La portada de mañana
Acceder
El PP explota la división parlamentaria para tumbar los impuestos a banca y rentas más altas
La vuelta a la rutina de las familias de los desaparecidos en la DANA
OPINIÓN | Feijóo y el cinismo de ‘Inside Out’, por Lucía Taboada

¿Son de verdad divertidos los parques infantiles? Ideas para hacerlos más originales y atractivos

Miguel Muñoz

11 de abril de 2021 21:01 h

0

Para cualquier padre o madre un parque infantil es un lugar habitual en su rutina. Al menos, claro, mientras tus hijos o hijas son pequeñas. El juego es un derecho de la infancia recogido en la Convención de las Naciones Unidas. Pasamos, y pasan nuestros hijos, horas y horas entre columpios, toboganes o balancines. Pero es probable que algunas veces nos invada la monotonía, esa sensación de que todos los espacios de juego son muy parecidos entre sí y con los elementos más clásicos predominantes en ellos. ¿Son realmente atractivas estas zonas? ¿Arriesgan las administraciones públicas a la hora de instalarlos? ¿Cómo podrían ser más originales?

“La administración no arriesga. Al final depende de la iniciativa vecinal, particular o escolar. Y en la administración pública depende de la iniciativa personal de alguien del equipo que quiera arriesgar y apueste por ello”. Así opina Guayarmina Rijo Molina, presidenta de la Asociación Ludantia, que trabaja en temas de arquitectura, educación e infancia.

Uno de los factores que destaca para entender esta especie de “conservadurismo” respecto al juego infantil es la seguridad. Lo señala Andrés Payà, especialista en el juego infantil, doctor en Pedagogía y profesor de Historia de la Educación en la Universitat de València. “Las administraciones se quieren cubrir mucho las espaldas, porque ellas serían las responsables de un posible accidente. Lo que instalan entonces son espacios muy estructurados o estandarizados y especialmente muy seguros”, destaca. Aquí entran en juego las vallas, la proliferación de suelos de caucho y la uniformidad de los elementos: columpios, tobogán y balancines.

Para Payà, hay una tendencia a la “sobreprotección” y al “control”. En definitiva, una “tendencia limitante” al juego infantil. Y todo tiene relación con una falta de apuesta integral para usar el espacio público como zonas de juego. El experto es partidario de potenciar el juego libre con elementos no estructurados y naturales: una montaña de arena, un charco o fuente de agua, árboles…

Este tipo de actuaciones, además, no supondrían un mayor desembolso presupuestario. “Montar un suelo prefabricado de caucho es más caro”, destaca Payà. “Es preferible que haya espacios menos estructurados, que den pie a una mayor autonomía, desarrollo o manipulación. Ahí es donde los niños se sociabilizan. Hay que encontrar esos espacios de sociabilización”, añade.

¿Qué piensan los fabricantes?

Más allá de esos espacios desestructurados que defienden los expertos citados, también hay muchas diferencias entre las clásicas y sencillas zonas de juego y otros parques más originales, que suelen llamar más la atención a niños y niñas y ofrecen más actividades lúdicas. Parece evidente que no es lo mismo un tobogán sin vestir que un barco pirata con varios toboganes y elementos de trepa. O que no es lo mismo una zona de juego ambientada en un castillo medieval que otra vacía de cierto ambiente fantástico.

La Asociación Española de Fabricantes de Mobiliario Urbano y Parques Infantiles (AFAMOUR) cuenta con una guía de buenas prácticas, recomendaciones en el diseño de una zona de juegos infantiles. En ella, entre otras cuestiones destacan lo siguiente: “Colocar dos o tres elementos de juego no constituye un parque ni lo hace suficientemente atractivo para el uso de las familias. El espacio disponible debe ser suficiente para el movimiento, el juego libre y la estancia”.

“A veces hay políticas que apuestan por dotaciones de gran tamaño y vistosidad, por zonas de juego grandes, atractivas y llamativas. Otras iniciativas políticas tienden más a proveer pequeñas áreas casi iguales para todo el mundo para que todos encuentren cerca un muelle y un tobogán. Algunos municipios pequeños tienen más libertad de elección de los elementos de juego que los más grandes, y por supuesto depende mucho del presupuesto disponible o de las preferencias de quien esté al mando. También influye el ciclo electoral, porque cuando nos acercamos a las elecciones se suelen ver proyectos más vistosos”. Son las palabras de Mercedes Rodés, directora de Kompan para España, Italia y Portugal. Esta multinacional danesa es una de las líderes del sector y sus productos pueden verse en los parques de multitud de países. Además, cuentan con pedagogos, que incorporan conocimiento y experiencia en el diseño de los productos e incluyen a los niños y las niñas en los procesos de cocreación.

