Unas horas después de las elecciones presidenciales de Estados Unidos, empezó a circular en X, en vídeos de YouTube o TikTok y en boletines de Substack, que había millones de votos demócratas “desaparecidos”. No era verdad. La diferencia entre los votos de Kamala Harris y Donald Trump parecía mayor entonces porque no se habían contado todavía millones de votos en especial en California y Nueva York, estados muy poblados donde el Partido Demócrata tiene más apoyo y especialmente lentos en el escrutinio por sus reglas locales.
Todavía faltan votos por contar y la estimación es que Harris quedará un punto y medio por detrás de Trump cuando termine el escrutinio. Pero la derrota dio alas a la idea de que Elon Musk había manipulado máquinas de votación a través de su red de acceso a Internet por satélite Starlink, que se habían anulado votos de manera masiva e incluso que Harris estaba mandando señales de alerta con su discurso de reconocimiento de la derrota al decir que sólo cuando está muy oscuro “puedes ver las estrellas”. Los seguidores de Trump aprovecharon la brecha inicial para decir de nuevo falsamente que hubo trampas en los 81 millones de votos que recibió Joe Biden en 2020. La diferencia es que del lado demócrata las voces que repetían los bulos no eran políticos del partido y ni siquiera activistas con un número sustancial de seguidores. Del lado republicano, estaba nuevamente el ex periodista y agitador Tucker Carlson, entre otros. Entonces Trump y su lugarteniente Musk ya habían callado después de una campaña sostenida hasta el mismo día de las elecciones sobre el supuesto fraude. El 5 de noviembre, cuando parecía que la participación estaba subiendo en Filadelfia y Detroit, ciudades clave para los demócratas, Trump y Musk incluso inventaron que la policía estaba en camino -no se sabía hacia adonde- por acusaciones de fraude.
La difusión de bulos sin pruebas sobre irregularidades continúa circulando en rincones de Internet, pero no sale de ahí más que para artículos de desmentido de medios como el New York Times, la radio pública NPR y muchos otros, porque los políticos y otros líderes sociales demócratas no han caído en la tentadora vía de las fantasías como consuelo. Es la diferencia ahora entre dos partidos muy diferentes en Estados Unidos y la que muestra el camino de cómo resistir a los bulos en la vida pública.
La desinformación puede parecer una bola imparable, pero sólo funciona de verdad si hay unos pocos poderosos para darle el empujón. Y, aunque parezcamos una gotita en un mar de mentiras, los medios todavía tenemos un papel para parar los bulos, sobre todo cuando favorecen a los partidos o a los políticos más apreciados por nuestros lectores.
En una entrevista hace unos días, Bill Adair, el fundador de PolitiFact, una red de fact-checking pionera, creada en 2007 por el periódico St Petersburg Times de Florida, contaba que su propia marca ha sido en los últimos años objeto de ataques por parte de los republicanos pese a su trabajo impecable y apartidista. Combatir los bulos entre los seguidores de Trump es muy difícil vista la implicación directa del líder, pero Adair cree que medios percibidos como más cercanos al presidente electo tienen una oportunidad única de llegar a esas personas. Otra cosa es que lo quieran hacer y el alcance que tengan más allá de la televisión, la fuente más notable y aun así minoritaria de información.
El grupo de votantes entre los que Trump tuvo más éxito fue el de personas que siguen poco la información política y que la reciben sobre todo a través de familiares y amigos más que de medios de cualquier tipo. Pero hay ejemplos, aunque sean pequeños, de medios capaces de romper esa burbuja. Por ejemplo, Tangle News, un boletín escrito por un periodista de Pensilvania que aspira a explicar las noticias en el tono más neutro posible, refleja lo que dicen sobre un tema voces percibidas como demócratas y republicanas y cuenta su propia opinión.
Es más difícil cuando el líder de tu grupo favorito insiste en mentir, pero nunca ha habido tantas herramientas a nuestro alcance para saber lo que es verdad.