tener la formación especifica como es nuestro caso.
¿Qué riesgos ve?
Una atención sanitaria a través de profesionales sin formación específica disminuye la seguridad del paciente y la calidad asistencial. Además, la diferencia entre comunidades autónomas es grande y, en consecuencia, existe una inequidad en la atención de los servicios de salud de las mujeres españolas.
¿Han abordado la violencia obstétrica?
Es una cuestión que siempre está presente. Aunque no se dedicó un espacio específico para ello, se mencionó a que mejorar la ratio de matronas es una vía para avanzar hacia la erradicación de la violencia obstétrica.
Efectivamente, los datos avalan que a más número de matronas y de paritorios, menos cesáreas.
Invertir en matronas es invertir en profesionales específicamente formados en el cuidado de la fisiología del embarazo y parto. Por eso invirtiendo en matronas se reduce la tasa de intervenciones que pueden derivar en casos de violencia obstétrica. El embarazo no es una patología, es un proceso fisiológico. Con lo que ser atendido por los profesionales adecuados, reduce el número de intervenciones, incluyendo las cesáreas. Así lo avala la evidencia científica, tal y como se hace eco la propia OMS. Y no podemos olvidar que, en España, la legislación ordena que la actuación sanitaria se rija por la evidencia científica.
El Consejo General de los Colegios Oficiales de Médicos, en cambio, dice que la violencia obstétrica no existe. ¿Qué opináis vosotras?
No opinamos. Defendemos lo que dicen organizaciones como la OMS o la UNESCO: la violencia obstétrica es una forma específica de violencia ejercida por profesionales de la salud (sobre todo por médicos y personal de enfermería) hacia las mujeres embarazadas, en labor de parto y el puerperio. Y constituye una violación de derechos reproductivos y sexuales de las mujeres (OMS 2020).
¿Es una variante de la violencia de género?
La violencia obstétrica es violencia de género porque se ejerce contra los derechos humanos de las mujeres y va contra su dignidad e integridad. Con la agravante de la especial vulnerabilidad que se da en las circunstancias que rodean a la reproducción. Y, además, este tipo de violencia no daña solo a la mujer, también degrada a los profesionales que la ejercen y va contra su propia ética y su dignidad, como defiende la UNESCO.
¿De qué herramientas disponen para atajar esta deriva?
La Iniciativa al Parto Normal debe ser una herramienta fundamental para todos los profesionales, sin embargo, los informes elaborados por el Ministerio de Sanidad, el último publicado en 2021, reflejan que nos encontramos alejados de los estándares establecidos en dicha iniciativa.
Hay que apostar por mejorar la atención obstétrica, reconocer la existencia de este tipo de violencia y desarrollar los mecanismos necesarios para frenarla
En julio pasado España volvió a ser señalada por otro caso de violencia obstétrica ocurrido en 2012. Ya van dos sentencias. ¿Cómo miran el resto de países a España por esta cuestión?
La visión general es que nos encontramos con casos en distintos países, no solo en España. Hay que apostar por mejorar la atención obstétrica, reconocer la existencia de este tipo de violencia y desarrollar los mecanismos necesarios para frenarla. Y en este sentido, es necesario que las políticas de salud de las mujeres se desarrollen de una manera adecuada, y que existan métodos que permitan detectar estos casos y frenarlos.
Si los organismos internacionales lo tienen claro, ¿por qué motivo no se están cumpliendo las recomendaciones internacionales?
Porque la atención de la salud sexual y reproductiva no importa. Y esto es algo que tiene que cambiar, porque esas recomendaciones internacionales tienen una evidencia científica detrás y es necesario adaptarnos a ello. La salud de las mujeres debe ser atendida de forma adecuada.
En 2020, el 75% de los nacimientos fueron partos vaginales y el 25% por cesáreas, lejos de las recomendaciones de la OMS, que habla de un 85%-15%. ¿Cuáles son las tasas en otros países?
Existe mucha diferencia de unos países a otros, pero lo mas llamativo es la diferencia que hay entre comunidades autónomas en España. En el entorno europeo nos encontramos con países como Finlandia, con un índice en torno al 15% de cesáreas y otros como Italia, con un índice del 35%, por ejemplo.
¿Qué se puede hacer con esas cifras encima de la mesa?
Lo que tenemos que hacer con estos datos es replantearnos los modelos de atención al parto y adaptarlos hacia la visión de la fisiología. En este sentido, el desarrollo de centros liderados por matronas es una alternativa válida y rentable para la atención al parto normal. Poco a poco, estos centros de nacimiento se están desarrollando en distintas partes de nuestro país y en otros países vecinos, obteniendo muy buenos resultados.
¿Los países que invierten más en matronas son aquellos en los que se respetan más los derechos de las mujeres?
Sin duda. A través de esa inversión le dan valor a la atención de la salud de las mujeres, permitiendo ser atendidas por profesionales específicamente formados para ello. Invirtiendo en matronas, además, se produce un ahorro económico en los servicios de salud, teniendo en cuenta que disminuye el número de visitas a los servicios de urgencias, reducen las intervenciones innecesarias y permiten reorganizar recursos. Y, desafortunadamente, en España, solo unas pocas comunidades autónomas están desarrollando programas de atención en menopausia y climaterio, en educación afectivo-sexual, programas de educación puerperal y muchos otros ejemplos que deberían estar desarrollándose por matronas para brindar una adecuada atención a la salud de las mujeres. La presencia de matronas en las plantas de hospitalización de obstetricia, aunque va aumentando, lo hace de forma muy lenta, y muchos centros siguen sin entender esa necesidad.
¿Cuáles son los países referentes en la gestión e inversión en matronas?
El modelo de centros de nacimiento que se ha desarrollado en Inglaterra representa una apuesta por el parto de una forma fisiológica, de baja intervención, dónde se individualiza cada proceso y el liderazgo lo tienen las matronas. Este modelo se va desarrollando en más países vecinos; sin duda es el momento de que España tome la iniciativa y se plantee un desarrollo en este sentido.
¿Cuáles son las demandas más urgentes que las matronas piden a las instituciones públicas en España?
La adecuación de las plantillas, ajustando las ratios, no por número de partos sino por número de población diana atendida; desarrollar todas las competencias para las que estamos formadas, y esto pasa por una revisión de la definición de puestos de trabajo que deben ser ocupados por matronas; la creación de centros de nacimiento y unidades de baja intervención, lideradas por matronas; y, por último, el desarrollo de un grado independiente de matrona, que permita el acceso directo, facilitando una formación específica para nuestra profesión y posibilitando, además, que se formen un número adecuado de profesionales.