Rodés pone en valor la calidad de los productos de su empresa y deja clara una cuestión: “Singularidad y originalidad no es incompatible en absoluto con la seguridad. Todo lo que hacemos, singular o no, está bajo la norma europea y se certifica, no tiene ningún problema. Lo que sí ocurre es que a veces puede que alguien quiera algo muy original y ponga por delante ese criterio frente a otros, sobre todo con elementos que no se ha fabricado nunca. Tiene que quedar muy claro que singular y original no es enemigo de la seguridad. Lo que sí puede ser enemigo es de algún proceso burocrático que lo hace más complicado”, señala.

Lo ejemplifica con un proyecto incipiente que su compañía está diseñando, llamado La Cúpula Gigante. “Es singular y original, y está 100% certificada y segura. En este caso, que el ayuntamiento en cuestión se decida por algo de este estilo está más relacionado con la voluntad de innovar y ponerse en la piel de los niños, y que no prefiera básicamente lo barato. Para nada es un tema de seguridad”, opina.

Los procesos, no obstante, no son del todo similares en todas las ciudades. Por ejemplo, en Madrid, si el Ayuntamiento quiere salirse de los elementos básicos, puede considerarlos “parques singulares”. “En esos casos no es necesario pasar por los procesos de homologación de los productos estándar, porque son elementos creados ad hoc”, añade.

Sobre el tema de la seguridad sabe mucho José María Fariñas, experto en seguridad de instalaciones infantiles e integrante de AFAMOUR. “En muchos sitios la administración no se ha tomado en serio la seguridad de los parques. Cada vez son más los municipios que piden certificación y que se haga una inspección del parque y se mantenga, pero en muchos sitios todavía consideran que la normativa de los parques infantiles es voluntaria”, comenta. Fariñas cita el Real Decreto 1801/2003 sobre seguridad general de los productos.

En su opinión, la innovación tampoco debería ser incompatible con la seguridad si se cumplen todos los requisitos. El problema puede venir, según explica, por falta de conocimiento en algunas administraciones. Y para ello hace falta formación. “Hay administraciones que no saben distinguir, o los técnicos de algunos ayuntamientos, si un certificado de producto es adecuado a no”, explica. Y añade: “Hay fabricantes que venden el juego sin instalar y el cliente final o el distribuidor los instala sin saber cómo se hace”, afirma.

Ejemplos singulares

Seguramente muchas familias tienen sus particulares parques favoritos. Obviamente, la cercanía al domicilio o centro educativo es un factor relevante a la hora de hacer habitual un parque para tus hijos. Pero para quienes puedan permitirse un desplazamiento, los especialistas consultados nos aportan una serie de recomendaciones originales ideales para salir de la rutina.

Desde Ludantia ponen más el foco en ejemplos como el proyecto integral desarrollado por el Ayuntamiento de Barcelona llamado “Ciudad jugable” y que abre vías de participación en la creación de espacios. También destacan proyectos de apropiaciones del espacio público más allá de los propios parques infantiles.

También destacan por su especial originalidad o por sus premios “Columpio de oro” parques como el Parque de las Familias (Almería), La Ciudad de los Niños (Córdoba), Parque del Agua (Zaragoza), La Negrita (Antequera, Málaga), Parque Gernika (Getxo, Vizcaya) Plaza Green Capital (Vitoria), Plaza de la Constitución (Berriozar, Navarra) o La Era de Trobajo (San Andrés, León), entre otros.

En Kompan, en cuanto a parques singulares, destacan en Madrid el parque Gameiris, en Vallecas, con la temática de luz y color y 100% inclusivo, también para personas con dificultades motoras. Otros proyectos que ponen en valor en Madrid son los elementos del Parque Forestal de Valdebebas, el Juan Carlos I, el Parque Eugenia de Montijo, el Parque Europa en Torrejón de Ardoz o los parques infantiles temáticos de localidades como Alcobendas, Getafe o San Sebastián de los Reyes.

Para Andrés Payà hay que destacar las iniciativas llevadas a cabo por asociaciones como Basurama (que trabajan reciclando productos para usarlos como elementos de juego). Y menciona la localidad de Ibi, en Alicante, con parques temáticos muy originales a pesar de tener elementos estandarizados.